―Hola, omega ―dije son la voz quebrada, me ardía la garganta y sentía el típico nudo invisible que indica que estás aguantando las ganas de llorar.
―A-alfa ―dijo Joaquín en un tono increíblemente bajo y rasposo, pero era su voz, la voz que no había escuchado en más de una semana. Noté un pequeño gesto de dolor y rápido recordé la marca, la había estado curando con saliva, pero tardaría algunos días en cicatrizar. Me acerqué con cuidado para comenzar a lamer y pronto su gesto fruncido desapareció.
―Lo siento mucho, pequeño, era la única forma, estaba tan asustado que... ―una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Joaquín y eso detuvo por completo mis palabras, me sentía bendecido por cada cosa que mi pequeño omega hacía, después de pensar que no volvería a vivir nada de esto, todo se había vuelto un milagro.
―Me dices pequeño aunque soy mayor que tú, tan irrespetuoso como siempre, alfa ―su voz seguía siendo baja, pero ya no parecía costarle tanto hablar y el hecho de que estuviera haciendo bromas me daba ganas de llorar de alegría.
―Deja de hablar tanto, debes descansar, voy a llamar a tu madre para decirle que estás despierto, ella va a estar tan feliz. Todos estábamos tan preocupados, Lucas ha venido a verte algunas veces y Diego vino también por las vacaciones, se conocieron aquí, parecen llevarse bien. Tengo mucho que contarte, no puedo creer que por fin estés despierto ―Hablaba demasiado rápido, quería contarle todo a mi omega, llevé mi mano a su mejilla y sentí su piel tibia, me sentía pleno, sentía la felicidad como si fueran corrientes eléctricas recorriéndome todo el cuerpo y calentándome el corazón.
―Primero duerme un rato conmigo, alfa ―dijo Joaquín haciendo el intento de moverse para hacer espacio, claramente fallando pues aún no tenía la fuerza para mover su cuerpo. Iba a negarme, no quería quitarle espacio o algo, pero tenía tantas ganas de abrazarlo, sentir su olor de cerca, saber que mi omega estaba bien. Haberlo mordido sin poder cuidarlo como mis instintos me lo pedían había sido una completa tortura, así que lo tomé con cuidado entre mis brazos, acomodándolo de forma que me hiciera espacio para acostarme junto a él, ambos necesitábamos esto, Joaquín estaba con su rostro presionado en mi pecho, de lado, con sus manos juntas en su propio pecho mientras yo lo abrazaba por la cintura, ambos de frente para poder vernos.
―¿Así está bien?, ¿te sientes cómodo? ―dio un leve asentimiento y su olor se volvió mucho más fuerte ya que no podía manejarlo porque estaba débil, pero no era un problema, sentir su aroma mezclarse con el mío me dio una sensación de tranquilidad que necesitaba desde hace mucho. Decidí comenzar a liberar más mi aroma también, notando como Joaquín cerraba sus ojos sintiéndose protegido por éste.
Confía en nosotros, somos su alfa. Decía mi lobo fascinado.
Sí, somos su alfa, por fin lo somos.
―Cuando te den el alta, te haré un nido, el mejor nido del mundo ―susurré esperando que Joaco escuchara, ya me estaba quedando dormido, después de tantos días durmiendo poco y con un estrés extremo, por fin pude descansar.
Joaquín
―Cuando te den el alta, te haré un nido, el mejor nido del mundo ―escuché susurrar a mi alfa, sentí una sonrisa plasmarse en mi rostro y volteé a verlo.
―Gracias por tanto, alfa ―le respondí, a pesar de que él ya dormía.
No podía más que sentirme el omega tan afortunado del mundo, sintiendo el aroma de mi alfa envolverme por completo, su calor y sus brazos protectores alrededor de mi cintura, viendo sus labios entreabiertos, sus rizos alborotados, sus ojos hinchados y su nariz roja por llorar tanto. Alfa tonto, ¿por qué me pides perdón por salvarme de nuevo?, viniste a mi vida a darle sentido, a llenarla de sentimientos y sensaciones que nunca había conocido, me diste seguridad y gracias a eso ahora tengo un amigo, mi primer amigo. Si supieras todo lo que cambiaste con este pequeño tiempo que llevas en mi vida, no pensarías en disculparte. Con todo eso en mente me quedé dormido.
• • •
―¡Mi bebé!― gritó mi madre cuando entró, me sentía mucho mejor luego de dormir unas horas, podía moverme mucho más, solo mis piernas parecían no tener fuerza, pero el doctor decía que ya de por sí tenía suerte de haber despertado después de que removieran la marca, pocos omegas logran despertar de ese procedimiento y los que despiertan por lo general tienen amnesia.
―Hola, mamá ―alcancé a decir mientras me abrazaba y luego me revisaba el rostro como buscando alguna herida. De repente movió mi cabeza de forma que estiró mi cuello y una punzada de dolor me atravesó el cuerpo entro, por instinto solté un pequeño chillido llamando a mi alfa; Emilio estaba afuera porque nos quiso dar algo de privacidad, pero tan pronto como lo llamé ya estaba cruzando la puerta y arremolinándose a mi alrededor buscando por todas partes la herida, para después dejar su rostro en mi cuello con su lengua lamiendo la marca haciendo que el dolor se vaya de inmediato.
―Lo siento, había olvidado lo de la marca ―dijo mi mamá tomando mi mano, de inmediato Emilio se tensó, pero se mantuvo en mi cuello lamiendo, con el olor a protección y posesividad saliendo de él de forma muy cargada, llenando el aire con su aroma.
―No pasa nada, ma, es que se está curando un poco lento ―Emilio soltó un pequeño gruñido, como si a su alfa le molestara que se interpretara como si no cuidara correctamente de su marca. ―No me gruñas, me estás cuidando bien, alfa, solo tarda en curar porque la marca se hizo sin, ya sabes, eso ―terminé bajando la voz y sintiendo la cara completamente roja. Sentí la sonrisa de Emilio en la piel de mi cuello, mandando pequeñas corrientes de calor.
―¿"Eso"?, eres una ternura, omega― dijo Emilio apenas separándose de mi cuello, haciendo que me ponga aún más rojo. Puse mis manos en su pecho intentando empujarlo, obvio sin éxito.
―No me tienes ni un mínimo de respeto, tú, alfa maleducado de ojos malditamente bonitos ―solté rápidamente en un tono enojado, hasta que repasé en mi mente lo último y me sentí como un idiota, un idiota enamorado obvio, pero idiota.
―Son una ternura ―dijo mi mamá, por un segundo había olvidado que estaba aquí y al parecer mi alfa también porque tan pronto como escuchó su voz pasó su brazo protector por mi cintura, pegándose de nuevo a mi cuello donde sentí su rostro caliente, sonreí, él también se había sonrojado. ―Voy a traerles comida primero, ya vuelvo ―se despidió lanzando un beso en el aire y con una gran sonrisa, pero pude notar sus ojos cristalizados, probablemente quiera llorar de alivio aunque no lo hará cerca de mí, así es ella, así la adoro.
―¿Cómo te sientes, corazón?, ¿sigue doliendo la marca? ―preguntó Emilio por fin despegándose de mi cuello, aunque se sentía un poco frío cuando él no estaba ahí, no me gustaba la sensación que quedaba luego de tenerlo cerca y que se quitara.
―Un poco ―mentí porque lo quería cerca un poco más, quería sentir su aroma a menta y chocolate amargo, quería su calor y la seguridad que me daba tenerlo centrado en mí, quizá era un deseo un poco egoísta, pero quería a mi alfa cerca y, aunque sé que Emilio notó que era mentira que dolía, igual se acercó a mi cuello a seguir lamiendo.
―Te estás volviendo mimado, me encanta.
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Hola!, este cap ya es un poquito más largo que el anterior, ya vamos por unos cuantos capítulos soft para calmarnos después de tanta cosa mala, ya pasó lo peor, espero que les guste, ya les puedo prometer un capítulo semanal, si me da más tiempo pues subiré más, pero uno por semana lo tienen garantizado.
¿Cómo están?, ¿les gustaría que Lucas y Diego tengan algo?
Cualquier falta de ortografía que noten me avisan por fi, no me da la vida para escribir, planificar y revisar varias veces.
Lxs amo, baiiiiiiiii
-Cam
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Mi alfa || Emiliaco
Hombres LoboEmilio, un alfa, se muda a una nueva ciudad. Joaquín es un omega en problemas. Eso es el inicio de una serie de casualidades que los hace toparse constantemente. Sus lobos no pueden estar más felices por eso. Avisos: +Libro omegaverse. +Contenido p...