Capitulo XIV: A Mi Me Gusta Una Mujer

7.9K 705 166
                                    

Corrían las primeras horas de aquella tarde y Juliana se encontraba reunida en su oficina con los dos propietarios la firma Harridatsingh, el cliente más importante del estudio y una de las entidades financieras de mayor auge en toda España que se encontraba en pleno proceso de expansión por lo que necesitaban la apertura de diversas oficinas administrativas y sucursales alrededor de todo el país.

Ella y los hermanos Randy y Alexander Harridatsingh compartían algunos bocadillos mientras tomaban café e infusiones y discutían sobre el nuevo proyecto que deseaban que la arquitecta realizara para ellos, consistía en la elaboración del diseño de 16 modernas oficinas para recibir un alto flujo de clientes de manera diaria. Estas oficinas ya tenían espacios preconcebidos por lo que se necesitaba de un arquitecto muy experto que pudiera adaptar sus propuestas a estos y de paso mantener la estética e incorporar la funcionalidad y modernidad que eran el sello característico de las sucursales de la importante firma.

Durante la charla le manifestaron el alto grado de satisfacción que habían tenido con la última propuesta que había creado para ellos y le solicitaban de manera bastante sutil que se hiciera cargo personalmente de este nuevo requerimiento, eran fanáticos de su trabajo y reconocían en ella las cualidades que necesitaban. Su pasión por crear, el cuidado en los detalles, su manera de jugar con la funcionalidad de los espacios, su capacidad creativa y su magistral manera de incorporar nuevas tecnologías a sus diseños eran las cualidades que la diferenciaban del resto de sus colegas, su trabajo era impecable y su compromiso en cada proyecto eran indiscutibles por eso no sorprendía a nadie que la mayoría de los clientes del estudio tenían cierta inclinación a trabajar de manera directa con ella.

A veces esa situación le resultaba bastante incomoda ya que conocía del talento y las aptitudes de su socio, pero era algo que habían aprendido a manejar con el paso de los años. Ella atendía esos casos especiales mientras él se encargaba del resto de proyectos abiertos en el estudio y así podían sobrellevar todo sin necesidad de crear conflictos de egos profesionales o retrasar proyectos importantes, al menos eso pensaba Juliana.

Lo cierto es que, si generaba en Alex cierta frustración el hecho de que la mayoría de sus grandes clientes prefería trabajar directamente con la arquitecta, no entendía el porque del favoritismo hacia ella, aunque si podía reconocer perfectamente que tenía un don especial para crear y que su talento era innato. Le admiraba como profesional y, en lo personal, estaba dispuesto a tragarse su orgullo con tal de tenerla cerca y evitar situaciones incomodas que pudieran dar al traste con la relación de amistad y sociedad que tenían desde que se conocieron. Se contenía a si mismo y se convencía de que era lo mejor para el negocio, aunque secretamente solo esperaba que Juliana pudiera enamorarse de él a través de la admiración por ceder en este tipo de situaciones, deseaba que lo viera como un hombre dispuesto a hacer todo por ella, incluso a rebajar su orgullo con tal de verla feliz.

La arquitecta hizo galas de todos sus conocimientos y experticia en ese tipo de requerimientos, convenció a sus clientes de los ajustes que ella consideraba necesarios, los acorralo y los llevo hasta su terreno para poder llevar la conversación bajo sus propios términos. Obviamente sabía que de antemano ellos habían elegido su estudio para ejecutar el diseño así que pudo hacer varios movimientos arriesgados durante la negociación, hizo las demandas y exigencias que consideraba necesarias y ellos cedieron en la mayoría de los casos.

Al finalizar la extensa conversación los acompañó hasta la salida y los despidió con el típico apretón de manos que era una especie de firma y sello a todo lo acordado previamente. Al verlos partir una sonrisa de júbilo y supremacía se apodero de su ser y realizo un gesto de triunfo apretando su puño derecho y lanzando al aire un pequeño grito de alegría que su asistente alcanzó a escuchar y sonrió mientras se acerca a la entrada de su oficina.

Amor & PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora