Capítulo 26: Catarsis

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–Ya era hora de que llegaras Ross, en verdad me estaba volviendo loca–dijo Amber apenas me vio cruzar el umbral de nuestra oficina.

En el tiempo libre entre la oficina y la universidad, decidí ir a casa a dormir un poco, pues aún me dolía bastante el cuerpo. Sin embargo, ese “poco” se volvió diez minutos tarde. Así que me apresuré a cambiarme, tomé prestados unos lentes negros de Riker –para tapar la ceja- y salí corriendo rumbo a DamelDesign. Una hora y un poco más de minutos por fin llegué; pero antes decidí pasar a un Starbucks cercano para comprar dos americanos, uno para Amber y otro para mí. Si iba a llegar tarde, tan siquiera que valiera un poco la pena.

Le extendí el café a Amber, y ella lo aceptó gustosa.

–Creo que necesitaba algo de cafeína corriendo por mis venas, gracias. ¿Cuánto te debo? –inquirió.

–No es nada–contesté–es lo menos que puedo hacer luego de llegar tarde.

Ella me dio una sonrisa de agradecimiento. Sí, Amber era una mujer llena de defectos detrás de esa cara bonita, pero si íbamos a ser compañeros de trabajo era mejor llevar la fiesta en paz.

–Así que, ¿cómo va el trabajo? Creo que ya voy a empezar a hacer los planos a limpio–dije quitándome los lentes.

–Jesucristo, Ross, ¡tu cara! –ella se llevó las manos a la boca en un gesto de sorpresa.

–Lo sé, no te preocupes, no es nada grave.

–Pues eso se ve bastante fatal.

–Sólo me abrí la ceja, no es para tanto.

–¿”Te abriste la ceja” o “te abrieron la ceja”? –me miró fijamente.

–Vale, me la abrieron–suspiré–pero nada grave, ¿de acuerdo?

–Me sigue pareciendo bastante grave, pero si tú lo dices…–frunció el ceño.

Ambos nos sumergimos en el trabajo durante un buen rato. A la mitad del turno Amber se fue y trajo donas; después de trabajar tan arduo, era bastante bueno sentir algo en el estómago.

Y ahí estábamos, completamente absortos en nuestro trabajo, cuando Susan se apareció por la oficina.

–Chicos, lamento interrumpirlos–se excusó– pero el Arquitecto Marano quiere hablar con Ross.

Amber y yo nos volteamos a ver.

–¿Sólo conmigo? –inquirí.

–Sí. Te quiere ver en su oficina ahora mismo.

–De acuerdo… allá voy.

Susan salió de la habitación.

–¿Crees que quiera despedirte de nuevo? –Amber comenzó a morderse las uñas.

–No lo sé–contesté–espero que no, porque no puedo pedir otra pasantía.

–Si necesitas ayuda, sólo dímelo.

Me dio una palmadita en el hombro y yo sólo sonreí. Salí y me dirigí a la oficina del señor Damiano. Toqué ligeramente para después asomar mi cabeza por la puerta.

–¿Necesita hablar conmigo, arquitecto?

–Oh, sí, ¡qué bueno que vienes Ross! Pasa, por favor.

Entré, cerré la puerta y me senté en uno de los sillones frente a su escritorio. Las manos me sudaban, estaba francamente preocupado. No sabía de qué quería hablar conmigo, pero no me parecía bueno.

–Es…–comenzó a decir Damiano–, antes que nada, quisiera pedirte una disculpa Lynch, por el incidente de la otra vez. Estaba bastante enojado con Laura y me descargue contigo, que no tienes nada que ver–carraspeó; parecía que tenía un nudo en la garganta.

Espiral (fanfic Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora