El mes de mayo pasa demasiado rápido para la banda.
Muchas horas de composición, de pensar arreglos, de grabar, de ensayar hasta las dos o las tres de la madrugada, de no parar hasta que a Alfred le duele la garganta y se tienen que ir a descansar.
Un cúmulo de notas y acordes tan gigantesco que les llega a desbordar en algunos momentos, acabando en discusiones que parecen el final de todo. Pero que, en realidad, no son más que un reflejo de los nervios, de la tensión, de la emoción y de las ganas por que todo salga perfecto.
Su gran oportunidad está más cerca que nunca y no piensan desaprovecharla, mucho menos cuando apenas quedan dos días para tocar en Madrid.
Han alquilado una furgoneta lo suficientemente grande como para que quepan todos: Alfred, Agoney, Miriam, Juan Antonio, Mireya, Nerea, Ricky y Raoul. Sí, también Raoul.
Porque, aunque jamás lo hubiera imaginado, con el paso de los días y de los ensayos, se ha convertido en uno más de ellos. Manteniendo algo de distancia, como siempre, pero forjando auténticas amistades con Mireya y con Juan Antonio, a quien sigue defendiendo fielmente cada vez que los demás dicen algo malo.
Y, por supuesto, también con Agoney.
Con él tiene más relación de la que ninguno sabe y, aunque le gustaría poder contarlo a todo el mundo y dejar de esconderse, ha sido capaz de encontrar el atractivo a llevarlo en secreto, a seguir rozándose en cuanto los demás no miran, a excitarse sólo con gestos en la distancia cada vez que pueden...
Incluso han vuelto a desatar su pasión viéndose a escondidas en algún baño para regalarse orgasmos increíbles.
Todo ello sumado a más de una quedada en el local de Agoney para estudiar. O para intentar estudiar, porque, pasados diez minutos un pie nada disimulado se posaba sobre la entrepierna contraria o una frase fuera de lugar les encendía el cuerpo entero y tenían que ir a desfogarse sobre su cama favorita, la que ha visto cumplirse sus fantasías una vez tras otra en forma de sexo bestial.
Por eso mismo, Raoul está tan nervioso. Porque se encuentra delante del aula en la que tiene que hacer el último examen de la carrera y piensa que no se lo sabe lo suficientemente bien.
Seguramente, sólo sea su imaginación, porque todos los que ya ha hecho los ha aprobado con nota.
En alguno de ellos tuvo que contener una sonrisa distraída. Una pregunta del examen que le recordaba la explicación que le hizo al canario sobre un rascacielos y que había terminado con su cuerpo apresado bajo el contrario, con las manos esposadas a la espalda y con la polla de Agoney taladrándole sin dejarle respirar.
Pero, sí, al fin ha llegado el último día y, si consigue aprobar este examen será arquitecto y empezará a trabajar en un estudio en apenas un par de semanas. Sólo son unas prácticas y lo que le pagan no es gran cosa, pero es un inicio demasiado tentador como para negarse.
Está sentado en uno de los bancos de la facultad y la inseguridad que se remueve en su interior es superior a los demás días.
Anoche pretendía quedarse estudiando mientras el canario ensayaba, pero no se dio cuenta y se quedó dormido sobre los apuntes cuando apenas eran las doce de la noche.
Seguramente, el agotamiento de los últimos días fuera el culpable, pero Raoul el único culpable que encuentra es él mismo. Jamás ha suspendido un examen y teme que la primera vez que eso pase sea por haber estado distraído en otras cosas.
La profesora sale en ese momento del aula para nombrar a una compañera de clase, que debe entrar a hacer el examen y los nervios de Raoul se disparan, porque sólo queda un chico delante de él, lo que significa que en menos de veinte minutos tendrá que entrar en esa habitación y hacer su examen. Con lo mal que se le da esa asignatura. Mierda.
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¿Te Atreves? |Ragoney|
FanfictionSólo era un juego. Un juego de seducción en el que los dos ganaban. Aunque, cuando quisieron darse cuenta, ambos estaban perdidos. Puto Alfred de los cojones.