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Mordí mi labio inferior y me recosté en la pared a la espera del valor que necesitaba para ingresar al cuarto de YoonGi. Me aferraba a la idea de que me escucharía y lograríamos limar asperezas de una vez por todas.

La puerta de madera ocultaba la melodía de alguna de las canciones de Ariana Grande y yo me balanceaba de adelante hacia atrás reconsiderando los pros y los contra de toda la situación, y repetía en mi mente cada uno de los diálogos que le diría.

Acerqué mi cuerpo hacia el portón y levanté la mano para tocarla, pero se abrió antes de que pudiese hacerlo. YoonGi elevó una de sus cejas y lamió sus labios. Se veía sorprendido.

—¿Vienes a decirme que te vas? — su cuerpo se tensionó —. Dile a Namjoon que te acompañe, estoy ocupado.

—Vine a hablar contigo.

YoonGi tragó saliva y asintió mirando sus zapatos.

—Entra entonces.

Yo asentí e ingresé con pasos cortos y pausados, como si con tardarme fuera a lograr algo.

Las paredes blancas, con posters de diversos grupos en ellas; había un piano de color azul en uno de los rincones de la habitación, junto a un inmenso armario y un escritorio con lapiceros esparcidos por todo lado y papeles arrugados y amontonados en diversas pilas; zapatos bajo la cama; una inmensa fotografía familia y una de YoonGi siendo apenas un bebé; un computador portátil sobre la cama sin tender y un pequeño equipo de sonido que parecía sonar bastante fuerte.

—No sabía que te gustara Ariana Grande.

—La escucho en ocasiones, ya sabes, cuando lo amerita la situación.

—Me da curiosidad saber qué tipo de situación es esta entonces — arqueé una ceja al verle evadir el tema.

—Una no muy agradable — admitió acomodando un poco su cama para invitarme a sentar —. Hagamos esto pronto, tengo algunos asuntos pendientes.

Divagué un momento encontrándome perdido. No sabía muy bien que había venido hacer, y toda la preparación previa que había hecho todo este rato se había esfumado a un sitio muy lejano de mi cerebro y cualquier tipo de cohesión que pueda llegar a tener.

—¿Y bien? — insistió parpadeando repetidas veces.

—No estoy saliendo con Hoseok — solté sin pensarlo mucho, arrepintiéndome segundos después.

—Lo sé — contestó —. Eso no evita que siempre esté presente cuando trato de acercarme a ti.

—YoonGi, él solo ha tratado de ayudarme y estar para mí cada vez que haces un desastre — suspiré —. Voy a ser sincero contigo: vine aquí para buscar una oportunidad nueva entre los dos.

—Jimin...

—Creo que al único que le doy prioridad a la final es a ti, aunque siéndote sincero no te lo mereces.

—Jimin, espera — se acercó y tomó mis manos entre las suyas; sus ojos brillaban y sus manos parecían estar sudando, justo como me sudaban a mí cada vez que su mirada se posaba sobre mí —. Sé que últimamente solo te he alejado de mí, pero nunca he sabido como sobrellevar todas estas cosas.

—Lo dices por Hannah — sonreí ladinamente y aligeré nuestro agarre —, como siempre.

—No, no lo digo por ella — apretó mis manos con más fuerza —. Lo digo por ti.

—¿Por mí?

—Jamás he amado a nadie, Jimin — susurró —. Tú eres tan bueno, siempre tan amable, sonriente y atento, que a veces no sé cómo agradecer ni comportarme ante tantos halagos y cuidados. Me enfurece verme tan abominable comparado contigo.

—No eres abominable.

—Ante tus ojos.

—¿Y no es suficiente?

—Lo es.

Mi corazón parecía querer salirse de mi pecho y sentía que iba a empezar a flotar en cualquier momento. Mi mente parecía estar divagando entre la realidad y la ficción, como si creyera que lo que acababa de oír no era cierto.

—Realmente siento como si estuviera enamorándome de ti y no puedo evitarlo — confesó en un susurro.

No pude contenerme, sinceramente, fue inevitable lanzarme contra YoonGi y estampar mis labios contra los suyos. Era como si una chispa que se encendiera en mí, recorriera mi cuerpo por completo y me controlara.

Al principio el beso fue torpe, pero luego, poco a poco, los labios de YoonGi fueron cediendo a los míos y el beso comenzó a tornarse lento, pero ardiente.

Las manos de YoonGi acariciaron mi rostro para bajar mi pecho con suavidad y luego, detenidamente, cruzar a mi espalda y tirar de mi cabello para tener acceso a mi cuello. Yo, por mi lado, acariciaba con suavidad su cabello y cerraba los ojos disfrutando de la humedad de sus besos en mi cuello. Él, rápidamente, regresó en la búsqueda de mis labios, mordisqueándolos y tirando de ellos con delicadeza.

Mi teléfono sonó en mi bolsillo y con rapidez lo saqué viendo el nombre de mamá en la pantalla, casi deslizo para contestar, pero YoonGi apresó mi celular en sus manos y lo dejó quien sabe en qué lugar inalcanzable a mis manos.

Sus manos se deslizaron por el interior de mi camisa como si quisiera deshacerse de ella, pero la puerta comenzó a ser golpeada con demasiada fuerza y nos vimos obligados a volver a la realidad.

La madre de YoonGi tenía una expresión de muerte y las lágrimas en su rostro era imposible de ocultar. ¿Qué estaba ocurriendo? YoonGi no tuvo que esperar a que esa respuesta fuera contestada puesto que ya se encontraba corriendo hacia aquella habitación del fondo y yo, torpemente, corría tras él.

Al entrar, la imagen no era alentadora: Hannah se hallaba sentada en el suelo tosiendo con demasiada fuerza, con las manos pintadas de rojo y en un estado de inconsciencia.

YoonGi, sin mediar palabra, la tomó entre sus brazos y corrió con ella directo al automóvil su hermano que yacía parqueado afuera. Quise marcharme junto a YoonGi, Hannah y su madre, pero TaeHyun me detuvo tendiéndome mi celular que dejaba ver la llamada de mi madre en línea.

—¿Jimin, qué ha pasado?

—No lo sé, mamá, pero esto no es muy bueno.

—Tu padre y yo nos dirigimos para allá. TaeHyun nos ha contado de la chica, creo que debes regresarte y no estorbar.

—Sí, mamá, está bien.

Estaba atemorizado y terminé por convencer a Namjoon y a TaeHyun de ir al hospital, alegando que Hannah también era importante para nosotros y a la final, después de casi echarme a llorar, accedieron.

El hospital no quedaba muy lejos, pero el camino se hizo realmente eterno.

Subimos al ascensor que parecía no querer cerrar sus puertas y al llegar al piso adecuado nos encontramos a un YoonGi devastado en los brazos de su madre. No quise preguntar, realmente no fue necesario porque cuando YoonGi vio a Namjoon se lanzó sobre él declarando que Hannah acaba de fallecer en la sala de reanimación.

Las palabras de YoonGi fueron como cuchillos y agradecí al cielo que TaeHyun fue lo suficientemente estable para sostenerme y alivianar mis quejidos.

YoonGi se daba golpes de pecho y pedía perdón al viento por no haber podido hacer mucho por ayudarle.

Hannah se fue aquella noche de sábado a las doce menos cuarto de la noche, YoonGi perdió la consciencia quince minutos después, y yo, aguardé sentado en la sala de espera junto a la madre YoonGi solo cubiertos por una chaqueta de jean con la que YoonGi había cubierto a Hannah para abandonarla en el auto antes de bajar. 

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