Valeria.
—¡Valeria, linda!—la voz de mi tía llamó mi atención mientras me alejaba de las vallas que rodeaban el bosque a unos metros de su casa.
La vi con su cabello castaño recogido en un tomate desordenado y sus ojos marrones llenos de alegría. Sus vestimentas de un jeans y una franela blanca acompañada de un abrigo del mismo color hacían que sus ojos llamaran la atención.
—Hola tía—la saludo con una sonrisa de labios apretados: lo más probable es que se haya visto fingida —no te vi cuando llegué.
—¡Sí! Lo siento tanto, estas niñas me tienen loca y el trabajo también—habló refiriéndose a las niñas; sus hijas.—igual te tenía una tarta de chocolate, ¡tu favorita!
En eso tenía razón, me encantaba las tartas que ella hacía. Pero eso no cambiaba que se había olvidado de mi, dejándome sola en un pueblo que no conocía en lo absoluto.
—Gracias y no hay problema de que hayas olvidado que hoy llegaba, suele pasar—le sonrío como si no me doliera y no acababa de correr como una loca sin detenerme ya que casi me mata una flecha. Sigo sin poder creer lo segundo, ¡casi me mata una flecha y no son más de las 12:00 am! No llevó más de 3 horas en este pueblo.
—¿Qué?—preguntó mientras se acercaba a mi y colocaba uno de sus brazos por mis hombros, perfecta para darme un beso en la coronilla.—no lo he olvidado, ¿recuerdas que tengo una cafetería en el centro del pueblo? —asentí—he tenido que quedarme unas horas más por falta de personal.
Oh, ahora me siento fatal. Este si fue mi error.
¡Error mío!
—Ah, tía, no te preocupes—llegamos a la puerta y me dejó un espacio para entrar.—he investigado un poco del lugar. No la he pasado nada mal...
¡Oh! Valeria eres una mentirosa, lo haz pasado horrible.
Primero desagradables sentimientos de abandono sobre tu tía.
Segundo las miradas de asco de las chicas del pueblo.
¡Y tercero! Casi te mata una flecha.
¿A eso le dices pasarla "nada mal"?—Lo sé—habló mientras me llevaba hacía la izquierda, donde estaba la cocina, después de cerrar la puerta—escuché los rumores de las chicas de la cafetería "Alegría".
—Oh, yo ya sabía que algo dirían de mi como me observaban—comento con un suspiro, me senté en una de las sillas de la cocina y comedor (al mismo tiempo)mientras observaba como servía algo marrón en una taza, ¡chocolate caliente!
—Sí, hay chicos chismosos.—me entregó la taza—pero no te preocupes, les agradaras.
—Gracias, tía—tomé un sorbo sin pensármelo dos veces, no saben cuanto amo el chocolate.
Cada vez que mis labios tocaban el borde de mi vaso, una familiaridad tremenda llegaba a mi como una gran oleada que destruía todos mis anteriores sentimientos de pena. Ya comenzaba a sentirme tranquila, aunque se me hacía difícil, no era para nada sencillo calmar tu pulso después de correr sin detenerte.
—Valei, tu habitación esta frente a la de las mellizas, en el segundo piso—dijo sorprendiéndome, se soltó su cabello y volvió a hacerse su coleta alta.—yo ahora debo ir a trabajar, mi horario no ha terminado.
—¿Necesitas un poco de ayuda? Puedo trabajar y así no te agotas demasiado—le sonreí mientras dejaba mi taza y caminaba para subir las escaleras y llegar a mi habitación.
—Te lo agradecería, aquí ya todos tienen sus empleos fijos, ademas te puedo dar un buen sueldo para que compres tus cosas.—siguió mi paso y me adelantó para abrirme una de las puertas pasando el pasillo—esta es tu habitación, vístete cómoda que hoy será tu primer día, linda.
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Las flechas de Alex
Novela JuvenilLos padres de Valei han tomado la decisión: su hija tenía que experimentar nuevas aventuras en un nuevo lugar, haciéndole espacio en la cabaña familiar del pueblo Hopehould. Ella quedará atrapada allí; en un pueblo repleto de nieve, que la dejara si...