Tres días. Tres malditos días sin hablar con Raoul.
Tres días desde que se gritaron cosas que no sentían.
Tres días de contenerse cada vez que abría whatsapp y veía su nombre iluminado en la pantalla.
Tres días de ensayar con la esperanza de ver al rubio cruzar la puerta del local de Ricky.
Tres días mirando el reloj y siguiendo el horario del chico en su mente. Ahora estará trabajando. Ahora habrá bajado a almorzar. Ahora estará de camino a casa.
Tres mañanas de echar de menos y tres veladas de extrañar.
Tres noches soñando con sus besos.
Tres noches recordando cómo se sienten las sábanas contra su piel cuando el calor de Raoul le llega desde el otro lado.
Algo menos de setenta y dos horas que parece que han durado años.
Y Agoney está nervioso.
Acaba de aparcar en la puerta de casa de Raoul y su cuerpo es un hervidero de sensaciones que no puede explicar. Como si hubiera una bebida con gas corriendo por sus venas.
Su pecho se hincha y se deshincha con velocidad y su garganta se seca por completo. Intenta tragar saliva, pero parece que ha desaparecido de su boca.
Mira la hora en el móvil y se estremece. Las seis menos dos minutos. Solo dos minutos para tener que salir del coche, acercarse a la puerta y llamar al timbre. Respira hondo de nuevo y cierra los ojos intentando mentalizarse.
Es un reto. Solo es un reto.
No le importa. No le importa en absoluto.
Solo es un reto.
Solo tiene que saludar a los padres de Raoul, presentarse, tomar un café y volver a salir de esa casa camino de la discográfica en la que tiene reunión en dos horas.
Ha tenido suerte. Tiene un compromiso al que no puede faltar, así que, por mucho que la familia se empeñe, no puede estar más de una hora dentro de esa vivienda que le parece una casa del terror cada vez que la mira.
Solo es un reto. Le da igual. No hay nada detrás.
Su estómago da un vuelco cuando la hora cambia en la pantalla del móvil y un 18:00 saluda alegre a su mayor miedo. Una última respiración nerviosa y abre la puerta del coche para salir al exterior.
Cierra el vehículo y guarda la llave, mientras se revisa en el retrovisor.
No se reconoce.
Se ha puesto una camisa y un pantalón vaquero. Una ropa que no llamaría la atención a nadie. Muy lejos de sus camisetas vistosas, de su chupa de cuero y de sus botas negras. Y no se ha maquillado, porque teme asustar a los padres de Raoul.
Tuvo un conflicto interno, porque su yo más puro le insultaba por cambiar su estilo para agradar a dos personas que le son completamente indiferentes, pero el yo de la coherencia, el que intenta encajar en el mundo, le obligaba a dejar las manitas quietas, porque, ¿y si no les gusta?
Solo es un reto. No pasa nada.
No se lo cree ni él, pero se lo repite una y otra vez para que parezca verdad.
No te preocupes. Solo es un reto.
Así, a paso lento y con más miedo que nunca en su vida, llega a la puerta de la casa y llama al timbre, escuchando a Raoul al otro lado.
-¿Quién es?
-Raoul, ábreme.
La voz suena entrecortada, temblorosa. Traga saliva y se obliga a respirar hondo. Empuja la puerta en cuanto escucha que le han abierto y se adentra en el edificio.
ESTÁS LEYENDO
¿Te Atreves? |Ragoney|
FanficSólo era un juego. Un juego de seducción en el que los dos ganaban. Aunque, cuando quisieron darse cuenta, ambos estaban perdidos. Puto Alfred de los cojones.