Capítulo 9

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Sadie:

En mi opinión, las mejores historias comienzan con un "¿quieres ver tus fotos de pequeña?". Mamá me lo había dicho, y no me negué, hay cosas que he olvidado que de seguro me gustaría recordar. Mi hermana también se unió, ¡y Dean! Sacamos un álbum, unos CDs de una caja, y varias fotografías sueltas y hojas de papel que tenía mamá en sus cajones.

-vamos a ver- abrió el álbum: "Sadie's álbum"

Había una pasa arrugada y gigante, tenía ojos y un gesto fruncido.

-que fea eras, Sadie- Mi hermana hizo un gesto y pasó de página- el abuelo- acarició la imagen por encima del plástico y puedo jurar que su voz se convirtió en un hilo.

Me tenía en brazos. Recuerdo al abuelo, pero no es mucho lo que recuerdo. Yo era muy pequeña cuando murió.

-¿te acuerdas de mi papá?- bajo la mirada y veo que mamá también está acariciando la foto.

-no mucho.

-¿quieres que te contemos? Él te quería demasiado- ahora una gota de lágrimas cayó en la foto. Mi hermana estaba llorando.

Asentí.

-cuando tú naciste, estaba desesperado por cargarte... Creía que eras un varón. Lo hizo y tú lloraste, pero logró calmarte con sus arruyos- mamá soltó un suspiro- mi papá nunca tuvo preferencias, los quería a todos por igual, pero estoy segura de que él tenía una conexión contigo. Te leía cuentos: el Principito, para ser más claros.

-tu gusto por los libros no nació por tu soledad, o por tu amiga, o por varias razones que tú creas, lo heredaste de mi abuelito- aclaró Dean. Mi hermana y mi mamá asintieron.

-en tu cumpleaños número uno, él llegó con un osito rosa pequeño. Fueron tus primeros pasos. ¡Caminaste hacia él!

Dio vuelta de página, y habían cuatro fotos; mi hermana conmigo, mi primo conmigo, mi abuelita conmigo. Mis padres. En otra página decía: ¡feliz primer añito! Y ahí estaba yo, con el que supongo que era el osito.

-Panchito, así le pusiste. Habías escuchado que mi abuela le decía así a mi abuelito, lo habías escuchado tantas veces, que se convirtió en tu palabra favorita y no parabas de decirla.

Mamá cerró el álbum de un golpe, y todos la volteamos a ver.

-voy a seguir la historia yo...

Se sentó en el piso en forma de chinita y palmó dos veces a su lado. Nosotros también nos sentamos.

-te acompañaba en cada una de tus travesuras. Te compró tus primeras crayolas y con ellas, rayaste la pared de mi habitación. En cuanto me enteré, yo me enojé demasiado, y cuando vio que estaba dispuesta a reprenderte, me agarró de la mano y me obligó a mirarlo: "fuimos los dos" eso quería decir: si le pegas a ella, me pegas a mi. Bajé la mano y solo te entregué un cuaderno viejo. El primer día de jardín él te fue a dejar y lloraste, y él lloró; ya no se iban a tener el uno al otro todos los días a todas horas.

Yo estaba más que emocionada, quería saber más. Muchísimo más.

-y entonces, a la salida, nos encontramos los dos porque no habíamos quedado en nada. Me llevo con la sorpresa de que tiene un cachorro en sus brazos y le estaba haciendo mimos. Afortunadamente no me había visto, y cuando tú saliste, corriste hacia él y gritaste tan duro su nombre que hasta lo pude escuchar con claridad. Te entregó al cachorro, que cuando llegó a casa supimos que se llamaba Pandy y la había rescatado de un basurero.

Como mi Boo.

-todos nos encariñamos al instante con Pandy. Tenía pulgas, y en las tardes de sol, mi Papá, tú, y tu hermana la sacaban al patio y se ponían en "cosecha". Los años pasaban y tu crecias, y él también. Cada vez estaba más viejo, pero nunca dejó de sonreír- los ojos de mamá se hicieron agua, y ya era imposible impedir que llorase- pero nada es para siempre, mucho menos las personas tan maravillosas como él. Enfermó a sus noventa y ocho años, tenía flema y sus piernitas estaban hinchadas. Lo tuvimos que llevar al hospital, pero él no quería dejar la casa que con tanto esfuerzo había construido él... Porque sí, él la hizo, ladrillo con ladrillo. Solo. Se aferró a mi y me pidió que no lo dejara. Me subí en la ambulancia con él y fuimos al hospital.

Dean e Ingrid se acercaron a abrazarla. Yo me sentía inútil

-tenían que sacarle cinco litros de líquido de su cuerpo. Mi papá estaba bien, sonreía, y me contaba cosas de su guerra en Corea... Porque tu abuelito fue veterano de la guerra de Corea- me extendió la mano- me dijo que te cuide, que eras su princesita. Después...- respiró, y sus labios se encogieron- me pidió que lo lleve al baño, y lo llevé y cuando lo estaba levantando me dijo: ¿miras la luz? Mijita, ¿miras la luz? Y después me dijo: vaya a la casa, y cuide de los niños y de mi mujer y de mi ojitos lindos. Yo veré e iré donde me lleve la luz. Y murió, en mis brazos. Cerró sus ojitos y ya no respiró.

-el abuelito dejó una marca gigante en todos nosotros.

-no saben lo afortunada que fui de haberlo tenido como padre, y ustedes como abuelito. Fue un hombre maravilloso.

Juntos. (Fadie) #2 ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora