🍃18- ¿A caso...?🍃

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Jinhyuk me dejó en la misma puerta de la casa y se fue. No por nada, sino porque se lo pedí yo, quería estar sola lo antes posible.

Nos despedimos con un movimiento de manos y una sonrisa, aunque la suya me supo a gloria. Había sido una de esas sonrisas cargadas de orgullo, de las de un padre orgulloso de lo que está haciendo su hija. ¿Cuánto hacía que no me miraban con orgullo?

Me sentí una persona fuerte y capaz de todo por milésimas de segundo, pero solo por milésimas, después me vi sola, que era lo que yo quería, no lo niego, pero que no sabía lo que tenía que hacer ahora no era una sorpresa.

Busqué si había alguien en el jardín de la casa, el propietario debía estar aquí para entregarme las llaves.

- ¿Hola?- dije en voz alta para ver si había alguien.

- Si- dijo una ancianita saliendo de detrás de unos árboles.

Parecía una mujer mayor, más o menos de la edad de la señora Im, tenía el pelo blanco a causa de las canas, la piel llena de pequeñas arrugas y una expresión de felicidad en la cara, simplemente adorable. Me miraba con ternura, como si me conociese de toda la vida, me recordó tanto a la señora Im que me pregunté que había sido de ella. Desde que se fue del edificio no había vuelto a saber nada de ella y la verdad es que la echaba mucho de menos. Tendría que llamarla cuando volviese.

- Aigo...que cabeza la mía, si venías hoy- dijo alegre la mujer acercándose a mi y cogiéndome las manos- Vamos dentro anda, que hace frío- dijo tirando de mi hacia dentro.

Sonreí porque era lo único que podía hacer. La mujer me condujo entusiasmada hasta la cocina donde parecía tener una tetera hirviendo desde hace un rato.

- ¿Te gusta el té?- me preguntó. Asentí.- Habla chica, que no me como a nadie- dijo ocultando sus bellos ojos claros con una sonrisa.

- Lo siento, es que soy algo tímida- dije rascándome la nuca nerviosa. La mujer se movía con soltura por la cocina pero cuando intentó coger las bolsitas de té de la balda de arriba de uno de los muebles y vi que no llegaba me moví rápida y se las bajé.

No es que yo fue alta pero a esa balda todavía me llegaba la estatura.

La anciana me devolvió una sonrisa y me hizo sentarme de nuevo.

- Tu eres la invitada- me dijo pasándome una taza con una de las bolsitas ya colocada. - Por cierto. ¿Cómo te llamas cielo?- me preguntó mientras me servía el agua.

- Suni, Park Suni- dije inclinando un poco la cabeza.

- Encantada Suni-sshi, yo soy Kang Naesong- me dijo muy suelta y coqueta mientras se sentaba al lado mía.

- Es un placer señora Kang- dije volviendo a inclinar la cabeza.

Me resultaba rara y un pelín incómoda esta situación pero la mujer me parecía tan hospitalaria y tan tierna que me daba algo de cosa ir directa al grano de la cuestión.

- Ven, que te enseño la casa en lo que se enfría un poco el té- dijo cogiendo de nuevo mi mano y conduciéndome por toda la casa.

La casa era preciosa, tenía una entrada amplia con muebles antiguos en tonos oscuros, si dabas unos pasos hacia delante había pegada a la pared de la derecha una escalera con una de esas barandillas antiguas que subía hasta lo que supongo que era el segundo piso. A la izquierda de la entrada había una especie de puerta (la cual no estaba) en forma de arco que daba a una pequeña sala de estar de la que quedé enamorada. Tenía una pequeña chimenea de leña (no de esas artificiales de ahora) que me resultaba acogedora, a su lado, un viejo tocadiscos perfectamente cuidado sobre una pequeña estantería llena de vinilos antiguos y algo más nuevos, enamorada era decir poco. Tenía un precioso sofá de color negro que me dejó embelesada y a su lado una ventana en la que podías sentarte debajo, como una especie de ventanal cubierto, desde el que por cierto se podía ver el precioso jardín delantero, lleno de flores...como mi historia.

Mi estúpido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora