Al despertar la niña Hanahaki miro su el techo que apenas era reconocible por la poca luz. La casa Yuuma, la habitación destinada a los huéspedes más prestigiados. Se preguntó cómo había llegado ahí, no estaba segura si era de día o de noche, pues la habitación se encontraba cerrada y la luz del día o de la noche no llegaba.
Miro a un lado suyo para ver al demonio que hizo que estuviera ahí en primer lugar, leyendo quien sabe qué libro, junto a él una veladora iluminando levemente la habitación. Podía ver a aquel ser, probablemente, el hombre más atractivo que la niña había podido de ver en su corta vida y el más peligroso ante el cual ha estado de frente. El demonio notó como la humana le miraba sin decir nada, sus ojos que denotaban su reciente despertar, pero también el cansancio que cargaba consigo casi a diario, también podía notar el pequeño rasguño en su cuello.
— Puedo preguntar ¿qué le ha pasado en el cuello? – su voz seguía siendo profunda, pero mucho más amable.
— Salí de noche, nunca haga eso, siempre que salgo de noche algo malo pasa.
Por supuesto que siempre pasaba algo, o se encontraba con borrachos, o un cazador de demonios le amenazaba con su espada a sospecha que fuera un demonio, o terminaba desmayándose frente al demonio más poderoso que haya visto. Definitivamente, la noche no era su aliada.
— La noche no es el mejor momento para ninguna mujer, si se me permite decirlo.
— La noche es el mejor momento para estar en silencio, el mejor momento para escuchar a la vida. — La niña trato de sentarse en el futón, pero termino sintiéndose mareada por aquel ligero pero rápido movimiento, que en otras circunstancias no habría sido nada, pero ahora le causaba un tremendo disgusto.
— Creo que diferimos un poco – el demonio cerro el libro de par en par y lo dejo en la mesilla para tomar la charola con comida entibiada por el tiempo que había estado ahí. Coloco la charola de comida a un lado de la niña, antes sus cabellos estaban amarrados en un patético rodete, ahora todos sus cabellos se encontraban sueltos.
La niña miró la charola con intriga, luego miro al demonio quien le indico que comiera, también le dijo que era de día, pero él era tan alérgico al sol que solo asomarse un poco le causaba un sarpullido en su pálida piel. Por eso se encontraban en una habitación cerrada, del cual no podrían salir hasta que la noche llegara nuevamente. La niña comió silenciosamente, pero con rapidez, cosa que se había acostumbrado a hacer a causa de su madre que le buscaba marido.
— Disculpe, si no podemos salir hasta que sea de noche, ¿Qué haremos? - la niña, como cualquier otra de su edad, era curiosa y sentía ese mismo sentimiento ante lo que harían durante el resto del día.
— Por su parte dormir, por la mía vigilar su estado casi anémico, así que le recomiendo volver a acomodarse y dormir.
— Pero acabo de despertar.
Nuevamente, como cualquier niña de su edad, ______ podía a llegar a ser desesperante y mucho más cuando su torpeza innata intervenía de manera poco conveniente. Pues al bajar la vajilla había terminado por romper una taza de fina porcelana extranjera y cortándose su mano derecha por no medir su fuerza. Esta vez, era el rojo de su sangre lo que daba un poco de color a la habitación y no los ojos rubí del demonio. La naturaleza del demonio salió a la luz, hacía tiempo que no comía nada, sus pupilas se afilaron como las de un gato y sus uñas se alargaban como las de un depredador. Pero la niña solo llevo su mano a su boca y comenzó a succionar la sangre, como aquella vez en la que se pinchó el dedo varias veces, su naturaleza voraz se calmó, miro a la niña y ella lo miro a él.
Tomo su pañuelo y retiro la mano ensangrentada de la boca de la Hanahaki, para enredarla en el pañuelo y presionar un poco. — Eso no es muy higiénico, ¿lo sabe?
— Era lo mejor, era eso o que me devoraras – ambos nuevamente si miraron mientras la sangre escurría, manchando todo, la piel de ambos, las cobijas, el suelo, todo.
— Entonces lo sabes – ella asintió tímidamente sabiendo que acababa de decir algo estúpido - ¿No sientes miedo?
— No sentirlo sería peor, pero – ella dudó un poco en lo que iba a decir, pero el demonio apretó su mano para indicar que prosiguiera – algo me dice que no me vas a hacer nada, que puedo confiar en ti, aunque sea una muy mala idea.
