Sufro estando sin ella, pero estar con ella es sufrir siempre.

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No sé cuanto tiempo ha pasado desde que llegué a mi casa.

 No entiendo como he hecho para simplemente ignorar las preguntas que Martina me hizo. 

No sé en que momento Martina dejó de golpear la puerta de la habitación de huéspedes preguntandome si estaba bien. 

No entiendo como pude solo bloquear el sonido de su voz y de la puerta siendo golpeada. 

No sé como es posible que un mínimo momento cambie por completo la percepción que he tenido sobre mi entorno por tanto tiempo.

 No entiendo que es lo que pasa dentro de una persona para que pueda llegar a sentir este dolor.

Lo único que sé es que duele, lo único que entiendo es el dolor.

Mis ojos miran al techo. Yo estoy acostado en la cama, boca arriba, con mis brazos abiertos en cada punta de la cama, y las lágrimas caen a cada costado de mi rostro. Pero yo solo observo el techo.

Recuerdo las palabras de Camila la primera vez que me terminó. Puedo escuchar las palabras de Camila cuando lo hizo por segunda vez. Todas las veces que Camila me dejó en claro que Marizza estaba enamorada de Pablo, no ella de mí vuelven como fantasmas con el único fin de seguirme haciendo sentir miserable, agregando más dolor a este momento. 

Pero el recuerdo de sus palabras diciendome que todo eso fue mentira, que mi sufrimiento, mi ansiedad fue innecesaria.  Ese es el que más duele. Pero no entiendo la razón.

Y todos esos recuerdos lo único que hacen es atormentarme.

Comparo él sufrimiento de todos esos momentos con el de ahora; es el mismo en todos los casos, pero simplemente ahora está acumulado. Ahora solo estalló. La sensación de que siempre me sentí con este desconsuelo tan grotesco me invade. Siempre fue dolor, solo que yo traté de negarlo.

Busco entender, ¿Por qué cuando al fin escucho lo que siempre quise escuchar de sus labios, sin que sea actuado, sin libreto ni cámaras, me duele tanto?

Me cuestionó el hecho de que tal vez si yo hubiera tenido una reacción distinta, y no me hubiera dejado llevar únicamente por el dolor, ahora estuviera con ella. Pero es que cada vez que estoy cerca de ella solo hay suplicio.

Me llenó de impotencia, lanzando lo primero que tengo a mi alcance contra la pared, un grito sale de mí, tratando de liberarme, no funciona. Es el primer movimiento que hago desde que llegué aquí, pero no tengo noción del tiempo. A penas tengo noción de mi.

 Un dejavú vuelve a mi, me encuentro en el mismo escenario a cuando supe que se había ido para siempre y que no volvería más.

El mismo recurso barato a cuando me dijo que no me amaba, ahora lo usa para decirme lo contrario.

Los gestos, la súplica por que la entienda. Es todo de la misma manera. Simplemente que ahora decidió que diría que me ama, no que jamás lo hizo.

Ya no sé que es lo mejor para mí. No sé cuando sufro más. Si con ella, y teniendo siempre el miedo de que vuelva a cambiar de opinión, a no sentirse cómoda, o sin ella. Donde la tortura de porqué no podemos estar juntos si amor hay suficiente.

Si con lo que yo la amo alcanza para los dos.

Pero, si todo este tiempo fue mentira el que no me amara, ¿Que me asegura que lo que dice ahora es la verdad? Y es que solo duele, cuando se trata de ella solo hay dolor. Ya no es más felicidad, eso dejó de serlo desde que para ella se convirtió todo en indecisión. Fue más tortura que tranquilidad, fue más angustia que alegría.

Retumban sus palabras en mi; "Te mentí, jamás te terminé, ni me fui esa noche, como te dije, porque no te amara." Es todo lo que siempre quise escuchar, y yo entiendo que ella necesitaba decirlo porque probablemente sentía lo que siento yo ahora, pero es que a mi simplemente me destruye. Su recuerdo me ha atormentado siempre y sus explicaciones, sea cuales sean, me dejan agotado y sufriendo. Siempre termino así; hundido en dolor, y no importa cuando sea, en que momento de la vida, la pena es la misma.

Y es que yo no lo entiendo. Porque sigue pasando el tiempo, sigue pasando la vida, pero ella siempre tendrá la habilidad de destruirme con lo más mínimo que haga, y es que no lo entiendo.

Hay ahogo en mi, hay desesperación en mi. Me ahogo en mi dolor y me desespero al no poder evitarlo. A siempre ser yo quien termine totalmente agotado, lastimado, perdido.

Camila es la única con el poder de hacerme sentir tan miserable aunque yo tenga todo para no serlo, porque ella es la única que tiene el poder de hacerme plenamente feliz. La odio por tener ese dominio en mí. Dominio que yo le otorgué.

Sin embargo más me odio a mí porque se que ese odio que le escupí a la cara es solo otro intento mío fallido de tratar ocultar todo el amor que siento por ella, y me siento un imbecil porque sé que es totalmente inútil. 

¿Pero que recurso me queda? Si la dejé de ver por años y en el segundo que su presencia volvió sentí todo de vuelta. Sí no me sirvió tampoco el hacerme el superado cuando preguntas de ella venían. Nunca me sirvió nada.

Tal vez si la odio el doble de lo que la amé funciona.

La sensación de sus palabras diciendo que me ama, y haciendo que mi corazón se iluminara se ve bloqueado por el la sensación de que me mintió de manera tan vanal y descarada sin importarle como me sintiera yo, y entonces desprecio y sufrimiento es lo que realmente clava mi corazón como cuchillas, porque a alguien que realmente amas no le mentís, no le decís palabras que sabes que le dolerán solo por tu conveniencia, yo jamás le haría eso a ella.

Y la razón es porque realmente no me ama, o mi manera de amar es muy distinta a la real.

Uno de los dos simplemente no sabe, o no puede amar como el otro, eso es lo que siempre nos hizo daño, nos separó, pero yo a penas lo entiendo ahora.

Me acuesto de la misma manera que estaba en un inicio y pongo todo mi brazo sobre mis ojos, tapándolos para llorar como un cobarde. 

La puerta vuelve a sonar, y mi cabeza duele de tanto llorar.

Pero escucho la puerta abrir, yo no me muevo. Entonces distingo desde el espacio que me deja mi brazo una silueta que se para frente a mi. Veo una falda larga y los sonidos de collares me hacen alzar un poco el brazo y fruncir el ceño. El dolor de cabeza ante el sutil movimiento hace que ponga mis manos sobre mi frente, y veo a Paula de brazos cruzados frente a mi, con cara de reproche.

—Vos y yo finalmente vamos hablar. —Dice y toma asiento al lado mío sin permiso.

El Último Adiós de un Gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora