49 | Jimin

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Hoseok sostenía la escalera mientras yo terminaba de colgar el cartel de bienvenidos en la pared.

Jungkook me había ayudado mucho a conseguir cosas que a Hannah pudieran gustarle y claro, a decorar el cuarto de YoonGi con varios intentos de kumamon que compramos entre todos.

Si el cálculo no me fallaba, YoonGi podría estar cruzando la puerta en menos de veinte minutos. Sentía mi corazón latir al máximo.

Me preocupaba que no le gustasen las sorpresas pero, ¿a quién no le gustarían?

Hannah se sentiría muy agradecida y sentiría un calor de hogar, después de salir del hospital para estar en su casa unos cuantos días, así que por su lado no me sentía estresado.

Hoseok se había ofrecido a ayudarme con la decoración, así que había llegado mucho antes que los demás y entre charla y charla, habíamos terminado colocando todas las bombas y serpentinas posibles.

Sonreí satisfecho y mis amigos levantaron sus dedos en señal de positivismo.

La música estaba bajita pero empezaron a subirla poco a poco en cuanto oímos que las llaves de YoonGi trataban de abrir la puerta.

La puerta se abrió en menos de lo que pensaba y todos gritamos sorpresa. Me acerque con un pequeño pastel especial que habíamos mandando a hacer para Hannah, y se lo tendí.

Sus ojos brillaban con ilusión y me tendió la mano para recibirlo, pero YoonGi dió un manotazo lanzandolo al suelo.

—¿Que crees que haces? — dijo con los dientes apretados.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y por el rabillo del ojo, ví a Jungkook tratar de acercarse para detenerlo pero Taehyung lo detuvo.

—Debe enfrentarlo solo — le dijo entrelazando sus manos.

—He preparado algo pequeño para su llegada, ¿que crees que haces tú? — respondí sintiendo un calor quemarme la boca del estómago.

—No hemos venido a quedarnos, solo venimos por ropa y porque Hannah quería ver a Jungkook.

—Por lo que haya sido, no pienso que haya sido una mala idea.

—Pensaste mal, obviamente.

—YoonGi — lo frenó Hannah.

No dije nada más. Asentí con lentitud y di la vuelta para tomar mi mochila, pero Hoseok ya la tenía en sus manos. ¿Acaso él pensaba marcharse conmigo?

—¿Y los demás? ¿Van a quedarse allí de pie? ¿Por qué no se van?

—No tienes que ser tan grosero, hermano — dijo Namjoon levantando una ceja.

—¿Creen que está es una situación para tener fiestas estúpidas e infantiles? — chillo.

Sus ojos se veían rojos y bajo ellos dos inmensas bolsas brillaban, dándonos señales de lo mal que la ha estado pasando. Su cabello una despeinado y su camiseta negra iba manchada de lo que parecía ser talco y ambos, por igual, olían a hospital.

Aspire todo el aire que pude y me dirigí a la salida.

—Quiero que se lleven toda esta mierda — atacó a la espera de algún contrincante.

Namjoon y Jin fueron los primeros en abandonar la sola, seguidos por Jennie y luego por Lalisa. Taehyung soltó la mano de Jungkook y se dirigió a la salida junto a Hoseok, quienes esperaban que los siguiera pero no pude hacerlo.

—Es de ustedes, todo lo preparamos para ustedes, espero...

YoonGi no espero a que terminara de hablar, y comenzó a lanzar los pastelillos, golosinas y papas empaquetadas al suelo y aunque en el fondo quería tratar de entenderlo, solo podía sentir que lo odiaba.

Las lágrimas quemaban mis mejillas y mis manos temblaron. Sentía que quería abofetearlo pero me contuve.

—Fue un buen detalle, Jimin — susurro Hannah sentada en la silla de ruedas, a un lado de toda la escena —. Me disculpo.

—No tienes que disculparte por nadie — sonreí tratando de tragarme las lágrimas.

Giré sobre mis talones para marcharme finalmente cuando sentí el cartel de bienvenidos chocar contra mi espalda. Voltee al encuentro de YoonGi quien respiraba enloquecido.

Hannah estaba aferrado a su brazo y con el dolor de mi alma, ví sus lágrimas caer abundantemente.

Avance a zancadas grandes y descargue una bofetada sobre el rostro de YoonGi.

Su expresión cambió.

Antes parecía un ogro y ahora, justo después del golpe, parecía dolido. ¿O acaso despertaba del trance?

Me valía una mierda.

—Jimin...

—Vete a la mierda — susurré sintiendo que las ganas de llorar aumentaban —. Hice todo esto para que tú vida fuera menos mierda y disculpa que lo diga, pero estás muriendote junto a Hannah — le dijo un empujón —. Puedo soportar que me ignores, que seas borde, que me beses y luego finjas que nada paso, pero no voy a tolerar que seas un hijo de puta con quiénes te hemos apoyado y hemos estado aquí para ti en cada paso — volví a empujarlo y él trato de tomar mis manos para me solté con brusquedad —. No solo has logrado herirnos a todos, sino a Hannah, a quien tanto tratas de proteger. ¿Te das cuenta de lo mierda que eres ahora? No quiero volver a saber de tí YoonGi, nunca.

Di una vuelta sobre mi eje y le arrebate mi mochila a Hoseok para salir despavorido del edificio.

Al salir me recosté en el primer árbol que encontré y busque mi teléfono para marcarle a mi madre y pedirle que viniera por mí, pero Hoseok apareció tomando mi mano.

—No vayas a tu casa en ese estado — sonrió con ternura, acariciando mi mejilla —. Ven, vamos a comer una pizza o un helado, y te desahogas un poco.

—Quiero irme a casa. 

—A casa será entonces — aceptó.

Me guió hasta su coche y me senté en el del copiloto poniéndome el cinturón de inmediato.

Hoseok giraba su mirada rápidamente en cada ocasión que podía, estaba preocupado y me sentía realmente mal estar llorando como una damisela en apuros justo en su auto.

En el fondo quería irme a casa pero muy a pesar de todo, sabía que era una mala idea hacerlo.

Era ridículo, pero no quería darle aquella imagen errada a mi madre de YoonGi.

Mi corazon era ciego, sordo y mudo.

—¿Has visitado la cafetería que tiene libros en la base de sus mesas?

Él sonrió.

—No cielo, no lo he hecho.

—¿Quieres ir... conmigo?

—Me parece un buen plan.












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