Capítulo 21

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Traté de esconderme un poco más rogando que esa persona no me encontrara, las pisadas por la planta inferior eran rápidas y decididas, como si esa persona supiera dónde estoy y solo quisiera jugar conmigo.

Pronto las pisadas estaban por las escaleras y escuché la puerta de mi cuarto abrirse.

—Sé que estás aquí, omega, vamos antes de que me enoje y la pases mal— una voz femenina se hizo presente, era de la hermana de Emilio y su olor solo lo confirmaba.

Tratando de hacer el menor ruido posible le mandé un mensaje a Emilio "Ya está aquí", justo cuando envié el mensaje se abrió la puerta del armario, mostrándome una espeluznante sonrisa en el rostro de la alfa.

—¿El clóset?, ¿en serio?, sal de ahí— mi omega lloriqueó por la voz alfa y, tratando de resistirme, salí. Romina me tomó de la muñeca y me arrastró hasta el lobby cuando el fuerte olor a chocolate y menta inundó mis fosas nasales, mi omega estaba casi tan feliz como yo de que nuestro alfa estuviera aquí.

Suelta a mi omega— la presión en mi muñeca fue retirada y con una sonrisa en mi rostro di dos pasos en un intento de ir con mi alfa, festejé demasiado pronto, un dolor agudo atravesó el lado izquierdo de mi cuello.




• • •




Emilio

Joaquín trató de acercarse a mí, pero Romina fue muy rápida, vi como sacó sus colmillos y atravesó el cuello de mi precioso omega, marcó a Joaquín. Sentí mi pecho oprimirse y mi alfa aullar en agonía, el dolor en los ojos de Joaquín me estaba matando, pero no podía acercarme a él, ningún alfa puede acercarse a un omega que acaba de ser marcado sin importar si el omega acepta o no el lazo.

Quería acercarme, calmarlo, decirle que estaba bien, que todo estaría bien. Era obvio que no era así, si Joaquín rechazaba el lazo estará demasiado débil, muchos omegas mueren por eso y si me acerco es probable que su omega entre en shock. Todo se estaba derrumbando, le había prometido una historia de amor perfecta, quería protegerlo de todo lo malo del mundo sin importar qué y no pude protegerlo ni de mi propia hermana.

Mis ojos picaban por las lágrimas, no soy suficiente, no merezco a ese omega, le he fallado, lo han herido justo delante de mis ojos, acaban de darle una marca que él no quería y no puedo hacer nada. Sollozos comenzaron a abandonar mis labios, mi alma gemela, mi destinado, el amor de esta y todas mis vidas podría morir en unas pocas horas por ese maldito lazo indeseado.

—¡¿Por qué hiciste esto?!, ¡Me estás matando, Romina, no puedo vivir sin él!— le grité con todo mi enojo e impotencia—. ¿Acaso me odias tanto?— susurré al final con mi corazón roto, no solo por mi omega, también porque sabía que todo era mi culpa.

—Sabes porqué lo hice, ¿qué se siente no poder defender a tu omega, Emilio?— una risa de completa satisfacción acompañó esas palabras que lograron sacar a mi alfa de algún sitio.

—No soy tan débil como tú, no soy solo un alfa, soy un lambda y acabas de tocar a mi omega— comencé a sentir como mi alfa tomaba el control poco a poco—. ¿Sabes cuál es la diferencia entre nosotros?, yo sí soy capaz de ayudarlo y tú vas a morir por esta estupidez— me acerqué a Joaquín, el cual tenía la mirada perdida, lo tomé entre mis brazos y saqué el calmante que siempre traigo conmigo, un calmante de alfas, en un movimiento limpio lo inyecté en el brazo de la que se hacía llamar mi hermana.

Mi alfa || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora