Si mi vida pudiese resumirse en tres adjetivos creo que no me haría mucha falta pensar demasiado.
Penosa, dolorosa y secretamente pública.
Penosa porque...admitámoslo, soy la reina del drama y a veces, cuando la cosa se enfría, me siento patética y una exagerada.
Dolorosa porque no estoy hecha de plástico, tengo piel, conciencia y muchos recuerdos.
Secretamente pública porque por mucho que siempre había ocultado mi historia ahora iba por ahí predicándola a los cuatro vientos, menos una parte claro, faltaba el final apoteósico.
La anciana escucho mis penas y lamentos asintiendo de vez en cuando, entendiendo lo que iba diciendo o intentando asimilarlo, aún no lo sé. A ella si le conté todo hasta el final, aunque a vosotros todavía os queda un poco para saberlo, aún cuesta y....entre tú y yo, siempre me he dado miedo hasta yo. Quizás por eso nunca lo he contado hasta ahora.
La señora Kang se levantó sin decir nada y en un acto reflejó la imité. Subiendo las escaleras empezó a hablar.
- Hace poco compré una pequeña bilogía de una escritora española a la que han traducido al coreano hace unas semanas, al parecer ha tenido mucho existo en varios países. La acabé hace poco quiero que la leas en estos días que vas a estar aquí.- me dijo agarrándose al pasamanos para descansar una vez arriba.
- Pero....¿No va a decir nada al respecto de...ya sabe?- dije interrogándome si verdaderamente me había escuchado.
- No soy nadie para juzgar ninguna condición cariño, creo que a veces las palabras escritas superan a las habladas- y esa frase simplemente me encantó, me prometí internamente tatuármela en la cabeza para que siempre la recordase. ¿Qué más daba la frase que uno dijese si siempre había un libro donde ya había sido dicha?
La señora Kang abrió la pequeña sala misteriosa y me dejó pasar primero. Me vi en el cielo, el mismísimo edén me rodeaba. Se trataba una pequeña habitación llena de estanterías repletas de libros, libros de todas clases y colores, de todos los géneros habidos y por haber. Aquel, desde este momento, se convertiría en mi sitio favorito del mundo (a parte de estar al lado de él, ya sabéis a quien me refiero).
No me desmayé porque las deidades no quisieron pero ganas no me faltaron. Aquel pequeño espacio era precioso, con una enorme ventana que daba al jardín trasero y un pequeño asiento con cojines justo debajo de ella. Estaba cien por cien segura de que allí entraba una luz fabulosa para leer a cualquier hora. Miré asombrada a la ancianita que ahora andaba curioseando en las estanterías en busca de algún libro.
- Pero....señora Kang, esto es precioso, esta habitación es un paraíso- le dije completamente embrujada.
- Ay niña, que no es para tanto- dijo con una gran sonrisa que parecía que le quitaba años de encima.- Esta habitación es mi pequeño espacio para ocultarme del mundo, aquí puedo ser quien yo quiera gracias a estos libros, puedo imaginar mi historia, que...ojo...no pido un cuento perfecto, solo algo un poco menos trágico- sonrió pícara para después guiñarme un ojo.
- Es usted genial señora Kang- dije agarrando una de sus pequeñas manos arrugadas.
- Ay cielo que me sonrojo- dijo coqueta. - Espera que te busco el libro que te he comentado- me dijo volviéndose hacia la estantería que había detrás mía.
Estuvo unos minutos buscando en los que yo me entretuve en husmear un poco.
En esas estanterías no había ni una pizca de polvo, los libros estaban en perfecto estado y me sorprendió que estuviesen ordenados por género. Desde literatura coreana antigua hasta alguna novela romántica estadounidense de la mayor actualidad. Se notaba que era una enamorada de las letras y me encantó saber que tenía reservado un pequeño sitio en su casa para este maravilloso hobbie.
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Mi estúpido vecino
FanficEn la vida de Park Suni no había sido todo color de rosa. Tenía un pasado que ocultar, unas pesadillas que combatir y ahora un nuevo vecino que afrontar. - Quiero saber más de ti- - Deberías tenerme miedo, no curiosidad- - No puedo temer a una ch...