Las flechas de Alex

23|¿Una cita? ¿Una sorpresa?

[Dedicado a mi hermosa amiga y lectora Zoequarto   gracias por tu apoyo]

Alexander

Me despierto de un salto mientras una sensación horrible cubre mi cuerpo. Más pesadillas.

Intentando acostumbrar mi vista por mi habitación, rebusco mi celular en mi mesa de noche y lo prendo para ver la hora.

4 A.M

Suelto un bufido mientras me vuelvo a recostar sobre mis sábanas. Ayer fue un día genial y horrible a la vez. Había invitado a Valei para una cita, pero a la vez sus primas se hundieron en una fea pelea por mi hermanito. También tuve que ir a la psicóloga y cada vez las pesadillas aumentan y son peores.

Los recuerdos de Helena diciendo que debo recordar que pasó ese día me atormentaban.

¿Cómo esto me debería estar ayudando?

Cuando veo que no reconcilio el sueño, me levanto de la cama y me apoyo contra mi escritorio con los brazos extendidos haciendo presión contra él. Observo las fotos pegadas y una sonrisa tonta se escapa en mi rostro.

Me veía tan feliz en esas fotos, tan alegre, tan real.

Por Brown estaba de esta manera, era como estar drogado. Cada vez que estaba a su lado los males desaparecían y solo buenos momentos se hacían presentes.

—Por ti, por Helena y por Gastón voy a las citas médicas. Solo por ustedes tres.

Yo había pegado dos fotos más al lado de las de Brown. En una estaba con mi hermana mayor abrazados. Ella acababa de cumplir dieciocho y yo tenía catorce. Unos días antes del accidente. Por que así era, no la maté, fue una mala jugada del destino. Pero no lograba recordar todo de ese día.

Aún que todavía no lo asumía por completo, de apoco iba entendiéndolo.

Y la otra foto era con mi hermano menor, Gastón estaba a mi lado con una sonrisa de dientes y yo abrazaba su hombro.

Esas tres personas eran mi familia y nadie lo cambiaría.

Bajo la mirada para encontrarme con una libreta, la que me dió Valei para escribir mis sentimientos. Era tan complicado hacerlo, solo lo que tenía allí eran garabatos y dibujos sin sentido. Una de las rayas me dió la ilusión que precia una estrella...
¿Una estrella? La visualizo mejor y una gran idea ronda por mi cabeza.

«Le encantará» dice mi cabeza.

Un regalo para Brown en seguida. Me pongo a estas horas de la noche a buscar los materiales y hago un plan en la misma libreta.

Esto se lo merece. Iba a recompensar todo lo bueno que ella creaba en mi.

Felix

—¿En donde nos acabamos de meter, Beckett?— pregunto mientras observo como devora su sándwich con velocidad. En segundos es inexistente.