Capítulo 14

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Un par de días más tarde, y tras cinco cervezas y una fanta de naranja de confidencias, Aitana y Alfred ya conocen por completo la historia de Raoul y Agoney.

Han aprovechado que el canario tenía una comida familiar para quedar y ponerse al día, porque Aitana todavía no sabía prácticamente nada de lo que había pasado.

Sí, Raoul le había enviado varias parrafadas y algún audio demasiado largo por whatsapp, pero todavía no habían podido quedar tranquilamente para que la chica conociera la historia con pelos y señales.

Y, aunque Alfred sí sabe muchas más cosas sobre ellos, ha empleado esa quedada para acceder a sus privilegios de mejor amigo y escucharlo todo desde el principio. No a trozos, ni conociendo fragmentos sueltos por aquí y por allá.

Raoul continúa con la historia en la que se halla inmerso.

—Entonces, Alfred salió del baño y nos quedamos Ago y yo solos allí. La verdad es que no tenía ningunas ganas de hablar con él, porque estaba cabreadísimo después de lo que me había dicho, pero me pidió perdón y decidí darle una oportunidad.

—Y no sabes qué oportunidad, Aitana, te va a dar algo cuando te enteres. —interrumpe Alfred.

—¿Qué ha pasado? —pregunta la chica con los ojos muy abiertos, ligeramente asustada.

—Nada. —continúa Raoul mordiéndose el labio —Que, cuando nos quedamos solos Ago se puso monísimo. Me dijo que estaba muy preocupado por si, en algún momento, le hacía elegir entre la música y yo, porque no podría soportarlo.

—¡Ay, Dios! ¡Entonces, reconoció que se imagina contigo en el futuro!

—Exacto.

Aitana está a punto de chillar. Pero no lo hace. Al menos, no todavía. Porque, si gritara se perdería lo que viene a continuación.

—Pero espera, Aiti, porque hay más. —dice Alfred.

—Me va a dar algo. —reconoce la chica —¿Qué más pasó, Raoul?

—Bueno —Respira hondo, intentando no ponerse nervioso al recordarlo —, el caso es que le reté a que fuera mi novio...

Aitana se tapa la boca con la mano porque no se lo puede creer.

»Y dijo que sí.

—¡Pues menos mal que estabas enfadado con él! —chilla Aitana —Si llegas a estar contento le pides matrimonio.

La chica emite una carcajada sonora. Demasiado alta. Algunas personas se giran desde sus mesas para mirarles. Apenas son un par de segundos, pero lo suficiente como para que Raoul se dé cuenta y decida intervenir, bajando el volumen de su voz.

—Vale, ya está. Nos está mirando demasiada gente.

Se tapa con la mano como si quisiera esconderse de las miradas ajenas, pero sin conseguirlo, porque Aitana le coge de la muñeca y la sujeta contra la mesa. Quiere verle los ojos iluminados, brillantes de ilusión y felicidad.

—Entonces, ¿estáis juntos? —pregunta, sin poder creerlo —O sea, juntos, juntos. Juntos de verdad. No eso de "somos exclusivos, pero bla, bla, bla". Sois novios, Raoul. ¿Cómo de fuerte es eso?

—Mucho más de lo que imaginas, Aitana. —dice Alfred —Es la primera vez que Agoney tiene una pareja, aunque haya sido así.

—Así, ¿cómo?

—Con un reto, ya sabes.

—Bua, eso me parece todavía más romántico —continúa la chica, ilusionada —Agoney estaba cerrado en banda al amor y no era capaz de decir que sí a algo que es tan contrario a él. Así que Raoul gastó uno de sus retos para que no tuviera que tomar la decisión por sí mismo. ¡Dime que no es precioso, Alfred!

¿Te Atreves? |Ragoney|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora