capítulo dieciséis

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Pache

—¡Feliz San Valentín! —chilló Mai al vernos entrar. Parecía que estaba acostada en el sillón muy cómoda pero sin quejarse, se levantó para recibirnos, raro de ella que esté de buen humor y no se queje por interrumpirla.

Seguía fiel a mi decisión de no entrometerme más en su vida hasta que ella lo decida y sabía que se estaba esforzando bastante por ocultar tanto el secreto que no dejaba que salga. La conozco desde que nació como para saber que esas ojeras bajo sus ojos y la repentina delgadez que resaltaban sus pómulos, no eran simplemente por nada (respuesta que ella daba).

Mi vida estaba tomando cada vez más giros repentinos y eso impidió que pueda sentarme a hablar con papá como tenía planeado hacerlo. Claramente era algo pendiente que no iba a dejar de lado, solo esperaba no llegar demasiado tarde.

—¡Ay gracias! Yo sabía que estabas enamorada de mi —dijo Rena cuando mi hermana se acercó a abrazarla, siendo completamente ignorado por ambas.

—En realidad..., te estoy abrazando para saludar a mi verdadero amor, no soy un monstruo para hacer llorar a una embarazada —le contestó obvia a la vez que bajaba a su panza para besar y acariciar como quisiera, a penas se la notaba un poco hinchada. Cualquier persona podría pensar que estaba constipada tranquilamente. Mi novia se rió a grandes carcajadas haciéndome derretir por dentro por la imagen tan tierna que me estaban dando—. Hola bebé hermoso de la tía, feliz día —aniñó su voz dulcemente.

—Todavía no es un bebé...

—¡Ya lo sé Mateo! No me jodas.

—Deja de darme besos, me da cosquilla y sigo siendo yo —habló mi novia intentando sacarse de encima a mi hermana. Ella rodó sus ojos y la dejó en paz—. Y no soy una embarazada sensible...

—Sin estar embarazada lloras por todo, no me quiero arriesgar ahora —contestó haciéndola bufar. No quise meterme porque las hormonas le estaban jugando una mala pasada y no pretendía salir herido de una pelea que no era mía, así que solo opté por pasar mi brazo por su cuello y besar su cien.

Nunca voy a sacar de mi cabeza la manera que tuvo Maitena de reaccionar cuando le contamos la noticia. Primero se rió porque pensó que era una joda, hasta que se dio cuenta de nuestro desconcierto por su actitud, lo que provocó que se ponga seria de golpe y empiece a retarnos por ser tan irresponsables de tener un hijo a esta edad, pero solo fue hasta que cayó en realidad que iba a ser tía de nuevo y bueno..., empezó a llorar. Muy pocas veces la había visto así, por lo que también me hizo llorar a mi.

Aunque recién había pasado una semana desde que nos enteramos que ibamos a ser papas, todavía no me podía acostumbrar a la idea, simplemente era una locura. Ni siquiera me puse a pensar cómo iba a cambiar mi vida y mis habitos, solo estaba seguro que iba a hacerlo funcionar porque no pretendía dejar mi carrera y Rena tampoco la universidad. Sabíamos que iba a ser complicado, pero nada de eso sacaba la felicidad que estábamos sintiendo.

Todavía no empezamos a sentir sus movimientos, el obstetra nos dijo que dentro de unas semanas probablemente haga su primera aparición..., estaba muy a la expectativa de eso porque ahora solo podía sentirlo por los malestares que le estaba provocando a mi novia. Obviamente ya la jodí con que eso quería decir que le iba a hacer la vida imposible con su personalidad y yo iba a defenderlo. Era raro no saber cómo decirle, pero Rena estaba tan obsesionada con términos médicos que no me deja llamarlo de otra forma, por ende decidimos decirle cosa.

Ahora la..., cosa, tenía 17 semanas que serían aproximadamente cuatro meses ¡Sí, ya sé! Era un montón, nadie podía creerlo cuando lo vimos. Está teniendo un tamaño de 15,2 cm y pesa solo 142 gramos, demasiado chiquito para ser real. Claramente solo quería poner nuestro mundo patas arriba desde el comienzo, ya que no se hizo notar hasta entonces porque Reni estaba con pérdidas que contó como sus periodos. El obstetra nos dio una lista del porqué pasó, pero no voy a ponerme a detallarlas porque bueno, no tiene relavancia.

Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora