-¿Mochi? -sonrió- ¿acaso eres el tipo frío que usa ese tipo de sobrenombres?
-Soy el tipo frío que está perdido por un chico tierno y cálido, y con un cuerpo de infarto.
¶ O donde Jimin comenzó a utilizar lencería con la ventana abierta y la atenta...
Corrió escaleras arriba en dirección a su habitación para después cerrarla con seguro, se quitó la mochila y sacó la rosada bolsa para vaciar su contenido sobre la cama; suspiró al recordar todo lo que pasó para conseguir eso sin que nadie se diera cuenta.
El Internet algunas veces llega a estar en tu contra. Empezar a sentirse atraído por cosas que estaban "mal", no lo había planeado, y ahora sus creencias se fueron al carajo y sus pensamientos estaban abiertas sobre el tema a tal extremo que hasta cambió su orientación sexual de la noche a la mañana.
Pero como dicen:"la curiosidad mató al gato". Después de leer varios blogs y ver mucho porno gay, Jimin se preguntaba cómo se sentiría tener un pene dentro de él. Según algunos usuarios, aseguraban que estar con un hombre era mejor que con una mujer; y los chicos en los vídeos eróticos parecían disfrutarlo.
Sus ojos brillaron al tomar entre sus manos las bragas con encaje color negro que hacía juego con un par de medias bucaneras de red, que yacían aún sobre sus sábanas. Se paró frente al espejo para comenzar a desvestirse empezando con su chaqueta de mezclilla, la bajo lentamente por sus hombros mientras sus ojos seguían puestos sobre su cuerpo, se quito la remera blanca con lentitud, quedando desnudo arriba; le gustaba. Desabrocho su cinturón, el botón y luego el sonido tortuoso de la bragueta llegó a su fin, se giró un poco para ver su trasero a través del espejo, ¿cómo era que no le había dado curiosidad antes? Para ser sincero, tenía un gran trasero.
Una vez desnudo, se sentó sobre la cama y deslizó delicadamente las medias de red sobre sus piernas hasta la altura de sus muslos, luego se colocó las bragas. Sonrió mordiendo su labio inferior por el resultado, el conjunto le quedaba perfectamente sensual y atrevido junto a su, no muy reciente, cabello rubio.
Sacó su teléfono y comenzó a posar para tomar varias fotos que terminaban una tras otra en su galería, e iba a continuar pero fue distraído por el grito de su vecina:
—¡Baja a cenar de una vez, Yoongi!
Fue entonces que giró hacia su ventana y se dio cuenta que unos oscuros ojos lo observaban fijamente. Las mejillas de Jimin se sonrojaron con fervor al ver cómo las grandes manos palidas del peli-negro pasaban sin vergüenza sobre su pantalón deportivo.
Corrió a cerrar las cortinas cuando salió del pequeño trance en el que estaba, y suspiró un poco intranquilo pero no por vergüenza, sino por la dolorosa erección que fue provocada por un hombre, su vecino.
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