Capitulo XXXIV: No Puedo Seguir Sin Ti

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Fernanda Valdés se encontraba perdida en sus propios pensamientos, con el corazón roto y la desesperación reinando en ella. Su cabeza daba mil vueltas intentando encontrar una manera de despertar de aquella pesadilla en que se había convertido su vida, pero no existía ninguna solución porque lo que leía en cada diario digital o veía en la televisión era la más cruel de las verdades. Su padre había sido asesinado de manera despiadada y su cuñada, Valentina Carvajal, estaba siendo señalada como la responsable directa de su muerte. Si bien la joven confiaba plenamente en Pepe porque le había llegado a conocer muy bien, no ocurría lo mismo con la novia de su hermana. La rabia y las dudas la cegaban, le llenaban de incertidumbre respecto de todo lo ocurrido. Se cuestionaba si la castaña era la culpable, si ciertamente ella tuvo que ver en su muerte o si todo aquello era una trampa para inculparla. Dudas e incógnitas lacerantes merodeaban por su cabeza y le atormentaban, se mezclaban con el dolor y la tristeza de sentir que perdió a una de las personas que más amaba en su vida. Sentía que había caído en un abismo profundo donde no existía ni siquiera una chispa de fe o esperanza a la cual aferrarse.

Su padre y Juliana lo eran todo para ella, sus amigos, compañeros, consejeros, quienes hacían de su vida algo que valía la pena vivir. Recordaba una y otra vez sus charlas, los eventos familiares, los juegos, las frases, los consejos. Todo eso solo conseguía hundirla más en el llanto y la rabia que lo único que lograban era acrecentar su deseo de venganza hacia los culpables y muy poco le importaba quienes fueran. Si Valentina tenía algo que ver en el crimen, debería pagar por el sin importarle el vínculo que existía entre ellas.

Pepe por su parte conocía a Carvajal desde mucho tiempo atrás y la sabía plenamente inocente, incapaz de hacer algo tan atroz y traicionero. No solo porque amaba a Juliana con toda su alma sino porque su sentido de justicia y respeto por la vida no le permitiría matar a alguien a mansalva y mucho menos venderse al mejor postor. Desde su posición no podía hacer mucho más que estar con Fernanda y darle su apoyo, regalándole su paciencia y ternura para que no se sintiera sola. Deseaba que supiera que él estaría para ella siempre, que por más difícil que fuera el panorama actual haría hasta lo imposible por mantenerla a salvo y ayudarla a construir una vida desde cero si fuera necesario. Estaría allí para ella, dispuesto a ser un amigo y protector incondicional, aunque se moría por ser algo más que eso. Sin embargo, no era el momento para hablar de amor pues Fernanda solo necesitaba drenar su dolor mediante las lágrimas que corrían como un rio bravo por sus mejillas y expulsar el dolor que oprimía su pecho.

Cuidarla y protegerla eran sus grandes anhelos, tener el poder de darle un poco de luz en medio de tanta oscuridad. Hacerle saber que tomaría tiempo para sanar, pero que se levantaría y podría continuar con su vida. Él estaría allí con ella en cada paso si se lo permitiera. Le dolía en sus adentros verla llorar y marchitarse con cada día, ver como la sonrisa dulce y tierna de la que se enamoró ya no visitaba su rostro. La joven llevaba días sin dormir ni alimentarse correctamente y eso le preocupaba sobre manera, hacía varios intentos por día para que comiera algo, pero casi nunca lo lograba. Trataba de no insistir para no invadir su soledad, solo tocaba a su puerta para darle de comer y recordarle que estaba allí y que podía confiar en él porque le quería.

- Te traje algo para desayunar, desde ayer por la mañana no has comido nada – expresó el joven con voz preocupada mientras entraba en la habitación.

- No tengo hambre, me duele un poco la cabeza – respondió sin abandonar la posición fetal en la que se encontraba sobre la cama - ... más tarde intento pasar algo, pero ahora mi estomago sigue cerrado.

- Entiendo princesa – se acercó con pasos suaves y se sentó en el borde de la cama, frente a ella para acariciar ligeramente sus cabellos – pero tienes que comer algo, mientras más horas pasen peor será la reacción de tu estomago al ingerir alimentos. Si quieres solo intenta con el zumo de naranjas y el resto lo dejas para luego – se miraban fijamente y la joven le regaló una semi sonrisa. La primera que veía en días desde que pasó todo aquello con el embajador.

Amor & PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora