Capítulo 9: Cuatro

2.1K 102 11
                                    

–¿Hola? –contesté mi celular somnoliento.

–Hey, ¿qué hay, viejo?

–Andrew, son las diez de la mañana. ¿No podrías llamar más tarde?

–Claro que no, este es un hermoso día soleado de verano con chicas sensuales corriendo por el parque con sudor escurriendo.

–Me das asco viejo–dije ahogando una risotada.

–Sí, a veces yo también siento eso. En fin, hoy en la noche hay fiesta en casa de una de las chicas con las que me dejaste plantado una vez, ¿recuerdas?

–Ah sí–¡cómo olvidarlo! Fue el día que conocí a Laura.

–Bueno, ¿vienes o qué?

–No sé viejo, es domingo.

–¿Y qué tiene? Estamos de vacaciones.

–Cierto–no tenía excusa–bueno, dame la dirección y allá nos vemos.

Apunté la dirección en un post-it de mi cómoda y me despedí de Andrew. Me quedé acostado una media hora más y luego decidí que ya era hora de levantarme.

Me hice el desayuno y también a Ryland–el maldito estaba cazando a que alguien se levantara a cocinar–. Rydel no salió de su habitación hasta pasadas las doce, y se fue; ni siquiera dio explicaciones de a dónde iba. Pero esto lo sabría Riker.

Casi a las cinco me bañe y comencé a arreglarme para la fiesta; salí una hora más temprano para pasar a saludar a Maia.

Al llegar le mande un texto, diciéndole que estaba afuera. Ella salió cinco minutos después; yo la esperaba recargado en el auto.

–Hey extraño–saludó.

Estaba en un pans tipo deportivo azul y una sudadera blanca, con un chongo flojo. Se miraba hermosa.

–Hola Maia–contesté sonriendo–¿ya te ibas a dormir o algo así?

–No, ¡que va! –hizo un ademán con la mano para quitarle importancia–estaba viendo TV con mi hermanita.

–¿Tienes una hermana?

–Sí, se llama Claire. Tiene cinco años.

–Oh, genial. Entonces eres la niñera designada, o algo así, ¿no?

–Sí, de hecho sí–ella rió. –Mis padres salieron a cenar con unos amigos y pues, aquí estoy en domingo, en pijamas, hablando contigo como una total perdedora.

–Yo no creo que seas una perdedora–dije acomodando un mechón de su cabello–aunque, pensándolo bien, sólo las perdedoras no prueban la nieve de menta con pistache.

–Oh, cielo santo, ¡supéralo! Ya te dije que jamás la probaré–soltó una carcajada.

–En ese caso seguirás siendo una perdedora.

–Pero una perdedora orgullosa–hizo un mohín sacándome la lengua.

–Eres imposible.

–Y tú un cretino, pero nadie se ofende.

Ahora yo no pude evitar la carcajada. Maia era simplemente divertida y fantástica, con ella siempre podías pasar un rato agradable. Nada que ver con…

–Por cierto, ¿por qué estás tan elegante? –dijo mirando mi camisa azul claro desabotonada sobre mi playera blanca.

–Eh… pues, no tenía idea de que esto fuera elegante–comenté–, iré a una fiesta a casa de un amigo.

Espiral (fanfic Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora