🍃19- Abierto en canal🍃

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Desesperado. Nervioso. Ansioso. Solo. Roto. Incomprendido. ¿Enamorado? ¡JODER!

La había cagado como nunca en mi vida. ¿A caso soy gilipollas? ¿De verdad pensaba que todo se solucionaría con música? Que encima es lo único a lo que ella le tiene trauma. ¡¿QUE DIABLOS ME PASA?!

La canción le había gustado, eso debía de admitirlo, sus lágrimas ya lo habían hecho por ella, pero tenía razón, eso no eran maneras de tratar un tema adulto.

Los chicos me habían intentado animar pero no había manera, prefería estar solo en casa reflexionando sobre la mierda de vida y de decisiones que estaba tomando. Yo no me merecía esto y muchísimo menos ella.

Cogí el cenicero al llegar a casa y saqué el paquete de tabaco de la chaqueta antes de dejarla colgada en el perchero del recibidor. Fui hacia el patio con una mínima, minimísima, esperanza de poder encontrarla allí y arreglar las cosas o por lo menos poder aclararlo un poco pero nada, me recibió el patio vacío, frío y con las plantas algo más apagadas de lo normal. Quizá necesitarían ser regadas un poco.

Pensé como un lunático y a diferencia de lo que me convenía solo pensé en ella. ¿Volvería a dirigirme algún día más de dos palabras seguidas? ¿Seguiría queriéndome? ¿Seguiría importándole? ¿Y si volviésemos al pasado? Solos ella y yo, sin problemas, sin traumas, siendo personas diferentes pero sin dejar de ser nosotros. Joder, que puta paranoia.

Mi pelo a estas alturas ya debía ser un autentico revoltijo de todas las veces que lo había movido de un lado para otro, debería vaciar el cenicero ya que no cabía ni una colilla más, creo que llevaba mas de medio paquete de tabaco en una hora y poco. Puto vicio relajante.

¿Cómo una chica podía volverme tan loco? ¿Qué tenia ella? Porque era ella, de esas de las que van en mayúsculas. ELLA. De las que sabes que con ella las cosas no se intentan, se hacen, porque para intentarlo siempre hay tiempo con otras con ganas de bailar un rato entre las sábanas y con menos ropa de la usual. No, ella era, en todo su esplendor, la chica. De la que no me cansaría nunca de escuchar hablar de sus cosas, de las que aún cuando está cansada consigue sacarte una sonrisa, de las que merece la pena escaparte de casa de tus padre a las tres de la mañana por la ventana del primer piso. Y si, lo he hecho, pero nada se compara a esta situación.

¿Dónde estaría ahora?

Cogí el móvil bajo la tentación de escribirle algo pero deseché la idea en cuanto vi la foto de su contacto. Dios. Esa sonrisa, esos ojos...¿había sido yo quien le había devuelto esa sonrisa o quién se la había quitado? Porque a estas alturas ya dudaba de todo menos de que era un gilipollas.

Apagué el teléfono, si ella no me iba a escribir, llamar o dar señales de vida, no quería saber del mundo por un rato.

Me desperté cuando la luz de sol ya me golpeaba con rabia en la cara. Oficialmente me había quedado dormido en el patio, lo que no recordaba era haberme puesto una manta encima. Olía a perfume de chica, con una mínima esperanza quise pensar que fue Suni pero a estas alturas veía más probable que hubiese sido Jisoo.

Me restregué los ojos con vehemencia, me peiné el pelo con los dedos, doblé la manta para dejarla encima de la mesa y encendí el teléfono. Me metí en la ducha nada más entrar en casa y cuando estaba saliendo del baño el sonido insistente de una llamada me hizo darme cuenta de que ya eran las once de la mañana y no había tomado ni un triste zumo, no había comido nada desde la comida de ayer.

- ¿Qué?- contesté rápido y seco a la llamada.

- Buenos días Jinyoung, hace una linda mañana. ¿Qué tal? Yo bien- dijo Mark con sorna.

Mi estúpido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora