Joel está recostado arrojando la pelota a la pared, viéndola rebotar y cachándola en el aire.
Está aburrido.
Pero no es lo que le preocupa, de hecho preferiría solo estar aburrido pero su mente no parece querer cooperar, ¿Por qué Erick tiene que ser tan enigmático?
La noche anterior recibió el mejor sexo oral que ha sentido, pensaba que ya estaba controlando a Erick pero resultó que solo tenía prisa.
Todo le sale mal, su plan ha fallado desde un inicio.
No ha dormido en toda la noche lo que lo tiene de malas, pero lo molesta aún más que sus ideas le niegan la tranquilidad.
¿Debería solo dejarlo pasar? Tal vez sea mejor dejar de insistir, darse por vencido viendo como su padre puede tener la felicidad que la vida le niega.
Desde que empezó con todo se ha negado a hacer otra cosa que no sea follar y planear, pero solo le sale lo primero porque hasta ahora las actitudes del ojiverde son tan indiferentes como las del inicio.
Quiere dejar de seguirlo, quiere salir de la necesidad de hacerlo suyo pero le es imposible, al igual que Er con el cigarro, parece que él mismo se ha hecho adicto.
Adicto a Erick.
Ha caído en su propia trampa, tal vez aún es tiempo de parar, dejar todo y empezar a reconstruir su historia y su mente.
Pero no es tan fácil.
Cuando menos se lo espera toma un abrigo de su closet y sale de su casa rumbo al centro comercial, quiere verlo, sabe que hoy no podrá verse con él, o por lo menos será más difícil porque mientras pueda chantajearlo lo hará las veces que sean necesarias.
No le importa si es egoísta, no le importa si esto lastima al menor, lo único que le importa es satisfacerse, llenar su hambre de piel.
Camina a pasos apresurados hasta llegar, ya ni siquiera pide su malteada y va directo a su asiento favorito.
Pero él no está.
Busca con la mirada intentando no parecer obvio por sí lo ve, pero no tiene éxito, no aparece por ningún lado.
Tal vez se le hizo tarde.
Sería extraño porque de todas las veces que lo ha espiado solo los viernes suele llegar retrasado, sí, sería extraño pero no imposible.
Vuelve a sentarse y espera intentando ser paciente, ya sabrá que decirle sí lo ve, además no tiene que justificar nada, es él quien le hace el favor a Erick de mantener la boca cerrada.
Se lo debe.
Pasan veinte minutos y no ha llegado, no está preocupado, pero sí muy molesto. No tendrá razones para sentirse así pero eso no le impide hacerlo, está molesto y mucho.
Ya que no lo ve por ningún lado decide ir a verificar con alguien de los locales en los que labora, al espiarlo tan de cerca sabe que hoy es el turno de trabajar en la dulcería.
Entra a la locación buscando a la encargada y cuando la encuentra en el mostrador se acerca a ella.
─Buen día─saluda tratando de dar una sonrisa─disculpa el atrevimiento pero sé que mi amigo, Erick, trabaja aquí y me gustaría saber si tardará mucho en llegar, llevo algo de tiempo esperándolo y me preocupa que le haya pasado algo.
─¿Erick? Sí, trabaja aquí─afirma sonriendo─de hecho llegó a su turno pero creo que algo importante sucedió, un hombre más grande con más edad que la suya vino por él hace como una hora, pidió permiso para salir y como nunca ha faltado ni llegado tarde se lo dieron.