Capítulo 8: Infierno

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“¿Alguna vez has amado a alguien tanto que apenas y puedes respirar cuando estas a su lado? Lo conoces y ninguno de los dos sabe qué los golpeó, tienes ese sentimiento raro y caliente. Sí, solías sentir esos escalofríos y ahora se enferman al verse el uno al otro…”
-Love the way you lie, Eminem ft. Rihanna.

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–¿Quién te lo dijo? Anda, escúpelo. Fue la idiota de Rydel, ¿cierto? ¡Dímelo ahora Ross! –Laura estaba que echaba chispas.

–No, tú lo mencionaste la noche pasada, cuando empezó She’s a rebel

–Ah, de acuerdo, déjame entender: sólo porque cantamos una canción juntos tú crees que ya tienes derecho a venir y cuestionar toda mi vida, ¿no?

–Laura, ¡basta! Sólo fue una pregunta, ¿de acuerdo?

Ella poco a poco fue calmándose, aunque no se relajó del todo, podía verlo en sus ojos.

–Hablar de él me altera. Eso es todo.

Asentí, resignado; probablemente no me hablaría de él. Encendí el auto y seguí manejando rumbo al McDonald’s.

Al llegar, fuimos directo con la cajera y pedimos dos combos –el mío grande y el de ella mediano–. La comida fue incómoda, yo no sabía qué decir y ella no hacía un gran intento por entablar conversación. Al contrario, devoró su comida y esperó pacientemente a que yo terminara la mía.

Después volvimos al auto y conduje a la dirección que me dio; resultó ser un complejo de departamentos.

–Aquí vivo con mi hermana–dijo suspirando.

–Genial. Se ven bonitos por fuera–comenté.

–Y por dentro también. Es decir, para nosotras dos es más que suficiente.

De nuevo el silencio incómodo. Haberla invitado a salir y querer saber de Jim no había sido una buena idea, pero tampoco quería irme. El olor a tabaco y vainilla inundaban mi auto, y sabía que al llegar a casa sería duro dejar este aroma.

–Bueno, yo…

–Jim es un exnovio. Mi primer amor–interrumpió ella.

–Oh–dije.

Intenté pensar en algo inteligente que decir, pero nada vino a mi mente. Estúpido cerebro.

–Fue al final del verano de hace un año. Yo aún vivía en casa de mis padres, estaba en mi Senior Year, mi hermana acababa de conseguir este apartamento porque ese verano se había graduado con honores y consiguió un buen empleo –su mirada se hizo distante y yo supe que ya no estaba aquí; estaba inmersa en un mar de recuerdos–. Una chica se mudó a la casa de al lado, Audrey. Ella era toda un sueño: rubía, ojos azules, vestía Chanel en el cuerpo y Prada en los pies. Recuerdo que la primera vez que la vi, le tuve tanta envidia. Yo no era lo que ves ahora; es decir, era rebelde, siempre lo fui, pero no era tan “me vale todo”. Me importaban mis amigos, la escuela…en fin. Tuve envidia de Audrey porque ella era todo lo que yo quería ser. O eso creía.

»Audrey terminó entrando al mismo instituto que yo, y siendo mi compañera de clase en algunas asignaturas. Al paso de los días ella comenzó a hablarme y empezamos a ser amigas. Ella era buena persona, se ganó a todos los maestros y a muchos compañeros. Pero nadie podíamos imaginarnos la clase de persona que era.

»Al mes de su llegada, un sábado, hizo una fiesta en casa de una de sus amigas, llamada Emily. Recuerdo que me extrañó mucho que no fuera en su casa, pues sus padres eran ricos, más que los míos incluso, y podía darse el lujo de una gran fiesta. Aún así no le di la importancia debida y accedí a ir cuando me invitó sin pensarlo dos veces. Sólo había invitado a los que ella llamaba “sus amigos selectos”.

Espiral (fanfic Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora