Capítulo 19: Limón y azúcar

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–Pues no lo sé, ayer parecía buena idea el redimensionamiento pero, ahora ya no sé…

Amber y yo mirábamos el plano de una habitación con el ceño fruncido. Queríamos cambiar la estructura y diseño de una de las ventanas, pero según fotografías que teníamos, con las medidas que le habíamos puesto chocaba con unos mosaicos que no podíamos quitar porque –como todo en esas casas– era muy antiguo.

–¡Ya sé! –dije chasqueando los dedos–, en la parte central de la habitación hay un candelabro, ¿no? Podemos quitarlo y hacer un tragaluz.

–¡Eso es una excelente idea! –Amber sonrió–comencemos a diseñarlo.

Ambos tomamos un trozo de papel para empezar a hacer nuestros borradores. Estaba bastante concentrado cuando el sonido de mi celular me distrajo. Era un nuevo mensaje.

“Hey Columbia, ¿Cómo estás? No quiero interrumpirte, sólo quería desearte un buen día”.

No pude evitar la sonrisa que esbozaron mis labios.

–¿Tu cita te ha enviado un mensaje? –Amber enarcó una ceja.

–Sí, de hecho sí–contesté emocionado.

Amber no dijo nada, sólo siguió trabajando, y a mí me sorprendió la propia emoción de mi voz cuando le contesté.

Estaba por retomar el bosquejo cuando el señor Damiano entró en la habitación.

–¡Ah, aquí están mis dos estrellas, tan trabajadores como siempre! –dijo sonriendo.

–Buenas tardes arquitecto–contestó Amber–¿necesita algo?

–No no; bueno, vengo a supervisar cómo va el proyecto, pero esa no es mi prioridad: vengo a hacerles una invitación. Vamos, dejen eso y síganme a mi oficina.

Amber y yo salimos detrás de Damiano. Nos tomó unos pocos minutos llegar a su oficina.

–Siéntense–ofreció el arquitecto cuando entramos. Él se sentó en la silla principal–vamos chicos, tienen cara de preocupación. No voy a regañarlos ni nada de eso.

Soltamos una pequeña risa. Aún así, me sentía preocupado.

–¿En qué podemos ayudarle? –indagué.

–Bueno, este viernes he organizado una pequeña fiesta-reunión por los veinticinco años de la empresa, y estaría muy complacido de que ustedes, mis jóvenes promesas, estén presentes. Además de que asistirán nuestros socios y no estaría de más que consiguieran sus tarjetas, ¿no creen?

–Esta es una gran oportunidad señor Damiano–chilló Amber emocionada.

–Ustedes son demasiado valiosos como para tenerlos atados aquí toda la vida–continúo diciendo el arquitecto–así que quiero que tengan sus propias oportunidades. Si después de todo deciden quedarse aquí, entonces serán bienvenidos–se puso de pie–bueno jóvenes, ¡a seguir trabajando! Les haré llegar las invitaciones con Susan.

Nos despedimos y salimos rumbo a nuestra oficina, emocionados. La oportunidad de empezar a hacer nuestros propios contactos era simplemente fascinante. Esa tarde estuvimos felices y trabajando con más pasión de la normal; unos minutos antes de irnos Susan llegó con nuestras invitaciones. Estaban muy bonitas y elegantes; cada una tenía dos pases. Susan nos explicó que era una fiesta bastante exclusiva y que los pases eran para evitar que alguien se colara; y el pase que sobraba era para llevar a un acompañante; también nos informó que la etiqueta era muy formal. Amber y yo asentimos a las indicaciones y después nos fuimos a casa.

Espiral (fanfic Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora