Capítulo 11

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—¿Ahora a dónde vamos?— le pregunté a Diego mientras caminábamos al auto.

—A tu casa a comer, obvio no vas a pasar sin ver a tu madre todo el día— respondió subiéndose al lado del copiloto y yo imité su acción, pero subiendo al lado del piloto.

—¿Después ya estaré libre?, quiero ver a Joaquín— dije mientras encendía el auto y comenzaba a conducir a casa.

—Sí, sí, pero ya deja los pucheros, ya estás grandecito para eso— decía Diego mientras reía. Hasta ese momento noté que tenía el labio inferior un poco hinchado en un puchero.

—Déjame en paz— pronuncié más mi puchero. —Soy menor que mi omega y él aún hace pucheros, entonces estoy en mi derecho de hacerlos.

—Él es un omega, idiota. Obvio es infantil— mi alfa se molestó bastante con el comentario y yo igual.

—¿Eso qué tiene que ver?, eres mi mejor amigo y por eso te voy diciendo que vayas cambiando esas formas de pensar. El hecho de ser omega no lo vuelve infantil, ni siquiera lo conoces— supe que mi voz había alcanzado un tono demasiado grave cuando Diego se removió incomodo en el asiento.

—Es cierto, tienes razón, perdón. Olvida eso y mejor dime si te inyectaste en la mañana, estás más hostil de lo normal— se veía incómodo y preocupado, entendía su preocupación, sin esas inyecciones Dios sabrá qué sería de mí.

—Sí me inyecté, no te preocupes— Diego se mantuvo en silencio el resto del camino.


Joaquín

Sentí una corriente fría recorrer todo mi cuerpo y las palabras salieron de mis labios sin siquiera pensarlas.

—Ya llegaron— todos me voltearon a ver, Romina, hermana de Emilio, había llegado hace aproximadamente 3 minutos. Mientras los demás preparaban las cámaras de sus celulares para grabar, Romina se acercó a mí y me sonrió.

—Mañana es mi último día en la ciudad, así que solo puedo advertirte una vez, aléjate de Emilio si no quieres salir lastimado— tan pronto como terminó de decir eso se alejó y la puerta fue abierta.

—¡Sorpresa!— gritaron los presentes mientras yo me quedaba quieto viendo a Emilio, él me devolvía la mirada, sus ojos estaban oscurecidos y una sonrisa ladeada se asomó en su rostro.

Lucía aterrador, demasiado, era el rostro que se podría ver en un psicópata. Sin embargo, no desvié la mirada, cualquiera podía asustarse, pero mi omega solo me rogaba que no separara la mirada, que viera esos ojos consumidos por la oscuridad.

—¡Feliz cumpleaños, mi bebé!— gritó emocionada Niurka acercándose a abrazar a su hijo, su padre se unió al abrazo, Romina solo se quedó mirando con una sonrisa que ni siquiera podría describir, una mezcla de cariño y tristeza.

—Muchas gracias por esto, no era necesario— Emilio les devolvió el abrazo, aunque su mirada no se despegaba de mí.

Mi madre también lo felicitó y lo abrazó, cuando la música comenzó a sonar todos pasaron a la mesa con comida y hablaban animadamente, el amigo de Emilio le palmeó la espalda y se reunió con el resto.

Ambos dimos un paso al frente al mismo tiempo, la verdad no tengo idea de cómo disminuyó el resto de la distancia que había quedado entre nosotros, no sabía si él la había recorrido o si había sido yo, pero estábamos frente a frente, eran contados los centímetros que nos separaban. Mi cuerpo ardía, era un ardor molesto, casi insoportable y mis ojos no podían abandonar los suyos, esos ojos que normalmente brillaban en un café claro que podría quitarle el sueño a cualquiera, ahora eran oscuros, negros, mas no estaban carentes de sentimientos.

Su mano se levantó y tocó mi brazo, inmediatamente sentí como el ardor cesaba en la parte que él estaba tocando y un pequeño gemido de alivio se escapó de mis labios, su rostro era el de un cazador y yo era su víctima.

—Estás aquí— dijo con su voz demasiado ronca, tanto que hizo temblar mis rodillas, mi omega se quejaba una y otra vez dentro de mí, me rogaba que abrazara al alfa, que me rindiera a sus pies, que le dejara claro que su presa ya estaba lista para ser cazada.

—Estoy aquí— respondí embobado, entonces me di cuenta, su olor era pesado, sus feromonas estaban por todas partes y mis respiraciones hace ya un rato que se habían vuelto profundas para poder oler más de ese embriagante aroma. —Estás en celo— dije y mi omega definitivamente se encontraba rogando por el alfa frente a él.

—Aún no, en un rato más, pero estás aquí— sus oraciones ya ni siquiera parecían tener sentido. —Omega, hay muchos olores, vámonos— recargó su frente con la mía y cerró sus ojos. Asentí, no sabía si era mi omega o yo quien estaba controlando la situación en este momento, pero ese asentimiento era de parte de ambos.

Emilio sonrió completamente al sentir el movimiento de mi cabeza y posó sus brazos en mi cintura, su cuerpo estaba rígido, como si se estuviera conteniendo.

—¿Puedo cargarte?— sabía lo que le estaba pasando y por eso aprecié demasiado el hecho de que pidiera permiso para algo así.

—Puedes hacer lo que quieras, alfa— y hablaba en serio, no me daba miedo, sabía que no me haría daño, no podía temerle ni siquiera después de haber escuchado las palabras de su hermana.

Emilio me levantó haciendo que yo enredara mis piernas alrededor de su cintura, pasó un brazo por debajo de mí y con el otro rodeó mi espalda, yo solo escondí mi rostro en su cuello, soltando mi aroma para intentar calmar el gruñido que se formaba en su garganta.

Estaba perdido en su olor, su calor y la sensación de alivio que me daba el estar rodeado de él, mi cuerpo no ardía y mi omega estaba feliz. No me di cuenta de si alguien habló o de siquiera se habían dado cuenta de la situación, solo dejé que Emilio me llevará a su cuarto, lo sabía porque al cruzar una puerta su olor se había vuelto aún más fuerte y cuando me dejó sobre la cama de sabanas azules pude comprobar que efectivamente era su cuarto.

Él solo se quedó de pie viéndome, apretando los puños con los brazos pegados a cada lado de su cuerpo y sentí a mi omega removerse de nuevo, el olor de Emilio aumentó, sus feromonas gritaban celo en todo su esplendor y simplemente no pude controlar a mi omega.

—¡Alfa, ven aquí, no te quedes ahí!— una de mis manos se dirigió a su brazo y lo jalé hacia mí, logrando que terminara sobre mí y con sus labios a pocos centímetros de distancia, quería besarlo, rodeé su cuello con mis brazos y lo empujé hacia mi rostro.




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Lo siento, pero los capítulos cortos los vivo mucho más, disfruté muchísimo escribiendo esto, espero lo disfruten tanto como yo. 

Ya estoy escribiendo el otro cap porque esta es una de las partes de la historia que más estaba esperando JAJAJA, ya saben que espero sus comentarios para ver si estoy yendo por buen camino.

Los amo demasiado, baiiiiiiiiiii

-Cam

Mi alfa || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora