•capítulo 4•

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[Sorrento...]

Atenas, la ciudad capital de Grecia. Es sin duda una de las más hermosas en todo el mundo. Combina el pasado clásico, con la modernidad y siempre hay algo nuevo que ver. No hay modo de aburrirse en un lugar como este. Es tan vital, tan pintoresco y tan lleno de gente recorriendo sus calles desde que la humanidad se conoce como tal.

Mi parte favorita es cuando amanece y el viento tibio llega cargado de aquel perfume a pan recién horneado. Hay una panadería a lado de este edificio de departamentos y una serie de comercios a lo largo de la cuadra. No me puedo quejar, tengo todo lo que necesito a mi alcance, un trabajo, un techo, comida y una plaza donde encuentro inspiración para pintar mis cuadros.

Si, deveria estar agradecido de la vida que llevo. No todos los de mi condición pueden decir lo mismo. Cada mañana cuando me levanto y la realidad me da en la cara. Tengo que recordar dos cosas importantes.

La primera es cuanto amo esta ciudad.

Y la segunda, que la sociedad no me ama a mi.

-vamos sorrento-

Le digo a aquel joven de ojos rosados a través del espejo.

-un día más, afuera ya amaneció, todo va a estar bien-

Quizá suene patético, pero soy afortunado por poder esconder mi condición de Omega. Nacer de este modo marca el inicio de vivir una vida de miseria. Los Omegas no tenemos más función sobre la tierra que vivir bajo la voluntad de un Alfa. No suena tan terrible, pero lo es

Me repugna la idea de tener a alguien mandando sobre mi, sin dejarme decidir por mi mismo.

Por eso vivo escondiéndome en mi pequeña habitación, donde a penas entramos mis pinturas y yo. Si, soy pintor de poca monta como dicen los envidiosos, pero lo hago por amor. Es lo importante.

-vas a llegar tarde al trabajo, Sorrento-

Suelo hablar conmigo mismo, aunque mis óleos me hacen compañía y escuchan cada uno de mis delirios. No es facil ser un Omega en esta sociedad tan injusta. No es sencillo levantarme cada mañana antes que el sol acabe de despertar, para remojarme bajo el grifo de agua e intentar en vano, despegarme de mi propio olor.

Hay días que me provoca revolcarme desnudo sobre los pigmentos de colores, frotarme entero con trementia y repasar las líneas de mi cuerpo con el aceite de linaza. Todo para disfrazar aquel perfume que me marca como ser inferior.

Por precaución, siempre llevo un frasco de aquel aceite oloroso en el bolsillo. Para una emergencia. Uno nunca sabe...

Las prendas que uso, tienen el olor viscoso de los Alfas. Es tan penetrante que en algunas ocasiones término enredandome entre ellas y frotandome
Sobre la tela. Amanezco sudoroso y oliendo escandalosamente a Omega. A pesar de que tomo supresores de celo todos los días.

-¡mierda! detesto mi propio olor ¡doble mierda! Ya voy tarde-

El departamento donde vivo tiene una escalera estrecha y le falta un peldaño en el centro. un día me voy a partir el culo de una caída. No será hoy. Tengo que abrir el café y si no llego a tiempo voy a tener problemas con mi jefe.

El dueño de la cafetería es un beta, y cree que soy de su clase. Si se llegara a enterar de mi realidad...

No, eso no puede pasar.

*******

Llegue a toda prisa a la cafetería donde trabajaba. Atravese la puerta y corrí prácticamente hacia el mostrador.

-llegas tarde-

Me menciona en un susurro uno de mis compañeros. A lo cual yo solo sonreí y continúe con mi labor.

DOMINUS ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora