Capitulo 20

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—¿Como te fue en el trabajo? —preguntó Dior para cortar con la tensión existente.

No supe que me pasaba después de entrar en el coche, me sentía mas distante de él que en las ultimas horas, era incomodo este silencio y ha pesar de querer hacerle muchas preguntas no tuve el valor para formar ninguna.

—Bien —susurré.

Yo tenia la cabeza sobre la ventanilla, me sentía de una manera muy extraña, ¡estar con un Dior cariñosos es muy extraño!. Algo en mi mente se repetía una y otra vez, como una alerta anunciando que ese cambio en Dior no era nada bueno, o que en algún momento todo acabaría. Y mientras frente a mi, veía la ciudad de San Franciasto, no podía pensar en otra cosa que en lo que saldrá de esta extraña relación.

—¿Te pasa algo? —sentí como reducía la velocidad del coche, negué con la cabeza.

—No, solo estoy cansada —aclaré.

—¿Entonces te llevo a casa? —su pregunta fue saca de lugar, giré hacia el y los hoyuelos formados en sus mejillas delataron la sonrisa que aparecía en su rostro.

Oh Dios, es tan hermoso.

—¿Acaso no era allá a donde íbamos? —respondí con otra pregunta, me dio una mirada fugaz y comenzó a negar con la cabeza.

—Tenía planes de llevarte a un cena.

La mandíbula de me calló por la sorpresa que me daban sus palabras. ¡Dios!, tenia que preguntarle, tenia que llenarme de valor y pedirle una explicación.

—¿Puedes detener el auto? —vi poco a poco como su expresion divertida desaparecía y como apretaba los labios, segundos después hizo lo que pedí, apartó las manos del volante, volvió su cuerpo en mi dirección.

—¿Que te sucede?

Tenia que hacerlo. Yo puedo. Inhala, exhala.

—Estoy confundida —su ceño se profundizó ligeramente, comencé a moverme inquieta en el asiento—. No te entiendo. ¡Nada de esto lo entiendo! Ni el beso, ni la manera en la que te comportas.

El estaba extremadamente cómodo y erguido, mientras que mi postura era encorvada y preocupada, estaba muy nerviosa. De pronto soltó una carcajada para romper la tensión y tomo mi mano derecha con su mano izquierda.

—¡Eres tan tonta! —exclamó, brotando humor por los poros—. Te lo he dicho, quiero estar contigo, Ana. ¿Que es lo que te preocupa?

Bajé la cabeza avergonzada, creo que me había pasado de paranoica.

—Yo... Amh... ¡Dios!

Las manos me temblaban odiaba ser tan tímida y no poder expresarme con fluidez.

—Dime, Ana —exigió saber, me sentí como una niña siendo regañada por haber escondido algo, me tapé con la mano libre lo que pude de mi cara, Dios, estaba tan avergonzada—. Vale, no me digas. Ahora ven.

Como no hice ningún movimiento usó su fuerza y me acercó a el llevándome a su regazo, sentí que el corazón se me saldría del pecho, nuestros cuerpos encajaban perfectamente.

—¿Que somos? —dije al fin, mi cabeza estaba apoyada en su musculoso pecho, tenía la respiración agitada como la mía, y tal vez eso me dio seguridad.

—¿Es eso lo que te preocupa? —su pecho vibró cuando una risa abandonó su garganta—. No quiero etiquetas y tu no quieres enrrollarte conmigo... —le golpee el costado derecho cuando note que decía esas palabras con gracia pero también con la esperanza de que a última hora pudiera aceptar— !Auch! Vale... —continuó—, tu quieres mi fidelidad y yo la tuya y a ti. Asi que ambos conseguimos conseguimos lo mismo al final y tal vez yo pueda ceder al titulo de novio si vienes a comer conmigo, y eso somos, aunque literalmente no te lo he pedido, pero no hace falta porque se que aceptaras.

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