Joel soba su erección de arriba hacia abajo recordando todo lo que puede.
Su torso, pecho y espalda desnudos, totalmente suaves y listos para recibir sus marcas.
Su cuello perfecto para dejar mordidas.
Sus labios esponjosos dispuestos a complacerle.
Como quisiera que fueran ellos los que están en su entrepierna en lugar de su mano.
Siente el agua tibia de la regadera humedecer su cuerpo mientras toma algo de crema para hacerlo más satisfactorio.
Seguramente el interior del cubano es muy cálido, listo para recibir su hombría.
Sigue en lo suyo imaginándose que es Erick quien le da tanto placer, y también ideando el plan perfecto para que deje de ser una simple fantasía.
Al terminar de auto-complacerse sale del baño con una toalla cubriendo su torso y se arregla para el día de hoy.
Toda su semana parece perfectamente planeada desde que despierta hasta que duerme, ir a la escuela, espiar a Erick saliendo de ella.
Intentar llevárselo a la cama algunas veces aunque suele omitir esa actividad en ocasiones, llegar a su casa solo para hacer lo mismo el día siguiente.
Aunque los viernes son especiales.
Esos días Er entra más tarde al trabajo, por lo mismo sale en la noche y así es mejor para Joel porque no ira a su casa.
Y si él no está, su padre tampoco.
Al salir de la universidad va al centro comercial, pide su malteada y se sienta en la jardinera a esperar al menor.
Y como fue.
Todos los viernes le toca repartir los volantes de una tienda de ropa que es justo a donde va, su caminar apresurado le dan la impresión de que se le hizo tarde.
Lo ve muy animado usando su uniforme que consta de una playera roja y un pantalón negro entallado que le queda perfecto.
No puede dejar de ver su trasero cuando le da la espalda.
─Joel─lo nombra un chico acercándose─¿Sigues espiándolo?
─Como siempre Chris─responde haciéndose a un lado para que su amigo lo acompañe─¿Al trabajo?
─Sí, en media hora─avisa revisando su reloj─¿Cuánto tiempo llevas aquí?
─Acabo de llegar, no has ido a la escuela.
─Y no creo volver hasta el próximo semestre, las cuentas han estado muy duras─ avisa preocupado─pero bueno, siempre puedo volver.
El rizado asiente escuchándolo, le ayuda un poco a escondidas de su padre pero parece no ser suficiente, tienen suficiente dinero como para comprar todo el vecindario pero le pone un límite a Joel.
Pasan quince minutos exactamente y Joel ya sabe lo que sigue, Erick guarda los folletos y entra a la tienda de ropa, supone que para recibir nuevas instrucciones, diez minutos después sale y va rumbo al estacionamiento.
Como todos los viernes.
Nunca lo sigue hasta allá porque no quiere ser descubierto, le parece algo raro pero al ser Erick todo enigma se vuelve interesante él.
─Mejor me voy antes de que te calientes─advierte Christopher levantándose de la jardinera─suerte con tu nuevo pasatiempo, pero no abuses.
El tiempo avanza pero no parece mejorar.