6|Instituto, realmente te odio

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Valeria.

—¡Peques! ¡Son las 9, llegan tarde el primer día!

Me levanto de mi cama automáticamente al escuchar las palabras de Abi, mi tía. Mi mueca de cansancio y asombro, además de mis labios fruncidos, podrían demostrar que estaba más confundida que una gallina sin cabeza.

¿Pero como era posible que sean las 9? Yo había puesto mi despertador a las 6:30 de la mañana para estar lista y perfecta a las 7:45, ya que a las 8 teníamos que entrar a la escuela.

¿Yo era tan dispersa para haber puesto mal la hora?
«Ohh, claro que sí. Eres Valeria Brown, la chica que dejó su celular dentro de una heladera.»

Con un gran dolor de cabeza y rodando los ojos por mi inconsciente que me jodia la mente por unos minutos, me levanto de mi cómoda cama y reviso la hora de mi celular que se encontraba en mi mesita de noche marrón.

6:29 a.m ¿Qué? ¿No eran las 9? Traidora.

—¡Mentira!—la voz de Sol me hizo brincar del susto—¡no son ni las 7!

—¡Mamá!—llamó su hermana—¡con las horas de sueño no se juega!

Mi alarma comenzó a sonar por toda la habitación, rebotando contra las paredes, haciendo que cerrara fuertemente los ojos, como si me pudiera salvar de ese desesperante ruido.
Me reí internamente, Abigail nos había echo una buena broma, pero no podía reírme literalmente por que no me encontraba en condiciones. ¡Tengo demasiado sueño! ¿Por qué tenía tanto?

«¿Cómo no lo recuerdas, Valei?»
Ahhh.

Hasta las 3 de la madrugada me había quedado leyendo sin detenerme el libro que Cande me había comprado "Solos tu y yo" y realmente me enamore de los personajes, que no los pude dejar ningún segundo solos. Amaba locamente a Luke, ese chico claramente le ganaba su curiosidad y me sentía demasiado identificada con él.

«Y también te lamentaste como por una hora por qué tu crush te cambió a la semana de haberse declarado.»

¡Cállate, inconsciente!

—Era una pequeña broma, además nos les hacen nada mal despertarse antes y quedar listas.—la risa de mi tía retumbó por toda la pequeña casa, y los lamentos de mis primas les siguieron el paso.

—la risa de mi tía retumbó por toda la pequeña casa, y los lamentos de mis primas les siguieron el paso

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—¡Cómo!—preguntó Cande mientras corría hacía mi con su perfecta y ordenada vestimenta. Ella con su cabello suelto que volaba por los aires y su blanco abrigo la hacían ver espectacular, en cambio, yo solo estaba con una chaqueta y unos jeans oscuros— no puedo creer que hayas llegado antes que yo. Siempre soy la que espera a Stella.

Se detuvo un metro delante de mi para después saludarme con un beso en la mejilla, el cual yo recibí feliz. Amaba que Cande sea tan unida y cariñosa conmigo, aunque nos hayamos conocido unos días atrás, ambas sentíamos que nos llevábamos conociendo desde que dimos nuestros primeros pasos y para mi, esas amistades valían oro. ¡No me critiquen! Es difícil hacer amigas en un pequeño pueblo cuando todos ya tienen sus grupos definidos. Y que haya encontrado a Stella y a Candelaria me quitó un peso de encima impresionante.

Las flechas de AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora