–Ross, de verdad que no puedo hacerlo. Llévame al departamento, por favor. No puedo.
El auto estaba estacionado enfrente de la familia Marano, y Laura parecía tener un ataque de nervios.
Cuando llegué a recogerla tuve que esperarla una hora más porque no sabía cómo vestirse; al final terminó usando una camisa a rayas rojas y blancas, unos pitillos negros de cuero, tacones altos blancos y una media coleta. Lucía un aire informal, pero a la vez formal... no sé, simplemente se veía hermosa.
Ahora estábamos aquí a punto de tocar el timbre y ella tan nerviosa, que la bajé a regañadientes del auto.
–Por favor Ross, de verdad no puedo– rogó ella de nuevo.
–Tranquila– susurré mientras le daba un beso en la frente– todo va a estar bien. Sólo relájate, ¿sí? Recuerda que si te sientes demasiado incómoda nos iremos. Tranquila.
Ella me miró y suspiró derrotada. Llevó el dedo índice al timbre; ambos esperamos a que abrieran.
– ¡Hola chicos! Los estábamos esperando– dijo Vanessa al abrir la puerta.
– ¿Vanessa? ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar trabajando?– inquirió Laura.
–Mamá y papá me pidieron ayuda para preparar la cena y pues, aquí estoy. No te dije nada para no remover más tus nervios. Pero vamos, pasen- Vanessa se hizo a un lado para dejarnos entrar.
Ella nos condujo a la sala, donde sonaba una suave música de fondo. No pude evitar quedar impresionado ante tanto lujo; la casa debía valer millones. El diseño de las paredes era exquisito, el mosaico que cubría el suelo también, y ni qué decir de las lámparas que iluminaban tenuemente la habitación, pues la mayoría de la luz provenía de la chimenea –bastante elegante también–.
Laura y yo tomamos asiento en el mismo sillón; pude sentir lo agitada que estaba en su interior al ver su ceño fruncido. La tomé de la mano y se la apreté ligeramente, para hacerle saber que la apoyaba. Ella relajó su frente, pero su expresión siguió dura.
–Papá está terminando de cambiarse y mamá está terminando de preparar la cena. Se reunirán en unos segundos con ustedes. Si me disculpan, tengo que ir a poner la mesa.
Vanessa abandonó la habitación. Nos quedamos en silencio el resto del tiempo; la mano que sostenía de Laura comenzaba a sudar.
Entonces por la misma puerta que Vanessa se había ido, apareció Ellen. Mucho menos maquillada y más informal que en la fiesta en la que la había conocido. Me puse de pie por educación, y Laura me imitó apretando mi mano, nerviosa.
Las dos mujeres se vieron fijamente durante algunos segundos –los segundos más incómodos de mi vida, debo decir–. Finalmente Ellen habló.
– Buenas noches chicos– dijo intentando disimular lo que había parecido un nudo en la garganta.
–Buenas noches, señora Marano– contesté anticipándome a Laura-, soy Ross Lynch, nos conocimos el día de la fiesta del despacho.
–Sí, te recuerdo–asintió Ellen– además, mi esposo no deja de hablar maravillas tuyas y de Amber.
Sonreí ante el cumplido, y miré a Laura. Ella también me miró, y le dediqué una pequeña sonrisa para infundirle valor.
–Buenas noches Ellen– dijo Laura, tendiéndole una mano a su madre.
Ellen aceptó el gesto de buena manera, a pesar de que Laura no la había llamado "mamá". Es decir, yo ya estaba acostumbrado a que Laura siempre se refiriera a ella como "Ellen", pero supuse que para ella era doloroso que no la llamara "madre". Aún así, era un gran avance que no le hubiera contestado mal o algo.
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Espiral (fanfic Raura)
Fiksi Remaja"Si eliges jugar con fuego, siempre te vas a quemar". Ross lo sabía, y aún así no pudo evitarlo...