Capítulo XX

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—Estoy harto de las mujeres.—Habla Benjamín entre suspiros mientras se sienta en el mueble, el deja a Rita en el suelo.

Yo rasco mi cabeza. Me encuentro en una situación comprometedora pero inevitable: Mis dos mejores amigos, con una rara pero intensa historia que lleva años, que se si se ven ahora es bastante incierto lo que pueda pasar, en mi casa. Ambos queriendo hablar conmigo.

Alguien saldrá muerto.

espero no ser yo.

—Contame, ¿Qué sucedió ahora? —Tomo asiento frente a Benjamín, determinado a escucharlo y rogando a mis adentros que Camila no lo haga.

—Mujeres, eso me pasa. —Repite. Yo solo guardo silencio, trato de mantener mi postura normal, neutral. Levanto mis cejas en señal de que continúe. 

—No...Ni yo sé que es lo que en realidad me pasa. —Tartamudea al inicio y baja demasiado la voz. Pasa su mano por toda su cara, lo noto desesperado. Luego respira sonoramente. —Martina no me habla. —Concluye.

—¿No tenés idea de la razón? Tal vez algo que hiciste, o dijiste. —Sugiero. Mi mano tiembla un poco, la escondo detrás de mi espalda. No puedo controlar la tensión que siento sobre saber que Camila está en el otro cuarto junto con Paula.

El empieza asentir continuamente su cabeza, sin notar mi clara ansiedad.

—Tengo una ligera sospecha...—Me mira fijamente. —Puede ser que yo haya cambiado un poco mi actitud desde lo que pasó...Lo de Camila.

—¿Desde que pasó lo de Camila o desde que volvió Camila?

El me mira con mala cara, luego vuelvo a notar su desesperación.

—No sé que hacer, te juro que no sé qué hacer. —Esta vez se escucha como una súplica, siento como si realmente necesita una respuesta, pero no sé si se la pueda dar yo.

Yo pongo mis brazos sobre mis rodillas, para observarlo mejor. 

Si bien yo ya no quería estar en el medio de toda esta historia, siempre parecen ellos encontrar una manera de mantenerme ahí. Acabo de salir de ver a mi mejor amiga totalmente destrozada por toda esta historia que aunque parece por ciertos ratos tener pausas, nunca se acaba.

Y ahora estoy viendo a mi mejor amigo, no muy distinto a ella, tal vez incluso con un ataque de ansiedad.

Pienso en Paula; en qué es lo que haría y todo lo que ha venido diciendo. Me siento a mi mismo seder ante Paula y sus ideas aunque ni siquiera esté acá. La maldigo un poco, porque hasta ahora no ha demostrado nada más que tener razón. Siento iluminarme, y sé que tal vez lo que necesitan es finalmente decirse lo que nunca pudieron, aunque no sea directamente.

Miro de reojo hacia el pasillo a mi habitación. Yo me levanto, y voy hacia la cocina, que queda un poco más cerca de donde se encuentran Paula y Camila en este momento.

Los recuerdos de todas las veces que Cecilia y yo manteníamos conversaciones en la mesa y Aurora podía alcanzar a escuchar porque se encontraba en mi dormitorio vuelven a mí. Volteo a ver a Benjamín.

—Tengo un poco de hambre, tal vez vos necesitas comer también un poco, vení.

El me mira, tal vez un poco dudando, pero al final acepta. Agarra a Rita del suelo y se acerca. Toma asiento en la mesa, y sienta a rita sobre su pierna derecha. Yo pongo los buñuelos de calabacín al horno que preparó Paula en el centro.

—¿Vos los preparaste? —Me pregunta.

Yo asiento la cabeza, más nervioso por lo que estoy a punto de provocar. No sé si estoy cometiendo una traición o un acto de buena fé. Pero sé que si esto ayuda a que todos al fin estemos en paz, es lo correcto.

—Eh sí, hice a la mañana y me sobró y pues se me antojó un poco ahora. —Benjamín asiente, yo lo miro, mis manos sudan un poco. Pero yo prosigo con lo que decidí. —Bueno, entonces, ¿Qué pensás hacer?

—Si supiera no hubiera venido hasta acá. 

Yo solo lo miro, vuelvo a dudar en sí hacer lo que estoy pensando, pero continúo.

—¿Qué es lo que te tiene tan angustiado? ¿El que no estás bien con Martina, o que la llegada de Camila te está haciendo dudar de tus sentimientos sobre ella?

El mira al suelo, sube su mirada un poco hacia mí. 

El solo me observa, y yo hago lo mismo. Pero él no dice nada.

—Benja, yo no soy ni vos ni Cami para saber que es lo que sucede, pero lo que sé es que muy probablemente lo que necesiten es hablar. Sin gritos, sin enfrentamientos, sin rencores, sin resentimiento, incluso sin sentimientos. Solo escucharse.

—¿Para qué?

—Pues por la misma razón por la que ella decidió decirte todo lo que te dijo, para estar en paz. Con ustedes mismos.

—Felipe, vos no entendés. Esto vas más allá de solo estar en paz conmigo mismo.

Yo lo observo, tengo la respuesta a lo que le sucede. Dudo un poco al no saber si es o no lo correcto de decir.

Suspiro por última vez, rasco mi nariz, resignado.

—¿Si tanto la amás porqué al fin no intentás estar con ella?.

Puedo ver la sorpresa en la cara de Benjamín ante lo último que dije. Pareciera que era lo que estaba buscando que alguien le diga, lo que quería escuchar.

Empieza a negar por la cabeza, siento que acabo de quebrar un muro que el mismo puso sobre sus sentimientos. Lo siento real, lo siento honesto.

—Ya no tengo diecinueve años para jugarme así, arriesgarme a tanto y con tanto. Además no es lo correcto.

La voz parece temblarle, y podría jurar que sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Qué no es lo correcto? ¿Hacer lo que sentís?

El me mira, y luego niega con la cabeza.

—Es demasiado tarde. —Susurra, pareciera más para él mismo que para mí. — Es injusto para Martina. Lo único que hizo fue hacerme feliz, no se lo merece. —Contesta alzando la voz.

—Tampoco se merece estar con alguien que solo está ahí por lástima, o por no querer estar solo.

—No es lástima, yo la quiero, y mucho solo...

—Solo que no es Camila. —Lo interrumpo completando su frase. —La querés, pero no es Camila.

Nos volvemos a quedar en silencio, el no dice nada. 

— Te asusta darte cuenta ahora que jamás se va a comparar a lo que sentís por Camila, ¿Verdad?

—¿Qué no se compara a lo que sentís por mí, odio? —Escucho una fina voz atrás de mí. Veo la cara de asombro de Benjamín, y yo volteo hacia donde el está viendo.

La escena es Camila y un poco más atrás Paula. Se puede ver cierto enojo en la cara de Cami. Yo siento mi cara empalidecer, y puedo afirmar que Paula y Benjamín están iguales.

—Escuchamos voces, luego un poco de su conversación y...No la pude detener. —Dice paula en medio de tartamudeos, mientras pasa sus dedos por sus labios. 

El ambiente se pone tenso, nadie dice absolutamente nada. 

—¡Ay bebé! —Exclama Paula hacia la dirección a donde está Benjamín, que aún tiene a Rita en sus brazos. Paula se acerca y la toma, y Rita parece feliz en los brazos de ella.

—Cami...Yo...—Trata de hablar Benjamín, pero no puede de decir nada.

—Felipe, ¿Nos podés llevar a la terminal? —Camila evita verlo. Posa su mano tras su cuello, viendo al suelo.

—¿Ahora? —Pregunto sorprendido ante su pedido.

—Sí, ya...Nos volvemos a bariloche. —Completa Paula.

Camila evita el contacto visual con Benjamín. Paula aprieta sus labios incómoda y trata de jugar con Rita. Yo volteo a ver a Benjamín instintivamente y puedo ser testigo del momento exacto en el que su corazón se rompe...De nuevo.


El Último Adiós de un Gran Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora