Prólogo

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Madrid, España. Gira Erreway. 7 de Diciembre del 2006.

Había aceptado hacer esta gira atribuyendo todas las consecuencias que podría traer el volver a verla. Aceptando lo que podría pasar. Evitando cualquier cosa que pudiera suceder que me haga arrepentir de algo.

Tenía novia, María. Y eso era lo único en lo que debería de importarme. Sé que jamás le fallaría. Mis sentimientos son claros hacia María, le quiero, nada me puede hacer cambiar eso. Si es así, ¿Por qué desde que la volví a ver, tan hermosa como siempre, he tratado de mantener una distancia con ella? No confío tanto en mí después de todo.

Era la última noche del tour. Había acabado el último show, después de todo no pasó nada de lo que pudiera arrepentirme. Sin embargo no puedo evitar sentir que me arrepiento de no haber hecho nada.

Después del show fuimos a un bar. Celebramos un poco, sin creer que aún un par de años después la gente seguía coreando las canciones. Bebimos un poco, tal vez un par de horas. Al poco tiempo decidimos volver al hotel a descansar, el vuelo saldría mañana temprano.

Como todas las noches anteriores, cada uno iba a su habitación. Solíamos volver cansados, sin ganas de hacer mucho. Precisamente esta noche mi cabeza estaba hecha un desastre. Le seguía dando vueltas al mismo tema.

Llegué a mi habitación.  Me sentía un poco raro, tal vez más que las noches anteriores. Podía ser el poco alcohol que bebí. Encendí la tele, trato de prestarle atención pero no puedo. Una sonrisa se formó en mi rostro después de pensar en todo lo que habíamos vivido estos días y el sonido de la tele se empieza a escuchar alejado.

Recordé la entrevista que tuvimos el primer día que llegamos. Las preguntas raras que nos hicieron. Lo emocionados que estábamos de volver a cantar juntos en el escenario. Como Felipe le explicó eso al entrevistador. Como me perdí viendo a Camila observar a Felipe hablar. Como Camila se dio cuenta que la observaba, y quedarnos viendo dos segundos. Cómo me dedicó una sonrisa. Como se la devolví. Como mi corazón latió, y como mis manos sudaban.

Camila, siempre sos vos.

Tan oportuna podés ser que terminás en mis pensamientos todo el tiempo.

El sentimiento de arrepentirme de no haberme acercado tal vez un poco más a vos me invade y una tristeza se apodera de mí.

Salgo a caminar por los pasillos del hotel para poder despejar un poco mi mente. Tal vez así logro concebir un poco el sueño y olvídame de vos, por lo menos para poder dormir tranquilo. Se había hecho un poco costumbre en mí hacer esto cuando este tipo de cosas me quitaban el sueño y no me lo devolvía más.

Me había prometido a mí, no hacer algo que me pueda hacer arrepentir, o que sepa podría herir a María. Pero ahora me arrepiento de esa decisión. Tal vez es el alcohol.

Sea lo que sea, y de cualquier manera, el resultado era el mismo sentimiento: Arrepentimiento. Me pregunto entonces: ¿Vale la pena arrepentirme de quedarme con estas ganas de saber que pudo haber pasado con vos si me acercaba? O, ¿El arrepentimiento de herir a alguien que se por seguro que quiero y me quiere? No me doy tiempo para responder porque te veo ahí; acostada en el mueble del pasillo del hotel, moviendo tus pies al ritmo de una canción que probablemente se escuche en tus audífonos. Lo tomé como una señal. De todas maneras el alcohol es el que no me está dejando pensar bien. Eso me conviene pensar. Ella voltea a verme, me dedica una sonrisa. Se la devuelvo. Saca los audífonos de sus orejas y los coloca en la mesa. Yo decido acercarme a ella. Tomo sus pies, y los levanto un poco para yo poder tomar lugar en donde estos antes se encontraban. Tratando de verme normal. Natural, como los viejos tiempos. No comprendo cómo pasé de evitarla por tanto tiempo a esto.

El Último Adiós de un Gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora