Capítulo 12

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Emilio volteó el rostro evitando así que pudiera besarlo, vi su mano moverse a la mesa de noche y de un cajón sacó una jeringa con un líquido rojo adentro, antes de que yo pudiera asimilar lo que pasaba, se levantó y se inyectó eso en el brazo izquierdo, luego dejó la jeringa sobre la mesa de noche y se acostó a un lado mío.

—No quiero que nuestro primer beso sea así— su voz ya era completamente la de un alfa, quería preguntarle sobre la jeringa, pero el empuje que Emilio me dio hacia su cuerpo me hizo olvidar cualquier pregunta y me dediqué a esconderme de nuevo en su cuello descansando el resto de mi cuerpo sobre el suyo. Sus manos me abrazaron por la cintura y sentí cómo lamía mi cuello, justo en la parte en la que debía haber una marca, me removí entre sus brazos. —No te voy a morder omega, no te preocupes.

No es eso lo que me preocupa. Me preocupaba el hecho de que yo quería esa marca, quería que me marcara, que me dejara ayudarlo con su celo, quería calmarlo con mi aroma, abrazarlo, dormir así con él. En cambio solo me quedé quieto, la respiración de Emilio era lenta y pesada, poco a poco podía sentir su erección más y más grande contra mi abdomen y mi cuerpo comenzaba a producir lubricante en respuesta.

—Hueles más, Dios santo, hueles demasiado bien omega— ya lo había olido, ya estaba notando mi lubricante, pronto la humedad traspasaría la tela de mi pantalón. Emilio seguía olfateando el aire y yo me moví un poco buscando la forma de esconder mi lubricante, pero solo logré crear fricción para el rizado y terminó soltando un jadeo ronco que me hizo derretirme, mi lubricante ya había pasado la tela de mi pantalón, incluso lo sentía por los muslos y sabía, por la dirección de la mirada de Emilio, que él ya se había dado cuenta de ello.

—A-alfa— otro jadeó se escapó de sus labios y un gemido salió de mi garganta.

—Omega, estás t-tú— sus pupilas ya no podían estar más dilatadas, su boca se había abierto pues sus colmillos comenzaban a salir y una de sus manos comenzó a bajar de mi cintura a la curva de mi trasero. —¿Puedo?— me miró casi adolorido, como si fuera a llorar si le decía que no.

—Si me das un beso— mis labios ardían en busca de contacto con su boca, lo necesitaba casi tanto como necesitaba respirar.

—No quiero que nuestro primer beso sea así, omega— hizo un puchero y sus ojos se cristalizaron.

—Te necesito, alfa, te he esperado por toda mi vida— me acomodé de forma que nuestras erecciones chocaran juntas y moví mi pelvis para crear fricción haciendo que ambos gimiéramos. —Por favor— gimotee de la desesperación por no poder probar sus labios.

Mi omega— dijo mirando mis labios con admiración y desesperación, como si fueran agua y él se estuviera muriendo de sed, pero también como si estuviera viendo algo etéreo. Mi omega no pudo más después de eso y me hizo decir lo que había guardado desde el primer momento que lo vi.

Soy tuyo, alfa— y en ese momento podría jurar que vi la expresión que haría una persona al saber que ganó la lotería. —Bésame, por favor, bésame y podrás hacer lo que quieras.

Una de sus manos subió y me sostuvo el rostro, haciendo que lo levantara un poco y así en un suspiro sus labios chocaron con los míos. Al principio era solo una caricia, un pequeño contacto, después comenzó a tomar un ritmo en el que el beso estaba subiendo de tono más rápido que lento, choques de labios, pequeños mordiscos burlescos que solo lograban sacar suspiros del otro; no tengo idea de cuánto duramos así, simplemente saboreando los labios del otro, solo sé que nunca podría cansarme de esto, sus labios levemente salados y dulces a la vez, una mezcla de sabores que no estoy seguro de haber probado nunca y que sabía que no podría vivir sin probarlos de nuevo.

—No más, omega, no quiero perder el control— dijo al separarse de mí, sus ojos cerrados fuertemente y su rostro con una expresión de dolor.

—¿Cómo puedes estar tan lucido en tu celo?— le reproché, quería seguir besándolo, quería que perdiera el control.

—Omega, mi celo aún no empieza, la inyección que me puse lo retrasa— soltó un gruñido después de un nuevo movimiento de pelvis. —Pero si te sigues moviendo así y oliendo tan maravilloso, no sé qué tan útil sea la inyección.

—Tócame— le dije y seguí moviendo mi pelvis lento, haciendo que soltara suspiros y gruñidos.

—Te recuerdo que eres mayor que yo— dijo entre dientes.

—Sí, pero ya estás teniendo tu primer celo, no pueden meterme a la cárcel— Emilio asintió distraído y bajo su mano a mi pantalón, presionó sobre la humedad y luego subió su mano al borde de mi pantalón.

—Déjame quitártelo.

—Quítalo, alfa— no tuve que decirlo dos veces porque cuando menos pensé mi pantalón ya estaba por debajo de mi trasero y mi lubricante se deslizaba más fácil entre mis muslos.

Los dedos de Emilio se acercaron a mis muslos, manteniéndose alejado de mi agujero que solo rogaba por ser llenado con algo, y con las yemas de éstos comenzó a recoger el lubricante que escurría, levantó los dedos viéndolos encantado y los acercó a su boca, chupándolos. No pude contener el gemido agudo que salió de mis labios al ver semejante escena, Emilio cerró los ojos con sus dedos en la boca y todas sus facciones se relajaron al probar el líquido en ellos.

—Eres perfecto, omega, demasiado perfecto— me miró y en ese momento no podía describir con palabras las sensaciones que explotaron en mi pecho, aunque lo intentara no podría describirlas.

—A-alfa— seguí moviéndome, buscando una liberación, sentía el pecho lleno de sentimientos que no comprendía, la cabeza nublada por las dudas y sensaciones, mi cuerpo dolía buscando un orgasmo. Emilio pareció notarlo y sonrió cariñoso.

—Hueles tan necesitado, no puedo permitir que mi omega esté así— bajó sus dedos acercándolos peligrosamente a mi agujero.

—Por favor— supliqué y entonces sentí la intromisión de dos dígitos, haciendo que cerrara los ojos de lo bien que se sentía la atención, enfocando todo mi ser en la sensación que se arremolinaba por mi cuerpo con el vaivén que habían marcado los dedos de Emilio. El alfa comenzó a mover también su pelvis, generando así fricción por la parte delantera también y en poco tiempo ya me comenzaba a doler la garganta por los gemidos que no podía retener.

—Vamos, lindo, córrete para tu alfa, ¿sí?— una orden con su voz alfa solo logró incrementar el placer al doble, haciéndome explotar en un orgasmo que arrasó con todo mi cuerpo, tuve que cerrar los ojos y un gemido más fuerte que los anteriores con el nombre de mi alfa fue todo lo que pude recordar antes de caer agotado contra su pecho, escuchando su voz, pero sin identificar las palabras que decía.




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Ahora sí me voy a dormir, espero les hayan gustado estos caps, me sentí muy inspirada por una muuuuyyyy extraña razón (sí claro, extraña) y decidí que no dormiría hasta terminar este capítulo. Los que lo vayan a leer en este momento, espero que después tengan dulces sueños y los que lo leerán por la mañana, ojalá hayan descansado bien.

Cualquier falta ortográfica o gramatical trataré de corregirla con el paso de los días, así que me ayudarían mucho si las señalaran para que puedan disfrutar más la lectura del libro.

Los amooooooooooooo, baiiiiiiiiiiiiiiiiiii

-Cam

Mi alfa || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora