Capítulo 1

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Puto Alfred de los cojones.

Es la frase que más repetirá Raoul a lo largo de la noche.

Y, aunque en principio parezca un insulto, en su caso va a tener tantos significados como estados de ánimo pasen por su cuerpo en las próximas horas.

Porque no es suficiente con que su mejor amigo se haya gastado todos los ahorros de su vida en celebrar el día de su cumpleaños. No es suficiente con que invite a los de la banda, a los que Raoul no soporta. No basta con que Aitana vaya a tener que estar toda la noche huyendo de Luis sólo porque Alfred se ha empeñado en que tienen que ir todos los del colegio a la fiesta. Sino que encima ha reservado la mansión más gigantesca en cien kilómetros a la redonda, alejada de toda posibilidad de civilización, para que puedan hacer todo el ruido que quieran.

Puto Alfred de los cojones. Puto Alfred y su puta manía de hacer locuras que no llevan a ningún lado.

Raoul sólo espera que la fiesta no se les vaya de las manos y acabe yendo a por ellos la policía. Porque a ver cómo paga la multa su mejor amigo, cuando se lo ha gastado todo, literalmente todo, en alquilar la casa y comprar la comida y la bebida.

Pero, si hay algo que le cabrea por encima de todo lo demás es tener que compartir espacio con los de la banda. No los conoce, pero les tiene manía sólo por las cosas que Alfred le cuenta. Y no es que a su mejor amigo le caigan mal. Al contrario, su mejor amigo les adora y sólo tiene palabras bonitas para ellos. Pero cada vez que intenta mencionarlos, el rubio se ve obligado a cambiar de tema, porque no entiende nada de lo que hacen. Raoul no comparte su modo de vida.

No entiende por qué tienen que salir de fiesta todos los fines de semana en lugar de quedarse en casa viendo series o películas. Tampoco entiende que cada día se metan en la cama con alguien diferente y que les dé igual que sea conocido que desconocido. Ni mucho menos puede comprender que reduzcan su futuro a tocar un instrumento y hacer un par de gorgoritos durante el resto de su vida. Como si eso fuera a darles de comer. Seguramente, lo que se merecen sea pegarse la hostia lo antes posible por tener tantos pájaros en la cabeza. Porque la vida no es así.

Les odia tanto que intentó convencer a Alfred de que hiciera dos fiestas diferentes y dividiera a sus amigos, pero el chico se negó rotundamente. Y Raoul ni siquiera sabe por qué lo intentó, porque su mejor amigo siempre ha hecho lo que le ha dado la gana.

Cuando era muy pequeño, sus padres querían que se apuntara al equipo de fútbol del colegio, pero él se apuntó a baloncesto. Su familia le llevaba todos los veranos a la casa de la playa, pero, en cuanto se despistaban, Alfred se escapaba y se iba a caminar a la montaña. Y al hacerse mayor, sus padres le pidieron que estudiara derecho y él se puso a estudiar música. Perfecto. Justo lo que le va a resolver el futuro.

Afortunadamente, Raoul le convenció de estudiar a la vez una carrera de verdad para poder ganarse la vida si el proyecto de la banda no salía adelante. Que no saldrá.

Y está convencido de que sólo le hizo caso porque le quiere por encima de todas las cosas. Porque Alfred siempre rompió todas y cada una de las normas que le trataban de imponer.

Si le decían que hiciera algo, él haría lo contrario.

Justo al revés que Raoul, que siempre siguió los patrones de lo que se suponía que debía hacer. Que siempre cumplió las reglas hasta las últimas consecuencias. Que se graduó en bachillerato con unas notas excelentes, que se matriculó en arquitectura en la mejor universidad de la zona, que tuvo varias relaciones largas y jamás tuvo un desliz, ni siquiera en los momentos en los que estuvo soltero. Nunca nada se le fue de las manos. Todo bajo control. Siempre. Aun cuando la gente lo creía imposible.

¿Te Atreves? |Ragoney|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora