Joel lo toma de la cintura para ganar estabilidad mientras lo estaca.
Erick está parado frente a la pared usando sus manos sobre ella para sostenerse, sus piernas abiertas reciben al más alto que disfruta de su cuerpo a su conveniencia.
Sus respiraciones desordenadas denotan lo cansado que está, pero el mismo es eclipsado por el placer que recorre su cuerpo.
Un placer que hace meses buscaba y ahora que lo tiene lo va a gozar.
El menor se limita a obedecer y quedarse estático mientras siente las repetidas penetraciones del más alto, parece que no bromeaba con querer torturarlo.
─Ah─ gime Joel cuando siente que no puede más y de nuevo se corre dentro del menor, este por su lado hizo lo mismo manchando la pared.
Una vez terminado, el rizado descansa un momento poniendo su cabeza en la espalda de Er, intentando regular su respiración.
Pero Erick tiene prisa.
─Disculpa─ dice quitando gentilmente al alto de su cuerpo y busca su ropa —¿Puedo irme?
Joel asiente pero no se siente bien con todo esto.
El ojiverde agradece, se viste rápidamente y sale del lugar, no sin antes darle al mayor las buenas noches como acostumbra antes de irse.
Una vez más, Joel observa por la ventana como Erick inhala el contenido de su más claro vicio solo para exhalarlo segundos después.
Otro viernes de sexo para Joel, pero otro día vacío en general.
Han pasado dos semanas desde su extraño juego y nada parece avanzar, su plan inicial de follarlo hasta que caiga a sus pies parece no rendir frutos, todas las noches que están juntos son cortadas por un "¿Puedo irme?" que si bien no lo molestan, si lo inquietan.
Er ha seguido con Mateo, los planes de boda están de pie y la emoción del mayor es muy clara.
Cada día falta menos para la dichosa boda, aún no han dado fecha pero Mateo va a pasos agigantados para que eso suceda.
Una vez se da cuenta que el ojiverde toma el taxi que le llamó previamente se aleja de la ventana y se recuesta en la cama.
¿Cómo es posible que siga con ese patrón? Nada ha cambiado.
Parece no tener importancia para Erick.
Nada ha funcionado, todas las veces que han tenido sexo no han servido de nada.
Ya el día siguiente, el rizado está como siempre en la jardinera observando al delgado que trabaja como todos los días.
Una sonrisa sincera y su amabilidad acostumbrada lo tienen de malas.
¿Por qué nada ha cambiado?
─¡Hey! ─llaman su atención y gira para ver de quien de trata ─No te he visto hace un rato.
─No, no has ido a la escuela ─nota Joel al ver que es Chris─¿No volverás entonces?
─De hecho creo que me mudaré de nuevo con mis papás, necesito ahorrar gastos─ maldice frustrado ─eres rico y no puedes ayudarme, te odio.
─Lo siento, no es cosa mía, sabes cómo es papá con esas cosas.
─Tienes razón, hasta tiene trabajando a su prometido, creí que lo mantendría, tal vez no sabe que son ricos ─dice bromeando.
Pero es verdad.
Sí por algo se ha caracterizado Mateo es porque le gusta el control, por ello paga de vez en cuando a los demás chicos por un tiempo hasta que se cansa de ellos.
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