capítulo veinticuatro

139 17 2
                                    

Pache

Me acomodé bien el gorro de lana en la cabeza y bajé del auto para caminar por el estacionamiento hasta el ascensor y poder subir al edificio. Suspiré un poco cansado y me apoyé en una de las paredes después de apretar el piso. Necesitaba tal soledad que tal encierro comprimido parecía una muy buena opción. 

Intenté no ser mal amigo e ir a hablar con Joaquín así como hice con Cielo, pero las condiciones no eran las mismas, él estaba completamente perdido. Sabía la cagada que se había mandado y no tenía idea de como resolverlo, algo que era lógico porque a mi tampoco se me ocurría cómo podría arreglarla. No conocía a Sara para saber cómo iba a reaccionar pero sí lo suficiente a mi mejor amiga para entender que no había mucha solución.

Cuando Cielo te hacía la cruz, no te la sacaba nunca. 

Y sinceramente, no estaba seguro de querer que se arreglaran. Estaban teniendo una relación muy tóxica últimamente y era mejor que estén separados por un largo tiempo, aunque no era mi decisión. Solamente tenía el lugar de apoyar las decisiones de cada uno. No iba a dejar de relacionarme con ninguno ni de quererlos, iba a extrañar que estemos los tres juntos pero estuve la mayor parte de mi vida con ellos separados así que..., solo era cuestión  de tiempo a que me acostumbre de nuevo.

Ni bien llegué al departamento, me tiré en el sillón sin ganas de hacer demasiado y me puse a ver mi celular para pasar el tiempo. Quise obviar entrar a Whatsapp pero estaba pendiente de la consulta médica de la abuela de Renata, ella no estaba teniendo muy buenos días así que decidieron llevarla de urgencia. Quise acompañarla pero no me dejó, así que mucha opción no me quedó. 

Habíamos quedado con Cielo en vernos, así que no podía irme porque si fuera por mí, ya estaría en el estudio. Necesitaba mucho desconectarme de mi vida y ser solo yo y la música, pero últimamente encontrar tiempo para mí era de las cosas que más se me complicaban. No podía dejar de pensar en la conversación que tuve con Joaquín, me había tirado la posta sin que se lo pida, haciéndome entrar en un lapso mental que no tenía ganas de atravesar. 

Básicamente me aconsejó que le cuente toda la verdad a Renata, porque estaba basando mi relación en una mentira que iba a terminar en cualquier momento. Siempre supe que mi novia no se merecía que le esté ocultando todo lo que pasó con Ludovica, pero enseguida se me aparece el pensamiento del bebé, ya de por sí era complicado y decírselo llevaría a una situación que pondría en riesgo a mi hijo. No sería capaz de algo así. 

Pero a la vez era imposible pensar que decírselo después del embarazo era peor porque iba a pensar que le estuve mintiendo todo el tiempo, al pedo. La culpa ya me carcomía por dentro al punto que no quería saber más nada con ella, y no porque no la ame sino porque merecía todo el amor del mundo..., un amor que yo nunca le iba a poder dar. Obvio que la quiero y la respeto al punto que sigo creyendo que tener un hijo con ella, es lo mejor que me pudo haber pasado. 

—¿En qué pensas? —me preguntó Cielo con el ceño fruncido mientras tomaba su té. Me encogí de hombros sacándome el buzo negro que tenía puesto, tomar algo caliente me hizo agarrar calor.

—En nada...

—¡Dale! Te conozco —chilló rogándome. Negué seguro de no contarle, sabía cuál iba a ser su reacción ante mis pensamientos, era imposible que se lo tome bien y a juzgar por el momento que estaba pasando, no quería seguir metiendo leña al fuego. Hizo un puchero que respondí rodando los ojos— ¿Ya no confías en mi? 

—No seas tarada, Cielo.

—¡Es eso! —exageró llevando una mano a su boca aparentando sorpresa. Levanté una ceja incrédulo— ¡Mi Pache bebé ya no es mí Pache bebé!

Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora