capítulo 13. Juicio

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Una vez su charla terminó, la doncella no esperó respuesta y pidió que la cazadora se retirara hasta su juicio en unas horas más. Estaba nerviosa, quería que todo terminara de una vez ¿Siquiera eso era posible? En la noche solucionaría lo de Douma, cosa que era relativamente más sencillo que los cazadores, pero era tal su nerviosismo que había terminado agachándose mientras abrazaba su estómago. Por suerte alguien entró en su oficina para dejarle su comida.

— No debe presionarse tanto, mi señora— dirigiendo su mirada hacia arriba se encontró con la señora Mori, una dulce anciana que actuaba como su abuela.

— Es difícil no hacerlo. — la anciana se agachó y comenzó a sobar la espalda de la menor, se sentía como una niña pequeña.

— Supongo que son personas que conoció cuando era humana – la doncella solo asintió— usted es alguien fuerte, nada, ni nadie debe hacerle creer lo contrario. Ha construido un pequeño templo dónde humanos y demonios podemos vivir en paz. Mi señora, no importa si es familia, o amigos, incluso un amante. Nadie puede hacerla menos.

Si alguien pudiese ver los ojos de ______, sería obvio que quería llorar y eso la mujer mayor lo pudo ver tan claro como el agua, la muchacha solo se acurrucó entre sus brazos, era un consuelo emocional saber qué había quienes le querían y no le temían, que no la veían como una herramienta, que seguía siendo un ser vivo.

Al ingresar los cazadores se separaron, la señora Mori solo le sonrió y salió de la habitación, dejando salir un suspiro, pero tenía razón: ______ no había sufrido todo ese tiempo porque sí. Todo el camino que había recorrido hasta ese día no podía darle menos que valor. El juicio había llegado.

Un encuentro con su pasado no sería la excepción.

Levantando su rostro y tomando asiento frente de los cazadores de manera propia a una doncella de alta cuna, dejando el miedo y la vergüenza de lado. Dos demonios de alto rango se habían sentado detrás ella aprovechando la oscuridad perpetua de la habitación.

Los humanos sostenían a los cazadores.

— Me temo que casi lastimaron a un subordinado mío, en mi territorio, eso es algo que no puedo permitir. — aquello pudo rápidamente volver a encender la chispa del odio y la ira que existía dentro de los cazadores.

— ¡El asesino a varias personas! - grito Rengoku.

— Sí, y eso no quita su responsabilidad de los hechos, recibirá su castigo correspondiente una vez su cuerpo se haya vuelto a juntar. Sin embargo, deben entender que no puedo permitir un acto así, este lugar es una zona neutral, los humanos no tienen permitido atacar demonios y viceversa.

— ¿Acaso todos están de acuerdo? - murmuró Asagao, quien le veía con desprecio, esperando una respuesta negativa o el silencio, esperaba atacar con cuchillos ya oxidados.

— Así es, esta zona era acechada por demonios, nuestros habitantes tienen sangre especial en su mayoría. Los demonios que están aquí no lo son porque quieren, fueron obligados y no son agresivos. — defendió un humano.

— ¡Eso es maravilloso! - grito Karonji quien no pensó que pudiera ser ver que no hubo sacrificios como ella creía. — Eso debió ser mucho trabajo.

— No demasiado, en realidad, fue un regalo, pero casi me gano el odio del rey demonio, valió la pena, pero por la paz de estas personas debes entender que deben ser castigados. — La doncella miró al segundo demonio, Kenshi Reiji, quien se levantó y sacó su katana.

Los humanos fueron sometidos en su totalidad y el demonio se encargó de cortar sus largas cabelleras. Ni Karonji, ni Rengoku podían creer que el castigo que tanto habían esperado sólo se había tratado de un corte de cabello, humillante hasta cierto punto, pero mejor que ser decapitados. Por su parte, Asagao solo podía sonreír con ironía, su gemela seguía siendo tan débil como cuando eran niños.

Flores en la sangre (KNY x Tu) FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora