Capítulo 35: No es el final

1.1K 118 29
                                    

Rocky y yo actuamos rápido; él sostuvo a Rydel por los hombros, y yo tomé a Laura entre mis brazos. Ambas estaban rojas de furia.

–¡Rydel–gritó Riker poniéndose de pie.

–¿Por qué has hecho eso?–espeté.

–¡Que te lo diga esta persona de mierda!–Rydel gritaba incoherencias mientras intentaba escapar de los brazos de Rocky.

–¡No le hables así!–grité.

–Habla ahora Laura, o nostros le diremos la verdad a Ross–espetó Rocky.

–¿De qué verdad hablan?–deshice el abrazo con Laura, y la miré a los ojos; las lágrimas caían a borbotones por su rostro–Laura, ¿qué está pasando?

–Perdóname Ross–comenzó a decir Laura– debí decírtelo, perdóname...

–Ella apostó. Es una maldita mentirosa, una persona que pretende todo el tiempo–Rydel apuntó a Laura– ¡Apostó con David a que lograría que te enamoraras de ella! Y cuando finalmente lo logró, David se volvió loco de celos, ¡y por eso te golpeo! ¡¿Lo entiendes ahora?! ¡Todos tus problemas son por ella!

Pude escuchar como todos se ponían de pie: Damiano, Ellen, Vanessa, Maia...

Pude escuchar a Laura intentando explicarse.

Sentí como mi pulso se aceleraba y la furia comenzaba a recorrer todo mi cuerpo.

Todo tenía sentido. 

Me alejé de la situación y entre a casa, tomé las llaves de mi auto y salí directo a él. Creo que alguien gritó que no me fuera, pero no me importó. 

Avancé calles y calles sin rumbo alguno, mientras golpeaba el volante de vez en cuando. No podía creer lo que estaba pasando; Laura siempre había sido una farsa, lo nuestro no había sido nada. Cuando decía que me amaba, era mentira. Entendí la conversación entre Laura y Zoey, y pasé mi mano por donde mi labio se había roto en una de las tantas peleas que tuve por defenderla.

Después de un rato manejando, llegué a Coney Island. Estacioné el auto y bajé furioso; comencé a despotricar y decir maldiciones mientras aventaba montones de arena. 

–¿Por qué? ¿Por qué me pasa esto a mí?–grité mientras me quebraba.

Comencé a llorar y me sentí avergonzado de actuar como un crío, pero no me importaba. Nadie podría entender todo lo que estaba pasando en mi interior.

Me hice un ovillo en la arena. El aire se estaba volviendo cada vez más frío (era casi diciembre por amor de Dios) y yo me estaba congelando.

Sentía el móvil vibrándome en el bolsillo, pero tampoco quería contestar. No había nadie con quien quisiera hablar en estos momentos.

Sólo había una persona con la que quería hablar.

*

–¡Ross! ¡Gracias a Dios estás bien!–dijo Laura al abrir la puerta del departamento.

Su rostro parecía haber envejecido en estas pocas horas –¿fueron cuatro, cinco? ¿Un día?–. Aún lucía la ropa de la noche anterior, con el maquillaje totalmente arruinado por las lágrimas.

Intentó abrazarme, pero no la dejé. Su rostro cambió de aliviado a profundamente afectado.

–Ross, yo...

–¿Por qué lo hiciste?–endurecí el gesto; las palabras me quemaban la boca como ácido.

–Es... es sumamente complicado. Son las seis de la mañana, ¿te parece si hablamos adentro?

Espiral (fanfic Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora