15|Todo o nada

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Valeria.

Con mis manos temblorosas me apoyo sobre un árbol del gran bosque para descansar de todo lo que corrí, cuando levanto la mirada veo como la luz artificial del pueblo comienza a ser presente, entregándome tranquilidad.

Debía pasar la reja y ya llegaría a casa, pero estaría completamente sola, ya que las mellizas y su madre tenían planes para hoy, llegaban tarde, así que de esa manera tenía varias horas para tranquilizarme y volver a mi estado habitual.

Mi cabeza no se detenía de guardar y ordenar información. Mis ojos eliminaban gotitas de agua y mis labios temblaban sin detenerse. Con rapidez intento eliminar mis lagrimas llenas de dolor, me llegaba al corazón sus palabras y me ardían como una herida abierta.

Me voy sentando en el pasto lleno de nieve para relajar mi cuerpo. Veo el cielo cubierto por ramas nevadas por varios minutos mientras revivo las escenas anteriormente vividas. Esto era una tortura.

—Alex—sollozo en silencio mientras se me entrecortaba la voz, me dolía el corazón.

Creo que nunca pude creer que ese dicho del dolor infernal era tan real, pero ahora podía sentir el molestar en mi pecho mientras se contraía y el gran nudo en mi garganta que apenas me dejaba hablar.

Lo estaban golpeando y su propio padre no lo ayudaba, solo se dedicaba a alejar a Gastón de Miller. ¿Esa era su familia? ¿Ese era su gran secreto? ¿Le agredían? ¿Cómo no abrí los ojos antes?

—¿Que mierda hago?—cubro mi rostro con mis temblorosas manos intentando tranquilizar mi respiración agitada, pero nada funcionaba. Diablos.

Debía ayudar a Miller, ¿pero cómo? Llamar a la policía es inútil, desde hace bastante tiempo las fuerzas armadas no defienden a los abusados como deberían. Ojalá tuviera a esos padres policías que uní a la mentira para que soltara al chico de la flecha.

Otra opción que me rondó por la cabeza era dejarlo, olvidarme de él e ignorarlo. Alejar a Alexander Miller de mi vida.

Pero mi corazón lo negaba rotundamente, no lo iba a dejar esfumarse con la nieve. No quería y no lo haría. Me uniría a su mundo y lo ayudaría a luchar contra el dolor.

—No tuve que irme. Soy una idiota—. Me apretujo mi cabello buscando paz. Pero solo lograba atormentarme una y otra vez entre maldiciones.

¿Cuantas cosas ocultaba Alexander Miller?
¿y cuantas me dejará ver?

—Por todos los Dioses. No lo dejaré, no sé que haré para ayudarlo, pero estaré para él. Diablos, tengo un miedo que te cagas, ¿si me cruzo, podría yo estar perjudicada?

Alexander.

—¿Que haces aquí? ¿Por qué no estas con Valeria en estos mismos instantes?

Veo el rostro preocupado y molesto de mi hermanito menor que tanto cariño le tengo. Su cuerpo temblaba del frío y del miedo, sus ojos gritaban para que reaccionara pero a la vez que no lo dejara solo.

—No iré. Esta mejor así, no quiero que Brown sepa mi vida—. Coloco una de mis manos en su hombro después de alejarlas de mi cabello que apretujaba—Es mejor si ella se encuentra al margen.

—Alexander. Has sufrido mucho en tu vida, desde que tenías mi edad tu mundo se ha vuelto de color gris y lo único que vives son tristezas. ¿Por qué cuando algo te hace feliz lo alejas? Valeria te crea sonrisas en tus labios, no la dejes ir.

Gastón Miller, el menor de los hermanos con tan solo 14 años me da un discurso que me hace dudar de mis propios pensamientos.

—No hables tonteras. Ella se alejará de mi, ya no hay vuelta atrás.

Las flechas de AlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora