Esta noche a diferencia de las anteriores no me encuentro en el laboratorio esperando encontrar a mis padres, sé que ellos están con vida, no tiene caso seguir buscando, el marciano blanco cumplirá su palabra, porque yo también estoy investigando sobre su esposa, y no parece estar realmente oculta, pues pude verla al asistir al bar alienígena, ella trabaja ahí también, es la única mujer que mantiene el aura de un marciano de entre todos los demás, sólo tengo que esperar, y entonces todo podrá encajar. Sentada en el barandal del balcón de mi alcoba, observo las luces de la ciudad, esta magnífica vista me permite espiar algunas casas o establecimientos de comida, me divertía observar a los humanos teniendo coito, agotados rápidamente y algunos insatisfechos, usual en este planeta. También veía a las personas comer o hurtar, ladrones menores que Supergirl no lograba detectar, y yo no pensaba ayudar, no después de lo ocurrido, así que simplemente abrazo mis piernas, sonriendo al ver un show de TV entretenido del vecino, un niño de diez años, a veces él me veía y saludaba, yo simplemente asentía, nada fuera de lo normal.
Estaba dispuesta a dormir, pero entonces en el cielo pude ver una luz violeta descender a gran velocidad, sintiendo una extraña sensación sigo su línea de descenso, hasta que escucho la explosión no muy lejos. Algo dentro de mí me decía que debía ir, llegar antes que los patéticos agentes de la DEO, y sin dudarlo me elevo sabiendo que nadie está al pendiente del cielo, y comienzo a volar a gran velocidad orando a Valor por ser la primera en llegar. Y así ocurre, soy la primera al ver desde el aire, el hoyo en el suelo árido creado por aquel objeto. Cautelosa al descender, camino con pies descalzos hasta la orilla y veo una pequeña gema color violeta, resplandece por pausas, y entonces lo recuerdo.
—Flashback —
-¿Dónde estamos madre? — Pregunté como toda niña curiosa, yo tenía cinco años.
-En la caverna de Valor — Ella respondió acariciando mi rostro — Aquí fue donde nuestro reinado se elevó-
Recuerdo que ambas ingresamos a la caverna donde todo resplandecía en un tono violeta, innumerables gemas decoraban las paredes, y en una roca plana se hallaba un trono plateado. Mi madre me guio hasta este para que yo pudiera sentarme, colocándome la tiara que le perteneció a ella cuando era niña, toda princesa debía portarla.
-Ante los dioses y sus almas — Ella comenzó a hablar en voz alta elevando las manos — Presento a mi primogénita, Lena Gand, princesa de Daxam-
Las gemas resplandecieron al mismo tiempo y una luz cegadora hizo que cerrara mis ojos, mi cuerpo se sentía demasiado cálido, pero de un modo incómodo, era como sentir miles de abrazos maternos, y cuando sentí que podía ver, abrí los ojos observando admirada, las gemas desprendidas de las paredes, rodeándome. Mi madre sonreía orgullosa y yo hice lo mismo, porque en ese instante me convertí en la próxima heredera al trono de Daxam, las almas de mis ancestros me había aceptado.
—Fin del Flashback —
Sonrío al deslizarme hacia la gema, tomándola entre mis manos sintiendo esa misma calidez de mi recuerdo. La gema vibra al reconocerme y al abrir las manos, ésta proyecta imágenes de mis padres, están en la nave imperial junto a Mon-El quien se ve más adulto, parecen trabajar en algo importante, y la gema hace un acercamiento al holograma que ellos observaban, era la señal que había enviado con ayuda de Lex, observan las coordenadas de la Tierra, y se ven felices. La proyección termina y comienzo a subir, sabiendo que ellos podría venir por mí en cualquier momento, sí todo resulta bien en el viaje.
-Lena — Alzo la mirada, observando a Kara acercarse cautelosa — ¿Qué haces aquí?-
-Tenía que llegar antes que tú — Muestro la gema — Pertenece a las cavernas de Valor, donde cada heredero era presentado ante los dioses-
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Lena de Daxam
Mystery / ThrillerLa última vez que la vi creí que jamás volvería a encontrarme ante ella, pero todas mis especulaciones perdieron coherencia en el momento que la nave que hurtó de mi familia aterrizó en la Tierra. Entonces supe que existía una razón de nuestro reenc...