Capítulo VII

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El calor de Buenos Aires definitivamente es algo que nadie puede extrañar. Mis ojos están cubiertos por mis grandes gafas negras que Camila me regaló en algún momento.

Entro al lugar en que me cité con Felipe.

 Llegar a Belgrano no se me hizo tan difícil como pensé, considerando que llevo mucho tiempo sin realmente recorrer Buenos Aires.

Hago una vista panorámica del lugar. Bastante lindo. Veo a un hombre sentado y dudo un poco en saber si realmente es el tan cercano amigo de Camila. Él hace contacto visual conmigo, parece tener la misma duda que yo, entonces me acerco a él.

—Hola Felipe, ¿Qué tal? —Me aseguro de hacerle pensar que no tuve duda alguna de quien es.

El me devuelve el saludo amistosamente, sin embargo un considerable silencio incómodo invade el lugar.  

—No quiero sonar grosero, pero ¿Qué es lo que tanto le sucede a Camila que te urgía tanto verte conmigo? —Me pregunta intentando sonar amable, pero no puedo evitar sentir que tal vez esta cita si le incomoda. 

Yo sueno un poco la garganta. Ël parece querer ir directo al grano, y yo agradezco por no tener que llevar una conversación aburrida previa a mi punto.

—Vos sos el mejor amigo, la conocés mejor que a nadie, y yo estoy preocupada por el tema.

El me observa entrecerrando un poco los ojos.

—Tengo una idea de que puede ser, pero no estoy totalmente seguro. Si te lo digo tengo miedo de romper un secreto de estado y que mi cabeza termine colgada.

—Bueno, entonces te lo diré, porque sé que si yo sé esto, tu sabes lo mismo y más. 

El asiente, yo lo siento tenso, y noto que las manos le sudan un poco.

 —Benjamín, creo que ese es su nombre.

El parece suspirar aliviado, yo arrugo mi frente. Me pregunto que otros secreto puede llegar a saber él de Camila que lo tenía tan denso.

—Eso, sí. Uhm...No sé realmente que se puede hacer sobre ese tema. Creo que ya quedó concluso.

Yo me acerco a la mesa, me quito los lentes.

—El problema es que para Camila no está concluso. ¡Bah! Bueno, no es que no lo esté. Pero el tema le está empezando a incomodar demasiado.

El lanza un largo suspiro, pareciera que el tema lo entristece un poco.

—Yo más que nadie hubiera querido que ellos terminaran juntos, y amo a Camila con todo mi corazón, es mi hermana. Pero la culpable de que las cosas estén así es únicamente de ella.

—¿Por qué lo decís?

—¿Camila no te ha contado nada del tema? —Me mira extrañado.

—Solo una vez, cuando salió la noticia que sería papá. Ella se puso muy mal, jamás había visto a Camila llorar, ese día lo hizo. Fui a ver como estaba y me contó un poco de ellos, que ella decidió dejarlo porque sentía que el amor que sentía él por ella era injusto, pero después de eso no tocó más el tema.

—Porque le duele. —Me interrumpe. —Camila tiende a no hablar de las cosas que le duelen, pero no sabía que le había afectado tanto el tema de Benja formando una familia. Es más, una vez se lo llegué a comentar y ni siquiera me prestó mucha atención.

—Tú mismo lo dijiste, le duele el tema. Además vos la conocés, jamás va admitirlo en voz alta. Ímaginate lo mal que tuvo que estar ese día para que me lo admitiera a mí.

Lo veo alzar las cejas y mover la cabeza mientras tomo un sorbo de su vaso de agua,

—Jamás vi a Camila tan destrozada, el día del cumpleaños de tu hija cuando los vio se largó al baño a llorar.

El guarda silencio, y niega con la cabeza.

—La verdad es que no la entiendo. —Se mantiene negando. —Ella es la culpable de todo esto. —Repite

—¿Vos te sabés la historia? —Pregunto  también tomo un sorbo de mi vaso de agua.

—¿Que sí me se la historia? —Responde alnzando la voz . —Yo viví la historia.

—¿Me la contás? 

El vuelve a suspirar, ya perdí la cuenta de cuantas veces lo hizo. Rasca la cabeza, y me sorprendo ante su respuesta.

—Pedíte un té, porque esta historia es larga.

El Último Adiós de un Gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora