Pache
Sé que de afuera seguro parecía un pelotudo, pero no podía dejar de sacarle conversación a Ludovica. Primero porque quería saber de ella y segundo porque no tenía la intención que se sienta incómoda por estar acá, sé como es y que más allá que no quiera demostrarlo, tampoco le gustaba. Además, no estaba bueno tener cierta tensión por el simple hecho de ser ex, no iba a permitir que la tengamos.
—Bueno, ahora me podes seguir contando sobre la música... —le dije volviendo a sentarme. Agarré uno de los potes de palitos y concentrado, me preparé para escucharla.
—Estoy de vacaciones ahora, así que no puedo decir mucho —se encogió de hombros agarrando de los palitos—. Estoy un poco cansada de la presión que es estar con una productora y estar lejos de mi familia no es hermoso..., pero lo vale, supongo.
—Te entiendo —suspiré.
—¿Ah si?
—¡Obvio! Pasé un par de productoras pero no dejaban de querer controlarme con todo, así que nada, me abrí mi estudio —le conté con suma naturalidad, dejando de lado el esfuerzo y trabajo que me llevaba. Entiendo a lo que se refiere, no tuve muy buenas experiencias con muchas medio pelo, no me imagino lo que sería en una con la impronta de JP. Sonrió un poco aliviada como si se hubiera sacado un peso de encima, pero no quise indagar para no hacerla sentir invadida—. Igual yo estoy en un bache tremendo, no me estaría encontrando. Escribí un par de cosas pero se me está haciendo imposible.
—Escuché lo del estudio, felicitaciones —me sonrió abiertamente y sincera, como ella suele ser.
Habíamos hablado tanto que ya hasta resultaba incómodo el rancho aparte que hicimos, así que nos unimos a la conversación general. No tenía mucha confianza con su entorno ya que veía a sus compañeros de facultad solo en cumpleaños o fiestas y Joaco estaba bastante ocupado siendo la sombra de Cielo. Rena siempre me salvaba estas ocasiones pero en esta oportunidad contaba Ludovica, lo cual le agradezco.
Cuando ya se hicieron la una de la madrugada, todos empezaron a irse haciendo que solo quedemos mis mejores amigos, Ludo y yo. Ella estaba preocupada porque Eze no le contestaba el celular y no tenía como irse, le insistí muchas veces para llevarla pero se negaba diciendo que ya iban a contestarle. A las dos, no le quedó otra que aceptar mi oferta, viendo y considerando que sus amigos no daban señales de vida.
Nos despedimos y subimos al auto rumbo a una dirección que desconocía pero no el barrio, ya que vivía como mucho a diez cuadras de mi edificio. Me contó que se compró el departamento solo para cuando venía porque sentía que en su casa invadía y no dejaba que construyan lo que quieran, la entendía. No me fui por las mismas razones pero sí sé qué era lo que se sentía la necesidad de querer cerrar una etapa yéndote de tu casa.
—Voy a matar a Eze ni bien lo vea —murmuró con la vista fija en su celular.
—No es la primera ni va a ser la última vez que te lo haga..., sabes cómo es —me encogí de hombros mientras ponía la luz de giro para doblar.
—Sí lo sé, debería haberle pedido a mi hermano.
—¿A Khal?
—Sí, ni me digas —se rió rodando los ojos—. Tiene dieciséis y ya maneja..., deberías ver lo que está hecho. Todavía no puedo creer que creció tanto.
—Y vos todavía nada.
—Sé que tengo que aprender, pero no me importa mucho —confesó. Disminuí la velocidad cuando nos empezamos a acercar a la cuadra de su edificio. Era un buen barrio muy tranquilo e iluminado, te daba un poco de seguridad en toda la mierda que nos rodeaba—, es acá en la esquina de la mano izquierda.
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Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte
Teen FictionNo creo que lo primero que tenga que hacer sea presentarme, soy consciente que ya me conocen y si no... ¿Qué estás haciendo acá? Solo voy a decir que podes decirme Ludo, porque solo me llaman por mi nombre completo cuando están enojados y dudo que l...