—Nunca pensé que este día iba a llegar.
Alfred abre la puerta del nuevo estudio y pasa al interior con una sonrisa enorme.
Lo mira todo a su alrededor, maravillado, como si acabara de entrar en el paraíso o algo similar. Aunque, en realidad, lo único que hay en esa sala son varias cámaras de vídeo, alguna de fotos y una pantalla enorme en una de las paredes. Una mesa alargada en un rincón con varias botellas y algo de comida para pasar el día y un conjunto de percheros con ropa colgada en una zona prácticamente diáfana.
Vamos, un estudio preparado para hacer una sesión de fotos y grabar un videoclip, ni más ni menos.
Pero a Alfred parece que todo lo que hay allí le fascina.
Raoul entra tras él, con una sonrisa enorme por el entusiasmo inagotable de su mejor amigo. Es demasiado intenso incluso para él.
—¿Cómo que nunca iba a llegar? Si eres lo más persistente del mundo. Estaba claro que, si alguien tenía que conseguirlo eres tú.
—¿Persistente significa pesado? —pregunta el castaño dándose la vuelta con una mueca divertida que finge enfado y hace reír a Raoul.
—Sí. Persistente significa pesado.
Le saca la lengua, avanza un par de pasos hasta ponerse a su altura y le da un beso cariñoso en la mejilla que Alfred recibe de buena gana. Lo devuelve sin pensar y ambos se funden en un abrazo ilusionado.
—Eh, tú. —grita Agoney desde la puerta —A ver las manitas dónde las tenemos, que ese chico es mío.
Raoul se separa de Alfred con una sonrisa ilusionada y ve cómo su novio llega hasta ellos y le da un sutil beso en los labios.
—Me cuentan hace tres semanas que tú ibas a decir esa frase y no me lo creo. —Ríe el castaño.
Agoney se aferra a la cintura de su novio y deja que apoye la cabeza en su pecho, cerrando los ojos y dejándose invadir por su olor a mar.
—Tranquilo, que si me lo dicen a mí tampoco me lo creo. —añade Agoney.
Alfred resopla, incapaz de acostumbrarse a las repentinas muestras de cariño delante de él, pero contento de que su mejor amigo sea tan feliz como lo es ahora mismo.
—Pues yo sí que lo sabía. —dice Raoul saliendo de su escondite con una sonrisa traviesa.
—¿Ah, sí? —pregunta el canario.
—Nadie es capaz de resistirse a mí. —explica, guiñándole el ojo a su novio con sutileza, provocando que el canario tuerza el gesto. No le gusta que insinúe esas cosas, pero le quiere demasiado como para quejarse.
En ese momento, Roberto habla por encima de todas las voces que se entrecruzan.
—Chicos, escuchadme un momento.
Levanta la mano y todos dejan lo que estaban haciendo para formar un círculo a su alrededor.
»Bueno, os presento al equipo. —Señala a un montón de personas que se mueven con soltura por el estudio —Con ellos vais a grabar vuestro videoclip, ¿vale?
Todos asienten con grandes sonrisas compartidas y esperan a que Roberto les cuente cuál será el siguiente paso a dar.
»En ese perchero tenéis la ropa que eligió Mireya de entre las fotos que nos mandaron. Y, aunque les hemos enviado vuestras medidas, es posible que algo no os venga perfecto, así que avisad si algo os queda mal o necesita algún retoque y lo haremos lo más rápido posible. Ya sabéis que solo tenemos el día de hoy para grabar todos los planos, porque nos volvemos a España en cuatro días y tiene que estar todo listo para poder lanzar el EP en la fecha prevista. Mucha mierda, chicos. Y disfrutad, que os lo habéis ganado.
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¿Te Atreves? |Ragoney|
Fiksi PenggemarSólo era un juego. Un juego de seducción en el que los dos ganaban. Aunque, cuando quisieron darse cuenta, ambos estaban perdidos. Puto Alfred de los cojones.