capítulo veintinueve

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Ludovica

—Estás completamente loca —se rió Sara. No la seguí porque estaba intentando concentrarme. 

El aburrimiento me llevaba a hacer cosas extremas, como en este momento que estaba cortándome el pelo. Necesitaba un cambio urgente en mi vida, aunque ya lo tenía pero quería que se viera reflejado en mi apariencia y claramente el pelo iba a ayudar bastante. No me acordaba cuando había sido la última vez que me lo había cortado más allá de las puntas, por eso iba a ser muy raro verme con un corte que me llegaba a los hombros.

Obviamente no podía hacerlo sola pero tampoco tenía ganas de salir, así que opté por la mejor opción que era tener una opinión mientras lo hacía. Por lo que llamé a Sara para tener su compañía y que me ayude en mi locura y como lo estaba tanto como yo, no dudó en aceptar y esperar impaciente para hacer la videollamada.

—¿Qué te parece? —le pregunté dándome vuelta para que me mire bien. La escuché acomodarse mejor.

—Mm, no parece desaliñado..., me gusta —comentó concentrada. Suspiré y me di la vuelta para enfrentarla, su ceño fruncido pasó al instante a ser una sonrisa mientras volvía a acostarse en su cama. 

—¿Decís que me haga algo acá adelante? —dije no conforme, porque todo estaba muy recto. 

—¡No! Déjatelo así, ya no soporto el sufrimiento de pensar que arruinaras tu cabello —gritó histérica haciéndome reír, dejé las tijeras para su paz menta, de última después de cortar la llamada podía volver a intentarlo. Me dispuse a guardar todo lo que me había cortado. Era muchísimo pelo para desperdiciar por lo que lo junté con la idea de donarlo—. Gracias al cielo...—suspiró.

—No exageres —murmuré concentrada, yéndome a mi habitación para guardar todo. Como solo tenía dos manos, dejé a mi amiga apoyada en el marco del espejo del baño. Cuando volví estaba concentrada en no sé qué—. Listo, ya estoy.

—Te ha quedado muy bien, me gusta tu nuevo look.

—Sí, lo necesitaba bastante...

Me miré en el espejo sorprendida del cambio, era muy raro verme así por lo que tenía que acostumbrarme. Me toqué el pelo y por la costumbre, mi mano quiso seguir pero la poca longitud no me lo permitió. 

—Así que... ¿No aceptarás la propuesta de Pache? —me preguntó de repente, estaba tan concentrada en mirarme que me había colgado en su existencia. Suspiré un poco y la miré, antes de agarrar el celular para caminar hasta el sillón. Apoyé mi cabeza para atrás pensativa— Eres una estúpida si no lo intentas ¿Qué te detiene?

—Ya sabes la historia completa Sara..., estoy bien así. Las propuestas me están lloviendo y soy yo la que no quiere aceptarlas, obviamente que es porque todos piden un contrato del cual no quiero firmar pero..., es cuestión de tiempo. Todo fue muy difícil y solo tengo que acomodarme —le dije directa y repitiendo todo lo que mi cabeza me decía. Además era algo que le estaba repitiendo constantemente a Eze cada vez que quería hablar del tema. Ya me cansaba un poco que no acepten mi no.

—¿Pero qué más puedes pedir? Confías en él, sabes que no te va a traicionar. No entiendo...

—Es mi decisión, nada más que eso —suspiré harta. Dejé de mirarla para concentrarme en buscar algún tema que no tenga que ver con Mateo, nadie me entendía y era algo que ya estaba empezando a frustrarme— ¿Vos ya tenes propuestas?

—Por la mañana tengo un casting, espero que me acepten..., estoy muy emocionado por volver al ruedo —me comentó entusiasmada. 

Sonreí por su felicidad y con esa excusa, le hice todas las preguntas habidas y por haber, no ser el centro de atención en la conversación era lo único que necesitaba. Muchas veces la gente metía presión en mí por aparentar tanto, era uno de los efectos secundarios de no demostrar mi sentimientos. Por lo que no me quedaba opción que afrontar la situación.

Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora