capítulo doce

155 20 2
                                    

Pache

—¿Che, estás bien?

Asentí ante la respuesta de Lula mientras tomaba agua e intentaba recuperar la energía que había perdido. El fin de semana teníamos una presentación bastante grande en un festival y merecía cierto nivel de preparación por el cual estábamos trabajando..., Charlie flashó en el momento que vio buena idea hacerme bailar y yo no sé qué estaba pensando para aceptar su propuesta. Me gustaba más cuando era solo yo y la guitarra pero ya era tarde para cambiarlo. Agregando que tenía razón en que no podía proponer nada más un acústico en semejante celebración.

—¿Seguro? Pareces cansado... —acotó Yanet. Suspiré.

—Estoy bien, solo estoy tratando de recuperarme..., no sé a quién le pareció buena idea hacerme bailar.

Les dije como si fuera mi única preocupación. Ellas se rieron y empezaron a comentar sobre cómo lo hacía pésimo aunque en mi defensa..., estaba haciendo lo que podía.

Claramente mentía, no estaba para nada bien pero no iba a preocupar a mi equipo por algo que iba más allá de ellos. Lo primero que me esta que me estaba dejando sin dormir era el anuncio ilógico de mi mamá... ¿Qué es eso de querer casarse con alguien que apenas conoce? Es una pelotudes. Era obvio que el flaco solo quería ser mantenido por ella, iba a ser un casamiento por conveniencia de ambas partes porque sabía que Nadia no se quedaba atrás, amaba el hecho de seguir sintiéndose sexy para estar con alguien mucho más chico que ella.

Su pensamiento era tan irracional que me daba miedo analizarlo, esa mujer estaba enferma. Obviamente con mis hermanos se lo hicimos saber y todo terminó en una discusión acalorada..., bastante diría yo.

Lo segundo era que hacía ya cuatro días le mandé el demo a la discográfica de Fernán para que corroboren mi parte del ft, me tenía nervioso el hecho de no ser suficiente, aunque a todos les gustó. Era la primera vez que haría algo tan grande como eso con un artista de la categoría a la que él pertenece. Mi cercanía con ese ambiente solo es Ludovica la cual la conozco desde antes y mucho no cuenta que digamos. Y la tercera cosa por la cual no puedo pegar un ojo a la noche, es la repentina inspiración que me surgió, ni siquiera podía decir que era con versos y estrofas..., simplemente eran palabras, frases o momentos que desembocaban en algo que mucho no entendía. Es como si mi mente se adueñara de mi cuerpo y haría lo que quisiera con él, ese lo que quisiera claramente es componer. Incluso volví a tocar el piano, algo que no hacía desde hacía muchísimo tiempo.

—Bueno, ya estoy ¡Ahora quiero ver! —dijo Charlie entrando al salón donde estaba ensayando. Lo habían llamado por lo que se perdió la última pasada y la verdad es que odié no haber parado, porque ahora iba a insistir hasta que lo hagamos de nuevo..., agregando que es mi representante y saltaría con su discurso de cuán importante era.

—Acabamos de hacerlo, dame media hora —le contesté mientras me sentaba para provocarlo, algo que me iba a arrepentir más tarde. Mi respuesta hizo que me revolee la toalla que tenía al lado, pero al segundo se dio cuenta que era mía y que estaba toda transpirada. No tardó en gritar del asco.

—¡Dale Pacheco! Haces esto y terminamos.

—Dale, levántate que me quiero ir a comer ya —gritó Yanet dándome la mano para levantarme. Rodé mis ojos y me crucé de brazos negando haciendo que me mire mal.

—¡Me están explotando! Soy la figura y no me están cuidando..., merezco más que esto —me quejé como un caprichoso. Amaba joder y hacerles bromas cuando estaban de mal humor o apurados.

—En forma de figura vas a quedar si no te levantas Mateo —me amenazó Lula sin mirarme por estar concentrada en su computadora. Sacha le estaba explicando algo.

Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora