Capítulo 16

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—Joaco, eh... ya llegamos— en su olor se destacaba el nerviosismo, pero podía notar la emoción en sus ojos, sonreí y me acerqué colocando una de mis manos en su hombro para mantener el equilibrio y poder darle un pequeño beso en la mejilla.

—No te preocupes, Emi, estoy seguro de que todo es perfecto— Emilio pareció relajarse según lo que decía su olor. —Muy bien, vamos a ver esa sorpresa que me tienes— regresé a mi lugar y Emilio bajó velozmente para abrirme la puerta, solté una risa encantado, mi omega me ayudaba a dejarme llevar y disfrutaba cada segundo con este alfa caballeroso y tierno.

Una vez abajo, ambos comenzamos a caminar, observé a mi alrededor solo viendo pasto por todas partes y uno que otro árbol esparcidos por ahí. El clima era precioso, corría una brisa leve y los rayos del sol no eran tan fuertes como para causar calor, el cielo azul destacaba con las nubes blancas distribuidas como si hasta eso fuera planeado.

—Es un terreno de mi familia, me gusta porque está un poco lejos de la ciudad y aquí se puede ver bien el cielo, además hay un lugar precioso más adelante— esas fueron las únicas palabras que sonaron por el viento durante unos pocos minutos hasta que llegamos a lo que parecía un lago con una plataforma de madera oscura justo en el centro a la cual se llegaba mediante un pequeño puente de tablones de la misma madera.

—¿Qué es esto?— pregunté asombrado y un poco confundido. Voltee a ver a Emilio y él ya me estaba mirando con admiración y cariño, sentí mis mejillas arder.

—A mi familia le gusta acampar los fines de semana y vienen aquí, hacen fogatas y armas carpas sobre la plataforma de madera o en el pasto dependiendo de cuántas personas hayan— tomó mi mano y dio un ligero jalón para acércame más a él. —Pero ahora mismo eso no es lo importante, vamos.

Tomados de las manos caminamos hacia el lago, cruzamos por el puente y llegamos a la plataforma donde habían algunas mantas y cojines acomodados con dos canastas de comida en el centro. Miré a Emilio anonadado con lo lindo que se veía todo, a nuestro alrededor el agua cristalina brillaba gracias al sol y las mantas eran de un tono lavanda con los cojines en blanco y plateado.

—Vamos a sentarnos— le hice caso y nos sentamos cerca, frente a frente con sonrisas resplandecientes en ambos rostros. Todo el lugar era precioso, sí, pero Emilio era sencillamente increíble, todo en él era digno de admirar. —Elige lo que quieras, hay bastante comida, no estaba seguro de lo que te gustaría— en su aroma se volvió a notar un poco de nerviosismo y tomé un emparedado de lo que parecía mermelada de fresa, no me di cuentas cuando Emilio comenzó a colocar toda la comida a nuestro alrededor.

—Todo es perfecto, no te preocupes— le dije dándole una mordida al emparedado entre mis manos y lo escuché suspirar audiblemente.

—Ser un buen alfa es tannn difícil— soltó con una voz exagerada y aniñada, junto con un puchero que me hicieron reír tan pronto como terminó la oración, su rostro había sido tan gracioso que sentía como mi risa aumentaba cada que lo recordaba. —Pero vale la pena si puedo verte reír así— sonrió tanto que se le cerraron los ojos y yo sentí como mi corazón se saltó un latido.

—Ven aquí— le dije dando palmadas a mi lado y Emilio me miró confundido, insistí con la mirada y se levantó, volviendo a sentarse pero esta vez a mi lado. —Abre la boca— no podía quitar la sonrisa de mi rostro viendo a mi tierno alfa confundido y aun así haciendo lo que le decía. Abrió un poco la boca y con mis manos separé una porción del emparedado acercándolo a él, ahí fue cuando notó mis intenciones y sus mejillas se sonrojaron, pero aceptó gustoso cuando le di el pedazo en la boca.

—No me quejo para nada de esto, pero yo también quiero darte de comer— evité la risa que se me quería escapar y en lugar de eso, hablé.

—Eres menor que yo, déjame darte de comer, bebé— usé un leve tono burlesco al final y Emilio sonrió de lado cambiando su mirada por la de un cazador, muy parecida a la mirada que vi en su cumpleaños. Todos los pensamientos volaron fuera de mi mente cuando me noté recostado en las mantas con el brazo de Emilio rodeando mi cintura y su cuerpo cubriéndome por completo, mi respiración falló cuando acercó su boca a mi oído.

Mi alfa || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora