Ludovica
Empujé la puerta pesada del salón y salí casi corriendo para que no intenten retenerme, en realidad, tampoco podía hacer mucho porque mi cansancio me sobrepasaba. Intenté tomar aire a la vez que no dejaba de caminar y vaciar la botella de agua que estaba tomando. Necesitaba bañarme con urgencia porque estaba hecha un asco y como mi día iba a ser lo suficientemente movido como para pisar el departamento, tuve que conformarme con hacerlo en los baños del estudio de baile en el que estaba practicando para el show de mañana.
—¿Qué pasa? —mascullé cuando me tocaron la puerta, desde que había llegado a Los Ángeles no podía tener un segundo de tranquilidad sin que estuvieran invadiéndome. Solía ser así todo el tiempo, pero me desacostumbré ni bien pisé Buenos Aires.
—Ludo, perdón que te joda..., pero me acaban de avisar que en media hora tenes una rueda de prensa y tenemos que salir ya.
Bufé por lo que me dijo Eze y fue la única respuesta que le di porque tenía que apurarme, no quejarme. Les habíamos pedido, casi suplicado, que nos den los horarios que íbamos a manejar para poder organizarnos, pero se negaron en todo momento con la excusa que no los tenían. Y ahí fue cuando entendí la verdadera razón, querían mantenernos a la expectativa de sus órdenes y manejarnos como si fuéramos títeres.
Ni siquiera había llevado ropa adecuada para ir a una rueda de presa y se iban a tener que conformar con mi pantalón deportivo de tiras blancas (que tenía abierto a los costados) rojo y una remera básica blanca. Claramente el tiempo de maquillarme o hacerme algo más elaborado fue nulo, así que mis anteojos arreglaron horas de estilistas. No me importaba mucho mi imagen porque seguía siendo de ellos y todo lo que transmitía, era su responsabilidad.
—¡No podes ir así Ludo! —chilló Belinda horrorizada cuando me vio. Me encogí de hombros, a la vez que me colgaba la mochila.
—No tenemos tiempo, era lo que me iba a poner para ir al estudio —le comenté despreocupada. Miré a Eze quien estaba concentrado en su celular— ¿Vamos Eze?
—Sí —suspiró cansado. Claramente era el que manejaba todo y si había alguien más cansado que yo en esto, era él—. Beba ya está afuera.
—¡Hey, Ludo! Banca —gritó Lisa corriendo hasta nosotros— ¿Después nos encontramos en la productora? Con Juampa estamos terminando de ultimar detalles pero te necesitamos.
Antes de contestar, miré a Eze para que conteste por mí, pero él solo se encogió de hombros sin saber qué decir.
—Mm, no sé. Te aviso.
—Dale que ya nos están esperando —murmuró mi mejor amigo bastante nervioso. Asentí y me despedí de todos con la mano antes de casi correr al ascensor. Una vez que las puertas se cerraron, ambos soltamos el aire que estábamos conteniendo por tanta presión—. Son solo dos días más...
—Es en lo único que estoy pensando —le contesté segura para que sepa que lo estaba entendiendo. Una vez que las puertas se abrieron, pudimos ver a Beba con una sonrisa muy genuina, tal y como era ella. Dejé todo el malestar de lado y me acerqué a abrazarla— ¡Ay, hola! Tanto tiempo.
—Hola Ludito bella ¿Cómo andas? —me saludó mientras me abrazaba con fuerzas y a juzgar por su contextura, claramente me apretó muy fuerte.
Beba era quien se podría decir que cumplía el rol de "guardaespaldas" acá, siempre estábamos juntas y me acompañaba a todos lados, era más una amiga que una empleada. Su casi dos metros no la hacían pasar por desapercibida, al igual que su pelo rasurado que siempre llevaba de distintos colores, en este momento lo tenía rosa que hacía juego con su buzo. La tes la tenía bastante morena, lo que le daba un aspecto muy caribeño, al igual que sus ojos miel.
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Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte
Novela JuvenilNo creo que lo primero que tenga que hacer sea presentarme, soy consciente que ya me conocen y si no... ¿Qué estás haciendo acá? Solo voy a decir que podes decirme Ludo, porque solo me llaman por mi nombre completo cuando están enojados y dudo que l...