— ¿Si es una mala idea porque confiar?
— ¿Acaso los niños tomamos decisiones prudentes? – el demonio rio y ahora era el quién retiro el pañuelo y llevo la mano ensangrentada a su boca, saboreando aquella sangre tan dulce como un buen vino.
______ se sonrojó por aquello, podía sentir los delicados labios del demonio sobre su piel, como sus dientes rozaban su carne, esos dientes que estaban tentados a morder, y su lengua recorrer su herida. O pequeñas heridas, todo había quedado en silencio otra vez, pero esta vez de una manera más privada. La mayor de los Hanahaki podía ser torpe, pero no era estúpida, sabía que contestar en las situaciones más incómodas si le dabas un poco de tiempo, había aprendido a mantener la calma en los peores momentos. Pero aun así era idiota, inocente y sobre todo una niña, ni su don podía salvarla de eso. Pues poco a poco el rey de los demonios iba subiendo hasta llegar a su cuello, su delicado cuello que aún presumía su herida hecha por la nichirinto de aquel cazador de demonios, aquel cazador de fuego.
La niña, dentro de su inexperiencia en la vida, no sabía qué hacer, así que solo se dejó llevar, dejo que aquel demonio jugueteara con su cuello. Probablemente, habría devorado si no fuera por graznido de un cuervo, un cuervo que había sido enviado a cuidar a la privilegiada niña por aquel cazador que había sospechado de su más humana naturaleza.
— Lo siento – susurro el demonio, que regreso a su asiento, a su lectura, e ignoro a la niña por el resto de su compañía.
______ solo se acomodó en el futón y cerró los ojos sin poder dormir, pero al menos si leyendo el grueso hilo del demonio. Aquel demonio que había olvidado parte de su antigua naturaleza había recordado esa parte suya que nunca llego a explorar a profundidad, más allá de un roce o de un pensamiento, el erotismo. Si bien él entendía que acaba de pasar, la Hanahaki no, la pobre niña no entendía del todo por qué sus mejillas se tornaron rojas o porque se sentía con mucho más calor, nunca le habían dicho de nada parecido. La noche llego y la niña salió de la habitación, aun con su yukata gris manchada de su propia sangre.
— ______-chan ¡No me asustes así! – pocas eran las veces que la mencionada había visto a su mejor amiga tan alterada, comportándose como cualquier otra niña y no como la hija de una gran casa.
Obviamente, ______ se disculpó por la preocupación que le genero a su mejor amiga, agradeció las atenciones que recibió por parte del demonio y pregunto su nombre, en ningún momento pensó que preguntaría su nombre, pero sentía que era necesario. El demonio sonrió gentilmente y pronuncio su nombre, uno que a la menor le provocaba gusto de escuchar por como sonaba, pero que a Rinka le causo tremendo miedo.
—Me permitiré abusar de su amabilidad, pero ¿podrían prestarle un yukata limpio a _____? El suyo está manchado de sangre y no es bueno para una doncella— Aquella orden disfrazada de una petición fue atendida. Las tías, que nunca habían sido demasiado amables o corteses con la agricultora, sonrieron y le sirvieron como si fueran unas sirvientas ayudando a su señora, vistiéndola y peinándola con delicadeza.
Fueron Rinka y uno de los hermanos de esta quienes se encargaron de llevar a su amiga a su hogar, sana y salva. Claramente, la primogénita se llevó una regañina por parte de sus padres y una buena bofetada por haber compartido cuarto con un hombre sin estar comprometidos.
Pero la mayor se sentía bien, lo único que le pudo decir a sus hermanos menores cuando le preguntaron sobre cómo era el hombre con el que había pasado todo el día, ella contestó con un "es como una flor venenosa, bella pero realmente peligrosa". Su gemelo se disculpó por haber confiado en los Yuuma, prometiendo que nunca más lo iba a hacer.
Probablemente, todo hubiera terminado ahí, los demonios y los cazadores de estos de no ser porque un cuervo siempre llegaba con cartas, cartas que la menor respondía lo mejor que podía, cartas de Kyojuro Rengoku.
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Flores en la sangre (KNY x Tu) FINALIZADA
FanfictionUna niña que solo sabia del mundo de las flores y de su familia termino envuelta en aquella extraña y silenciosa guerra de demonios y humanos. No encuentro casi ninguna historia con rayita, así que pensé en dar una. • Los personajes (al menos en s...