61.

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Jimin.

—Entra — me animó Taehyun al verme de pie fuera la puerta de YoonGi, reconsiderando en demasía si entrar era una buena idea.

—¿Y qué voy a decirle? — susurré soltando un profundo suspiro.

—Palabras de aliento.

—Para situaciones así no hay palabras que alivien el dolor — pasé la mano por mi cabello —. Temo incomodarle, creo que merece privacidad, pero a la vez siento que debo brindarle todo el consuelo que necesita.

—Déjamelo a mí, cariño — susurró la madre de YoonGi apoyando su mano en mi hombro con suavidad —. Es un chico difícil en circunstancias así, no queremos que arruine lo único bueno que queda en su vida.

Aquella mujer no permitió que dijera mucho, terminó por adentrarse en la habitación de YoonGi y yo bajé las escaleras entrándome con todos mis amigos, habían venido de Seúl para el funeral de Hannah que se llevaría a cabo en breve.

Jennie se halaba de pie junto a Lisa y Jisoo, ya que ChaeYoung no había podido viajar de Australia; Jin mantenía su cuerpo recostado en Namjoon; Taehyun se mantenía a mi lado debido a que Jungkook había insistido en permanecer solo mientras llegaba la hora de decirle adiós a Hannah; mamá estaba sentada sobre papá, llevaban sus manos entrelazadas y susurraban quién sabe qué cosas entre ellos; por la puerta ingresaba el hermano de YoonGi junto a Hoseok. El silencio en la sala se hizo aún más notable y peor dolor cuando se acercó a mí luciendo un ajustado traje de paño de color negro.

—¿Cómo se encuentra YoonGi?

—Bastante mal — suspiré —. No sabía que vendrías.

—Bueno, Jimin, conocí a Hannah y aunque no fuimos íntimos amigos, si le tenía un gran aprecio — sonrió —. Es una lástima.

—Lo sé.

—Además también vine porque soy consciente de que Taehyun siempre estará junto a Jungkook y YoonGi estará más pendiente del féretro que de cualquier consuelo que quieras darle — se encogió de hombros e introdujo sus manos en sus bolsillos —. También fue tu amiga, así que ha de dolerte y por supuesto, necesitas a alguien que te alivie un poco de la soledad que tienes dentro.

—En verdad eres un sol — sonreí con mis ojos llenos de lágrimas —. Hoseok, con respecto a lo ocurrido en cuanto a...

—Lo hablaremos luego — limpió las lágrimas que corrían por mis mejillas —. Estoy por creer que malinterpreté las cosas, ¿no es así?

Los pasos de YoonGi se hicieron presentes. Su expresión era profunda y se notaba que se hallaba realmente dolido: llevaba dos inmensas bolsas bajo sus ojos, su nariz y sus mejillas sonrosadas, sus labios resecos y su cuerpo parecía temblar al intentar avanzar. Sabía muy bien que no había probado bocado y que si mucho había logrado ducharse. Parecía que hubiera perdido a la mitad de su vida.

—YoonGi, ¿estás...? — traté de hablar al verle mirándome.

—Ahora no, Jimin, por favor — dijo más en tono de súplica que de aquella forma irritante que solía tratarme cuando me entrometía en sus asuntos con Hannah —. Quiero estar solo, por favor.

Su manera de pronunciar el "por favor" era estoica, inigualablemente estoica, pero daba pequeños atisbos de lo desesperado que se sentía por vernos marchar y permitirle estar realmente solo. Con el tiempo había descubierto que el problema real de YoonGi era verse supremamente débil ante todos y que prefería convertirse en un ser ominoso a ser todo lo contrario.

—Tranquilo, dale tiempo — me comentó Hoseok masajeando mis hombros con suavidad.

Aquella tarde fue de las peores que pude haber vivido alguna vez en mi vida.

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