capítulo veintiuno

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Ludovica

abril

***

—¡Cumpleaños feliz, te deseamos a ti! —Sara empezó a cantar ni bien entré al departamento. Estaba sosteniendo una torta con cuidado que no se caiga, por la cantidad de velas prendidas que tenia encima.

—¡Ay, la concha mía! —me reí y llevé una mano al corazón intentando calmar el susto que me pegué por verla después de tantos días.

—Cumpleaños Ludo, cumpleaños feliz... —siguió cantando mientras se acercaba lentamente para que pueda soplar las velas— ¡Ayúdame a sostenerla que se cae! —gritó después que pedí los tres deseos obligada por ella.

 —¿Qué haces acá loca? —pregunté sin salir de la sorpresa mientras agarraba la torta para llevarla a la mesa.

—¡¿Te piensas que me perdería tu cumpleaños?! —tocándose el pecho exagerada. Rodé mis ojos en respuesta, le agarré la mano para acercarla y darle un abrazo. 

—¡Gracias! Te extrañé —murmuré en el abrazo y me separé un poco para mirarla— ¿Cómo te fue?

—Bien, pero extrañaba la tranquilidad de aquí sabes que mi madre esta loca —habló suspirando cansada mientras ponía los ojos en blanco— ¿Y a ti? 

—Bien, como siempre... —dije restándole importancia.

No es que no quería contarle, pero sentía que no era el momento, agregando que no era algo que se lo diría a todos. Por eso el hecho que no este acá, me facilitó muchas cosas porque me dio la privacidad que necesitaba en mi soledad. En las últimas semanas solo quería eso para poder recomponerme y seguir con mi vida normal. Aunque eso no pasó hasta que hacía unos días, me dieron los resultados de la ecografía requerida que confirmó que ya no estaba embarazada. 

Fueron semanas complicadas porque mi cuerpo no respondía como siempre y me costaba valerme por mi misma, por suerte Mateo siempre estuvo a la altura de las circunstancias y supo darme espacio dentro de su compañía. Claramente me hizo sentir culpable, porque estuvo pendiente de mi y no de Renata, que era lo que él debería haber hecho, pero no iba a enroscarme en eso porque no fue mi decisión y ya era momento de cerrar esa etapa. Así que iba a usar la excusa de mi cumpleaños, tres de abril, para poder dejar todo atrás..., no porque me arrepentía, si no porque era una experiencia que no quería volver a repetir.

No tardamos mucho en sentarnos a cortar la torta mientras hablábamos de lo que nos había pasado este último tiempo. En realidad ella, que no dejaba de quejarse de su familia. Mi celular sonó cortándola. 

—¡Feliz cumpleaños Ludito! —habló emocionado Eze ni bien lo atendí— Perdón por no poder ver lo vieja que estas, pero pasalo lindo aunque falte yo.

—¡Gracias idiota! Sabes que no es tu culpa...¿Cómo estás?

—Bien pero lo importante ahora no es eso —contestó serio haciéndome preocupar, pero cambió tan rápido de tema que lo dejé pasar— ¿Sara te dio el regalo?

—No, ¿Qué regalo? —pregunte poniendo la llamada en altavoz mientras miraba a Sara para unirla a la conversación, su expresión pasó de divertida a sorprendida.

—¡Ay lo olvidé! — gritó mientras corría a su pieza haciéndonos reír a los dos.

—Sabia que se iba a olvidar —comentó divertido desde el teléfono.

Sara volvió agitada con una bolsa en las manos y me lo dio torpemente haciendo que casi se caiga, ojalá Eze hubiera estado para ver su torpeza, aunque era muy habitual. Abrí el regalo mientras escuchaba como él la retaba por ser despistada y olvidarse de "lo único que le había pedido". Cuando saqué el mono de la bolsa, tuve que contener mis ganas de llorar porque no podía creer que tenía en frente lo que usé en mi primer show en Los Ángeles, era corto de color verde oscuro, con un escote pronunciado y mangas campana. El cinturón cortaba dejando caer el resto.

Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora