Joaquín
Los tres agobiantes días del celo habían pasado, desperté un poco adolorido aunque, curiosamente, no me sentía tan mal como en mis otros celos y eso probablemente fue porque en esos días logré comer y dormir decentemente.
Me senté en mi cama y tomé mi celular de la mesa de noche, eran las 7:30 y mis clases comenzaban a las 9 así que decidí ir a la escuela porque no me sentía tan mal y tenía la entrega de un proyecto importante. Con un poco de dificultad me levanté de la cama y caminé al baño donde dejé mi celular reproduciendo mis canciones favoritas y entré directamente a la ducha.
Pasé un aproximado de media hora bañándome y cuando salí me sentía bastante bien, limpio y relajado, tomé mi celular y salí del baño dirigiéndome a mi armario para revisar que iba a usar. Mucha de mi ropa es confeccionada por mí, camisas anudadas, con encaje, algunas deshilachadas, otras de mangas con vuelos preciosos, muchas de ellas con brillos y casi siempre cortas o pegadas.
Pasaron los minutos y nada me llamaba la atención, amo mi ropa, siento que encaja perfectamente conmigo, con lo que soy, pero hoy solo tenía ganas de algo suelto y suave. Tomé unos jeans blancos entubados y unos botines rojos, luego me acerqué al cajón donde había dejado la otra camisa de Emilio, no la había necesitado pues su olor era tan fuerte que opacaba el mío a pesar de lo denso que es cuando estoy en celo.
Saqué la camisa beige con detalles en rojo y procedí a colocarme todo, me miré en el espejo, mis clavículas quedaban al descubierto, las mangas llegaban casi a mis codos y tapaba un poco la parte superior de mis muslos. Me sentí extrañamente bien con la camisa, el aroma a menta y chocolate llegaba perfectamente hasta mi nariz, la tela se sentía cálida y el sentimiento de protección total fue simplemente inexplicable.
De reojo vi el reloj colgado en mi pared y corrí al baño a lavarme los dientes, luego tomé mi mochila junto con el vestuario que entregaría hoy, de paso agarré mi celular junto con mis audífonos y me apresuré a salir, la universidad quedaba a tres cuadras así que podía ir caminando.
Una vez afuera comencé a correr hasta llegar a la entrada, rápidamente entré para llegar a tiempo a mi primera clase del día y noté como muchos se alejaban de mí cuando pasaba, aunque no le tomé real importancia pues solo necesitaba enfocarme en llegar a la clase.
Entré y me senté en mi lugar, por suerte aún quedaban dos minutos, así que acomodé mis cosas y tomé aire para calmar mi alterada respiración. El timbre sonó y la maestra entró alegre al salón, la clase comenzó y no pensé en nada que no fueran tipos de telas y combinación de colores.
Luego de tres clases, salí de la universidad antes de entrar a mi última clase del día pues comenzaba en una hora y yo no había desayunado por salir apurado. Caminé hacia el restaurante que está frente a la universidad y ordené un sándwich junto con un jugo de naranja. Mientras esperaba mi pedido, miré por la ventana y dejé que mi mente descansara un poco de las clases, entonces esos ojos cafés volvieron a mi mente.
"Omega, ¿puedes decirle a tu alfa dónde está tu cuarto?", la gruesa voz de Emilio sonó en mi cabeza y comencé a sentir mi cara calentarse. Todos los recuerdos llegaron de repente y sinceramente sentí que no podría mirarlo a la cara nunca más después de eso, maldito omega, ¿por qué me descontrolé así?, Emilio huele bien, pero eso no es excusa para dejar que mi omega enloquezca así.
—Disculpe, ¿necesita algo más?— una suave voz me sacó de la burbuja de pensamientos en la que estaba, era la chica que me había tomado la orden y ya me la había traído.
—No, muchas gracias— le sonreí y la chica se fue, dejándome con mi desayuno y todas las preguntas a las que no quería darles respuesta.
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Mi alfa || Emiliaco
WerewolfEmilio, un alfa, se muda a una nueva ciudad. Joaquín es un omega en problemas. Eso es el inicio de una serie de casualidades que los hace toparse constantemente. Sus lobos no pueden estar más felices por eso. Avisos: +Libro omegaverse. +Contenido p...